Cuarenta y cinco

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Cuarenta y cinco

Yok observó a Pete con curiosidad, lo reconoció como el otro amigo rico de Porsche, sin embargo, las pocas veces que se encontraron fue en casa de este último, jamás lo vio venir al bar y mucho menos tomarse el tiempo para beber un trago y conversar animadamente con su amigo. Ese día el bar se rodeó de una cantidad considerable de guardaespaldas que cuidaban de ese Omega rico, ella pensó en que el rostro de esa persona le parecía familiar, sin embargo, no tuvo certeza si se conocieron antes de que Porsche los presentara esa mañana.

―¿Otro trago?― preguntó ella acercándose al par de amigos que conversaban animadamente en una mesa apartada del personal.

―Estamos bien― dijo Porsche y prácticamente la echó dejándola con las ganas de enterarse sobre el asunto que parecía tenerlos tan de buen humor.

Resultó que el tema de conversación no era tan trascendental como ella imaginaba, para el desayuno Pete le envió un mensaje a Porsche para verlo, concluyeron que podían verse en el bar, ahora que el dominante ya no necesita esconder su ubicación no hay problema alguno en que Pete venga a visitarlo. Ambos necesitaban burlarse un poco del asunto de Kinn y Vegas, porque, por supuesto que ambos perros heridos corrieron a los brazos de sus esposos para ser consolados, curados y mimados cuando Khun los dejó con el rostro hinchado y el ego agujereado.

―Es natural que Vegas corra a ti, digo, están casados― decía Porsche bebiendo su mimosa, es temprano y no tuvo animo para algo más pesado ―Pero ¿por qué vino Kinn a mi puerta?

―No te hagas el tonto Porsche― respondió Pete tras saborear el refrescante sabor del jugo de naranja con un suave gusto a champán ―Kinn y tú tienen un matrimonio, en pausa, pero un matrimonio al fin y al cabo ¿a dónde más correría ese perro rabioso? Instinto o amor, él siempre ha corrido hacia ti en estos años, es solo que antes no sabía en qué dirección debía ir, ahora que lo sabe terminará meneando la cola frente a tu puerta.

Porsche recordó la figura de Kinn dentro de su auto esperando frente a su casa, él también se sintió llamado a verlo, parecería estúpido pero el sueño se marchó y para cuando abrió los ojos con el reloj anunciando que eran pasadas las cuatro de la mañana no pensó en volver a dormir, sabía que alguien lo necesitaba. Parecería loco, pero, ver a Kinn frente a su casa lo llenó de un sentimiento dulce, como si hubiese esperado por mucho tiempo a que apareciera por su puerta y la espera por fin terminó. Y mientras bebía su segundo café por la mañana se preguntó si el único que deseaba ver a Kinn es su hijo, más allá del instinto ¿Qué hay entre ellos?

―Lo que necesitas preguntarte es ¿Qué sientes por ese perro ahora? ¿Estás dispuesto a abrir la puerta cuando aparezca mojado y con las orejas abajo para pedir consuelo? Sé que es difícil, pero... piénsalo― agregó Pete.

―No sé si tenga una respuesta para eso, ni hoy ni en el futuro.

―Porsche, el reloj corre y no solo se trata del corazón, quiero decir ¿no está la salud también? Tienes problemas y él es tu cura, entonces ¿por qué no aprovecharlo?

―Puedo aprovecharme de él sin amarlo.

―Entonces ¿por qué no lo hiciste antes? ¿Por qué estás tan alarmado con la muestra de feromonas que te dio? ¿Por qué te niegas a aceptar el tratamiento completo? Los puntos suspensivos en tu corazón sobre Kinn harán que mueras si no lo resuelves.

Los ojos de Pete se encontraron con la expresión de agobio en el rostro de Porsche y con cariño le acarició el rostro con un gesto maternal diciendo:

―El amor es una mierda, pero, es una mierda de la que no podemos escapar, ellos nos lastiman y nosotros perdonamos, vaya mierda, pero ¿realmente podemos alejarnos de ellos? No estoy a favor de Kinn, solo quiero que no tomes decisiones equivocadas como lo he hecho solo porque te duele el pasado, mírame y piensa en todo lo que he escondido ¿crees que me siento bien? Cuando sientes que la muerte te muestra su rostro ¿no querrías que Kinn sea quien sostenga tu mano? Cada vez que pasé por un aborto quería que Vegas sostuviese la mía, solo que en cada ocasión fue mi miedo el que evitó que él estuviera conmigo.

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