Uno

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"Tell him on how you feel, 

Give him every say he needs to hear 

Give your heart, and say come take it 

And he will see you're a good man"

Salted Wounds - Sia

Uno

Porsche observó su reflejo en el espejo del baño, han pasado dieciséis años desde que su vida cambió por completo, ya no es joven como en ese tiempo, ahora tiene treinta y cinco años y ha criado a un hijo solo. A pesar de lo difícil que resultó al principio, las cosas mejoraron con el tiempo y el pequeño Porchay creció sano y feliz; en esos dieciséis años no volvió a encontrarse con el padre de su hijo, Kinn. Tenía diecinueve años cuando trabajó como guardaespaldas para la familia Theerapanyakul, en aquellos años Porsche realmente pensaba de forma inmadura sobre el amor, creía que las personas se enamorarían si permanecían juntos y tenían sexo, así fue como terminó amando estúpidamente al padre de su hijo.

"No lo olvides, solo eres mi juguete, cuando me canse de ti te desecharé, el sexo es bueno así que no te enamores de mí."

Las palabras que Kinn le dijo en aquel viejo muelle resonaron en su cabeza, decidió no olvidarlas para enterrar ese amor absurdo, algunas veces, cuando ve hacia su versión joven le gustaría gritarse que no caiga en los brazos de ese perro seductor, pero, el tiempo no regresa y la vida continuó, tiene a Porchay con él y es todo lo que necesita para que sus días sean agradables y felices y es que, como si ese niño hubiese sabido que las cosas serían complicadas para su madre, siempre se comportó bastante bien, incluso en el embarazo el niño cooperó para que mamá pudiera escapar sin problemas.

Porsche tomó la caja de inhibidores del botiquín y tomó la dosis diaria, después de lavar su rostro salió para encontrarse con su niño viendo la TV con un plato cereales, desde que vio algunas series extranjeras decidió que desayunaría cereales todos los días, así que, Porsche no pudo hacer más que ir al supermercado y comprar un par de cajas de cereal para su bebé; técnicamente Porchay no es un niño pequeño, pero, a ojos de Porsche siempre será su bebé, ese niño de mirada de cachorro es lo más valioso que tiene, no importa si cada vez que lo escucha tocar la guitarra o cantar alguna canción el rostro de Kinn aparece, su niño no es culpable de las acciones de su padre.

Para suerte de Porsche, Chay es un Omega como él, así que se parece más a su madre y solo conserva algunos rasgos físicos de su padre. Es sábado y Chay no tiene escuela, así que está viendo la serie que su tío K. le recomendó; en la pantalla Porsche distinguió una escena triste, la pareja llora bajo la lluvia y él se ha puesto de rodillas rogando porque lo perdonen, el sonido del llanto de Porchay hizo que Porsche tome la caja de pañuelos y silenciosamente lo deslice a su hijo para que pueda llorar a gusto.

―Mamá― dijo Porchay con la voz constipada ―¿Tienes que trabajar?

―Iré al bar a revisar algunas cosas por la tarde ¿Quieres hacer algo?― cada vez que Chay hace una pregunta parecida es porque quiere pasar tiempo con él, es un gatito tímido que solo tira un poquito de su madre para que le preste atención.

―Hay un recital gratuito yo... ¿Quieres ir conmigo?― Chay usó ese par de ojos aguados para mover el corazón de su madre.

―Está bien, vamos a ese recital― aceptó Porsche con una sonrisa, su hijo lleva la música en la sangre, está esa gran escuela privada que especializa a sus estudiantes, Porsche ha trabajado duro para que Chay pueda ir a ella, los papeles para la aplicación a la media beca están sobre la mesa y cuando regresen del recital los llenarán, no quiere pedir ayuda al tío K. ya ha hecho mucho por ellos en el pasado, además, también implicaría poner todo en riesgo, el único que sabe de sus planes para la nueva escuela es Pete, su amigo.

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