Cuarenta y cuatro

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Cuarenta y cuatro

La madrugada avanzó rápidamente y cuando el sonido de un auto deteniéndose frente a la verja blanca de la casa de Porsche se hizo presente el reloj marcó pasadas las cuatro de la mañana. Kinn observó aquella casa silenciosa y pensó en lo mucho que le gustaría poder entrar y abrazar a las dos personas que duermen tranquilamente en su interior, después de la aparición de Khun las cosas se pusieron confusas y necesitaba hablar con alguien, pero no cualquier persona, el único que puede ayudarle a entender lo que está sucediendo en la vida de su hermano es la persona que estuvo lejos por dieciséis años.

Sus dedos golpearon suavemente el volante y la radio que hasta el momento permaneció ignorada emitiendo canciones que jamás escuchó, dejó escuchar los acordes de hard to say I'm sorry logrando que su corazón doliera mientras sus ojos buscaban en las ventanas de aquella casa la silueta de Porsche. La única persona que ha amado en toda su vida, aquel a quién perdió por tantos años gracias a su propia estupidez ¡Si tan solo hubiese entendido su propio corazón a tiempo! Lamentablemente el tiempo pasó y los errores se cometieron, lastimaron a Porsche y a su hijo, sin saberlo un niño de su sangre creció sin un padre, reclamarle a Porsche por irse es injusto, fue Kinn quien le decía que no permitiría un niño entre ellos, fue él quien trató de forma inconsciente y estúpida a Porsche, fue él quien llevó a otra persona para que Porsche la viera y "entendiera" su lugar.

El único error de Porsche fue enamorarse de alguien que le pagó de la peor forma ese amor, pisoteó su corazón y la dulzura de sus sentimientos, la imagen monstruosa que guarda Porsche sobre él no es un invento del Omega, es la cara que Kinn le demostró el tiempo que estuvieron juntos.

Las luces de una de las habitaciones en la segunda planta se encendieron y Kinn buscó con desesperación la silueta de Porsche, sin embargo, no halló nada. En el momento en que la canción moría con las últimas frases prometiendo que todo el sufrimiento será recompensado, las luces de la planta baja se encendieron y desde la puerta principal un hombre con los cabellos revueltos y una mirada confusa apareció, era Porsche. El corazón de Kinn saltó con fuerza en su pecho y no supo qué hacer ¿debería correr a saludarlo o mejor encender el auto y marcharse? No supo como interpretar la presencia de Porsche hasta que notó que no podía escapar a su mirada, desde aquella puerta el Omega tenía una mirada clara de Kinn en el auto.

Porsche sonrió con tranquilidad y con un asentimiento le indició que pasara, Kinn se apuró a salir del auto y caminó hasta la entrada donde la verja ya se abría para dejarlo pasar. Porsche no se movió ni un momento de su lugar y dejó que Kinn se acercara, el Alpha entró con timidez apreciando aquel sitio donde su pequeña familia ha permanecido oculta por tantos años. En esa casa Porchay dio sus primeros pasos, pasó su infancia e inició la adolescencia, la rutina de Porsche y Chay están grabadas en esos muros y él no estuvo con ellos para vivir todos esos momentos. Con Porsche parado en la puerta la sensación de por fin encontrar su hogar se hizo más fuerte, quiso correr y abrazarlo, sostenerlo entre sus brazos y prometerle una y otra vez que no volverá a ser el imbécil que lo arruinó todo. También, su instinto paterno rugió por buscar a su hijo y abrazarlo, decirle que ahora no se perderá ni un solo segundo de su vida, rogarle perdón por todos esos años de ausencia y llenarlo de besos y abrazos.

En su lugar, contuvo esos impulsos y trató de verse lo más calmado posible, quizás lo hubiese logrado de no ser porque Porsche se acercó a él para tocarle el rostro con preocupación diciendo:

―¿Qué demonios te pasó?

Tal vez solo lo hizo por amabilidad, pero, los dedos finos de Porsche sobre su piel lograron que el dolor de los golpes desapareciera y sin pensarlo recargó el peso de su rostro en esa mano suave y cálida.

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