Santa Biblia Reina Valera 1960 - Marcos 10
13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban.14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Deimond se encargó de llevarme a casa e incluso de acostarme.
Después de lo que me dijo, no fui capaz de decirle nada, solo me quedé en silencio aunque mi corazón gritaba que le diera una oportunidad.
—Dios te bendiga —se despidió Deimond.
No le respondí solo me volteé dándole la espalda.
Escuche sus pasos alejarse y cerrar la puerta.
Apenas se fue solté un suspiro mientras unas cuantas lágrimas rodaron por mis mejillas.
El sueño y el cansancio que tenía, juntamente con el mareo desaparecieron, ahora tenía una batalla en mi mente, no sabía que hacer.
—Dios mío —hablo en voz baja —dame una señal, dime qué hacer, ¿Acaso tú voluntad es que termine casándome con Deimond al final?.
La puerta se abre de golpe.
Levantó la cabeza para ver quién es.
Es Annie.
—¿Ya estás mejor? —pregunta apáticamente.
—si —respondo.
Camina hacia mi cama, toma una de mis almohadas y comienza a pegarme con ella.
—¡Oye! —me defiendo con los brazos —¡¿Estás loca o que?!.
No entiendo que le pasa, de un momento a otro viene a atacarme.
Hoy ni siquiera la desperté para que diga que es venganza.
—¡¡Loca está usted!! —me grita.
—¿Que te pasa? —frunzo el ceño.
Ella levanta nuevamente la almohada y sin darme tiempo me da un almohadazo en la cara que me deja sonsa.
—¡Eres una tonta!. —nuevamente me grita.
Sigo sin entender que es lo que está pasando.
—ojalá yo tuviera alguien tan lindo así como Deimond a mi lado, no lo despreciaría ni lo haría a un lado como tú lo haces —dice ella —estas despreciando la bendición que Dios te ha dado.
La miró sorprendida.
Annie no es de las que se mete en esta clase de asuntos como tal.
Incluso se atrevió a nombrar a Dios.
—¿Por qué me dices eso? —pregunto seria.
—porque me da lastima de ese tonto, ver cómo se preocupa por ti en silencio y hace lo que sea, mientras tú le rompes el corazón a cada momento, no sabes lo mucho que duele un desprecio. —responde con rabia.
Tomo aire antes de contestar.
—no sabes lo que dices Annie, estás muy chica para hablar de esas cosas.
—¡Tu eres la que no sabe apreciar las cosas! —me vuelve a gritar.
Luego me quita el teléfono y comienza a teclear en el.
—¡¿Que haces?! —pregunto alarmada.
—pues darte una mano —responde mientras llama por mi teléfono —de lo contrario te quedarás sola y enferma.