Santa Biblia Reina Valera 1960 - Jueces 9
56 Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos.57 Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.
Narra Jak:
Día siguiente.
Las horas en el hospital transcurren de manera lenta, es como si el reloj tardará una eternidad en dar un segundo.
Por ratos pienso que ese reloj de la pared está mal, pero miro la hora en mi teléfono y está igual, definitivamente aquí el tiempo no avanza.
De no ser porque sirvo a Dios, creería que el universo está conspirando en mi contra.
Fabricio intento suicidarse, está hospitalizado y alega que eso no es un suicidio.
Mi abuela sufrió un ataque al corazón y se debate entre la vida y la muerte.
Linda...
Será mejor que no hablemos de ella, suficiente tengo con este par, como para pensar en ella.
No quiero pensar en ella porque de alguna manera siento que lo que le pasó fue por mi culpa, ya que según creo fueron los escoltas de mi abuela, o al menos eso es lo que creo, Fares no me ha querido decir nada.
«Dios mío, por favor toma el control de todas las cosas».
Oró mentalmente.
«Yo siempre tengo el control».
Escucho la voz de mi padre celestial.
Aún así la angustia que tengo no me deja pensar con claridad, siento que todo se ha ido abajo.
La única pariente más cercana a mi por parte de papá, se encuentra en estos momentos inconsciente y nadie me asegura que vaya a despertar, los doctores dicen que hacen lo posible pero que no hay nada seguro.
De pronto siento una mano suave posarse en mi cabeza y acariciar mi cabello, también percibo el olor de un delicioso capuchino.
Levanto mi cabeza y me encuentro con la tierna e inocente mirada de Emily, la cual me mira con toda la ternura del mundo.
-tranquilo -me dice -todo va a estar bien.
No sé porque pero a pesar de que parece imposible que todo vaya a estar bien, aún así prefiero creerle, aún cuando ella no tiene idea de las cosas.
-te traje tu capuchino favorito -dice ofreciendome el vasito.
Tomo el vasito, lo pongo a mi lado, luego la tomo a ella de la cintura y la siento en mis piernas y la abrazo.
Ella también hace lo mismo conmigo.
En momentos así, a veces solo se necesita un abrazo.
-te quiero -le digo -gracias por estar aquí para mí en estos momentos.
Emily pudo haberse ido a ver lo que sucedió con su hermana, pero aún cuando yo le avisé ella prefirió quedarse conmigo para darme fuerzas, aún cuando sé que está súper adolorida por su hermana, pero lo disimula muy bien.
Solo aspiró a que mi abuela despierte y se ponga bien para ir a ver a Linda, ya que a mí también me da dolor por ella y mucho más por Elizabeth, no es justo que se quede huérfana tan pequeña.
-eso fue lo que prometí cuando me estaba casando contigo -dice Emily -así que lo cumpliré, estaré ahí para ti, así como tú lo estuviste para mí.