Pre-escolar

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Camila ya tenía 4 años, por lo cuál sus padres, Armando y Betty, habían decidido que ya era tiempo para que empezara el Kinder.

Betty, además, quería que Cami empiece a socializar más, ya que tenía solo unos amigos que eran hijos de los empleados de Ecomoda.

Aparte de todo esto, Betty y Armando se habían enterado hacía unas 2 semanas que venía un nuevo fruto de su amor, el cual ya tenía 6 semanas.

Cami nunca estuvo muy entusiasmada, no le gustaba eso de estar en un lugar con desconocidos sin sus padres.

Era de mañana y llevarían a Camila al Kinder. Le pusieron su uniforme y la peinaron. Bajaron al parqueadero y se subieron al auto, al llegar...

-Bueno pequeña, aquí es.- dijo mirándola Armando.

-Llegamos, mi amor.- le dijo Betty.

-No quiero.- fue rotunda.

-Tranquila Cami, que papá y yo estaremos afuera.- dijo tratando de tranquilizarla.

Con dudas se bajó del auto y de la mano de su papá y mamá entraron. El lugar era hermoso, habían varios juegos y juguetes, las maestras eran un amor y habían muchos niños y niñas. Cami, a pesar de que era bonito, no le gustó.

La dejaron con la maestra y ellos se agacharon a su altura.

-Mamá y yo estaremos afuera, tranquila mi bebé, sí?- le dijo Armando, viendo esos ojitos acuosos.

-Te queremos Cami- le dijo Betty dándole un beso en la mejilla.

La maestra alzó a Cami y ahí ella empezó a llorar histéricamente, a ellos se les partía el corazón, pero todos les dijeron que era normal hasta que se acostumbre, pero no por ello era menos doloroso.

Salieron y la veían por la ventana, tenía los ojos rojos por haber llorado y no socializaba con ningún niño. Cuando fue la hora de un juego grupal, ella no quería participar.

Al segundo día fue lo mismo, Camila no quería y a ellos se les partía el corazón, porque además ahora gritaba "papá! Mamá!".

Al tercer día fue el definitivo para ellos, Betty no los pudo acompañar por una reunión importante, así que fue Armando quien la llevó. Entraron y Cami al ser agarrada por una maestra para llevarla al patio empezó a gritar.

-Papá! Papá! No quiero! Papá!- mientras lloraba y trataba de ir con él.

Para Armando eso fue definitivo, así que cruzó una pequeña reja de madera y agarró a su hija.

-Deme a mi niña- le dijo a la maestra, quien todavía la tenía agarrada.

-Señor, esto es hasta que se acostumbre, ustedes pagaron por esto, van a perder la plata que pusieron para todo este mes.- le dijo tratando de que no se vayan.

-No me importa, es mí hija.- le dijo secamente.

Alzó a su hija y ella se aferró como un oso a ella.

-Shh, tranquila hija, ahora vamos a tomar un helado de chocolate, como te gusta! Perdón por haberte hecho sufrir...ya no volverás hasta que estés mejor, si?- dijo besando su cachete.

-Si papi...-

Al salir del lugar quiso dejarla en el piso, pero ella se aferró a él por lo que, con su niña en brazos, fueron a la heladería. Ahí pidió un cono de chocolate y moras, y otro de limón y fresas. Pagó y se sentaron en una mesa, donde hablaron sobre los sabores de helados. Cuando están hablado suena el teléfono de él, era Betty.

-Hola mi vida- dijo Armando antes de llevar una cucharada de su helado a su boca.

-Hola mi amor! Dejaste a Cami en el Kinder? Cómo estuvo hoy?- dijo Betty.

𝓞𝓷𝓮 𝓢𝓱𝓸𝓽𝓼 𝓐𝓻𝓶𝓮𝓽𝓽𝔂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora