Santa Biblia Reina Valera 1960 - Jeremías 17
5 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.—no estás pensando enserio ¿Verdad? —pregunta Jason.
Por lo visto a estado aquí y yo no me había dado cuenta.
En estos días he estado muy descuidada en cuanto a poner atención se trata.
—Linda —me llama.
—creo que ya discutimos eso —le digo agotada.
Paso las manos por mi cabello alisandolo y comienzo a caminar hacia mi habitación con la cabeza hecha un caos.
No sé qué le diré exactamente cuando se llegue mañana.
Narra Úrsula.
—¡¡Ayudaaaa, ayudaaaaaa!! —se escuchan unos gritos lamentables.
Son tan aterradores que siento un escalofrío recorrer toda mi columna vertebral.
Trato de seguir durmiendo, de hacer como si nada, pero aquellos gritos son mucho más fuertes.
—¡¡Ayudaaaaaa, ayudaaaaaa!! —gritan sin cesar —¡¡Úrsulaaaaa!! —grita una voz femenina de manera siniestra que a la vez se me hace familiar, pero debido a su lamento, no logro reconocer.
Me siento en la cama y comienzo a buscar mi teléfono rápidamente para llamar a Max, pero no lo hallo.
Mis nervios están de punta, siento que en cualquier momento me va a dar algo.
—¡¡Ayudameeeeee!! —sigue gritando aquella voz, solo que está vez está golpeando la puerta de mi habitación —¡¡Úrsulaaaaa!!. —grita con angustia.
Sea quien sea que es, le están dando la matada del siglo y yo no quiero verlo.
Me tapo los oídos para no oír, pero es como si se hiciera más claro el sonido.
Estoy desesperada, angustiada, tengo mucho miedo.
¿Que tal si la matan a ella y luego me matan a mi?.
—¡¡Aaaaaaaahhhhhh!! —grita de manera desgarradora, como si la estuvieran despedazando viva.
Sus golpes en la puerta cesan y sus gritos también, es como si ya la hubieran terminado de matar, ahora solo reina el silencio, un silencio bastante aterrador.
Me quedo mirando la puerta a ver en qué momento la tiran al suelo, pero no pasa nada.
Este suspenso me está matando.
Sigo buscando mi teléfono, pero no está, es como si alguien se lo hubiera llevado.
—Max —digo en voz baja con el anhelo de que me oiga.
Más silencio se oye como respuesta.
—Max —esta vez lo llamo con voz normal, mientras no cesó de temblar.
Solo hay silencio.
—¡¡Maaaaaaax!! —digo al borde de la locura.
—Max se fue —escucho una siniestra voz tras mis espaldas —Max murió, estás totalmente sola, ha llegado la hora de que pagues por todas tus maldades.
Miró tras mis espaldas, pero no hay nadie, absolutamente nadie.
Es como si me estuviera volviendo loca.
—no, no, no —digo con voz temblorosa.
—¿Que creíste?, —pregunta aquella voz cuyo dueño se desconoce —que podías hacer lo que quisieras y nunca tendrías que responder por ello, todo lo que se hace en esta vida se paga —una risa macabra se oye después de ello.