41. NÚMERO DESCONOCIDO.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 23
29 ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?
¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde?
¿Para quién lo amoratado de los ojos?

30 Para los que se detienen mucho en el vino,
Para los que van buscando la mistura.





—¿Por qué estabas llorando? —es lo primero que le pregunta Jak a Elizabeth apenas ella prende la cámara.

Ella me mira y yo no sé qué hacer, simplemente le doy una sonrisa de boca cerrada.

Ella vuelve su mirada al teléfono.

—estaba llorando porque me porte un poco mal y mi madre iba a castigarme —responde.

Si algo me encanta de ella, es que no sabe decir mentiras, Jak le ha enseñado siempre a andar con la verdad.

—¿Que fue lo que hiciste? —le pregunta Jak con voz tierna.

—le dije al amigo de mi mamá que tuviera la amabilidad de largarse —responde ella —es que ayer se la pasó con ella y hoy vino a la casa a verla.

Jak se queda callado por unos instantes.

—¿Así que por eso te iba a castigar?.

Elizabeth asiente con la cabeza.

Mientras tanto yo estoy cambiando de colores.

—¿Me puedes pasar a la mami —dice Jak —y dejarnos a solas?.

Elizabeth me pasa el teléfono y se va de la habitación.

Miró a Jak y este me mira mientras da vueltas en la silla giratoria que tiene en su empresa.

—así que tienes un nuevo amigo ¿Eh?. —puedo ver un poco de molestia en su rostro —¿Y le ibas a pegar a Elizabeth solo porque le dijo esas palabras?, ¿Sabías que eso lo aprendió de mi?.

—pues no deberías enseñarle eso —respondo con valentía.

Hacerle frente a Jak, no es mi fuerte, pero cuando toca, toca.

—¿Quién es ese nuevo amigo? —pregunta.

—es el pastor de la iglesia en la que me estoy congregando, vino a darme las instrucciones bíblicas.

—¿Te arrepentiste?.

—sip.

Jak sonríe de manera genuina.

—te felicitó —me dice —no sabes lo feliz que me hace escuchar eso, siempre le pedí a Dios por ti y hoy veo mi oración respondida.

—gracias, no sabía que oraras por mi.

Él ríe.

—hay muchas cosas que no sabes de mi, —contesta —lo importante es que ahora eres una nueva criatura y ya no vives tú, mas Cristo vive en ti.

Yo asiento con la cabeza.

—bueno creo que ya me voy, el pastor me está esperando para las instrucciones —le digo.

—¡Espera! —dice antes de que cuelgue. —¿El pastor es soltero o casado?.

Frunzo el ceño al escuchar esa pregunta.

«¿Que tiene que ver eso con mi conversión?».

—¿No te parece que estás preguntando de más? —pregunto incómoda.

—supongo que es soltero, —dice —te hago esa pregunta porque con tu belleza puedes cautivarlo, además Elizabeth me dijo que ayer la pasaron todo el día juntos.

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