Cincuenta y seis

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Cincuenta y seis

El humo del cigarrillo escapó de los labios de Leo, las luces rojas iluminaban débilmente aquella habitación de decorado victoriano, una mano acarició su trasero y él sonrió. El sitio está cubierto por la espesa niebla mezcla de la nicotina y la marihuana, logrando que sus ojos tengan un brillo casi vidrioso que le da un aspecto parecido al de un muñeco de porcelana con el que cualquiera puede jugar, alguien puso el cuello de una botella en sus labios y obedientemente tragó el contenido sintiendo el típico sabor amargo y espumoso de la cerveza, se sintió mejor cuando el líquido frío bajó por su cuerpo, liberó sus manos que buscaron acariciar el pecho de aquel hombre que apretaba su trasero, ese pecho tan firme y duro es una clara anunciación de que aquello que se esconde entre sus piernas también tiene una contextura similar y con ese pensamiento su lengua mojó sus labios y sintió la imperante necesidad que querer saborear el pene de ese hombre.

―Come― ordenó el tipo y un dulce escarchado fue enviado a los labios de Leo, no tardó mucho para que lo lamiera y chupara en el interior de su boca sintiendo de inmediato el delicioso efecto de Glaciar.

―Quiero chuparte el pene― dijo Leo acercándose a los labios del hombre para después besarlo compartiendo aquel dulce que contiene la sustancia que los llevará a la locura.

―Te lo pienso meter― respondió él y sin importar nada los pantalones de Leo desaparecieron y en cuestión de segundos ya se encontraba cabalgando a ese hombre como un desesperado.

Y mientras se movía a un ritmo acelerado y agresivo solo podía imaginar en que la persona que lo penetra y chupa sus pezones no es otro que ese Alpha al que dejó tiempo atrás, quiere recuperarlo porque no dejará que nadie más tenga a Kim.

Salvatore observó a su padre esperando a que tome una decisión, como líder de la familia y de la mafia italiana Leone es el que decide sobre los asuntos importantes y apoyar o no a Ciro en su cruzada contra los tailandeses es uno de esos asuntos. En solo un par días acordó encontrarse con el líder de los Theerapanyakul y será el momento de anunciar la guerra o afinar una postura neutral con la condición de no ser salpicados por lo que sea que suceda entre ellos y Ciro. Lamentablemente Leone siempre fue suave con Ciro, quizás porque es el menor o porque en el fondo le divierte que su hijo esté tan loco para dejar siempre un rastro de sangre a su paso, sin embargo, están a las puertas de algo que podría traerles más problemas de los que pueden manejar.

―Papá, necesitas tomar una decisión― presionó Salvatore.

Leone le envió una mirada superior a su hijo y después de rascarse la espesa y canosa barba dijo:

―Te escuché a ti, pero, todavía necesito la opinión de otra persona.

―Papá ¡Por favor! ¿Por qué lo molestas con estas cosas? ¿Por qué insistes en consultar todo con él?

Leone no tuvo tiempo de responder porque en ese momento las puertas de la suntuosa habitación en la que discutían se abrieron para dar paso a un hombre de piel morena, cabellos oscuros y una mirada amarilla parecida a la de un gato, el Omega vestía en blanco completo con un caftán con bordados dorados haciendo honor a sus orígenes otomanos. A pesar de estar sobre los cuarenta años conserva su belleza juvenil intacta, la misma que le trajo la desgracia de ser comprometido y casado con Salvatore; la elegancia de sus pasos atrapó la mirada de su esposo de inmediato, hace mucho que Sahin se mudó de habitación y dejó atrás a su esposo, cuando su último hijo fue a la universidad y se mudó a un apartamento propio no tuvo más razones para aparentar y su matrimonio se mantuvo por el bien de la familia, pero, Salvatore no tuvo acceso a él otra vez.

―Padre― dijo Sahin besando la mano de Leone con cariño ―Los sirvientes dijeron que quería verme ¿En qué puedo servirle?

Sahin tiene un suave acento turco que hace que su italiano se escuche como una canción exótica, al principio ese acento se marcaba mucho más, pero, después de tantos años viviendo en Italia fue desapareciendo.

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