Dieciséis

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Dieciséis

Chay se acurrucó en los brazos de su madre, desde que fue atacado por ese Alpha no se sentía seguro si alguien no estaba cerca de él, durante el día siempre podía contar con la fiel compañía de Macao. Aparecía después del desayuno y se iba antes de la hora de la cena. Alguna vez se quedó a comer, sin embargo, casi siempre debía volver porque a su padre le gusta que toda la familia cene junta y, aunque Chay también fue invitado a cenar con ellos, él no se sentía seguro fuera de las paredes de su casa, las únicas ocasiones en las que llegó a salir fue en compañía de su madre para acompañarlo al Bar las noches que necesitaba trabajar.

Es claro que tiene un problema, pero, solo ha pasado una semana desde que sucedió y el recuerdo está fresco en la memoria del chico. Además, en esos días también está inquieto porque no tienen noticias de la escuela a la que aplicó, no han contactado a su madre y lentamente la idea de que fue rechazado se está acomodando en su cabeza. Macao le dijo que seguramente es algún asunto administrativo, pero, Chay ya no guarda muchas esperanzas.

―¿Qué te preocupa bebé?― Porsche revolvió con suavidad los cabellos de su hijo, esos días parece que Chay carga con algo muy pesado sobre sus hombros, quizás no diga nada, pero, todavía puede notar el aura lúgubre sobre su hijo.

―Mami... No me aceptaron ¿cierto?― los ojos cristalinos de Chay rompieron el corazón de Porsche, ha hecho todo para que su hijo jamás tenga que sufrir y quizás existan cosas de las que no pueda protegerlo.

―¿Por qué dices eso? Bebé, no saques conclusiones ¿sí?― Porsche sonrió suavemente dejando un beso en la frente de su hijo.

―Ya pasó una semana y no hay respuesta― el niño que suele ser enérgico por las mañanas no parecía muy animado en ese momento ―Está bien si no me aceptaron, pero, ¿podría no regresar a la escuela de antes?

―No te preocupes bebé, estudiarás en esa escuela lo resolveré ¿sí?― prometió Porsche ―Deja que mamá se preocupe por esos asuntos.

―No tenemos para pagar la matrícula― respondió Chay ―Está bien si no estudio ahí, puedo entenderlo.

Chay sonrió intentando que su madre no se preocupe, nunca le ha gustado darle problemas a su madre, es consciente que no lo tuvo fácil al decidir tenerlo sin que su padre esté a su lado, siempre ha hecho todo por él y la culpa por ser un tropiezo en la vida de su madre está aflorando con fuerza esos días. Algunas veces ha considerado buscar a su padre y decirle que fue un cobarde por no hacerse responsable, gritarle que jamás debió despreciar a su madre y quizás darle un puñetazo, pero, también está ese sentimiento de curiosidad que lo empuja a preguntarse quién es su padre, conocer su rostro, escuchar su voz y preguntar: ¿Por qué no me quieres?

―Bebé, mamá lo resolverá, no te agobies por cosas que no está en ti responder, yo soy tu madre, yo lo resolveré― dijo Porsche sabiendo que en la cabecita de su pequeño hay miles de ideas corriendo a la velocidad de la luz para intentar solucionarlo ―Soy yo quien decidió tenerte, soy yo el adulto y el que debe asumir sus responsabilidades ¿entiendes?

Chay asintió en silencio y por fin sonrió un poco más tranquilo, a media mañana, tal y como era costumbre apareció Macao cargado con chucherías para hacer un maratón de un drama que le recomendó el tío Khun. El clima fuera es tan caliente que los chicos se quedaron en la comodidad del interior de casa, el par de adolescentes permanecía sudorosos y pegajosos botados sobre el suelo de la sala mientras el drama avanza, Porsche los observó en silencio y pensó en él y Pete en sus tiempos como guardaespaldas, cuando el verano llegaba y no había mucho por hacer solían correr a la piscina para pasar horas nadando, casi siempre aparecía Khun con Arm y Pol para unirse a la diversión y todos terminaban como lagartijas panza arriba recibiendo un baño de sol.

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