Veintidós

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Veintidós

Antes de poder pensar cualquier otra cosa los pasos se acercaron a él y una mano fría se posó sobre su frente y acarició sus cabellos ―Bastardo escurridizo ¿sabes lo que tuve qué hacer para encontrarte?― la voz grave y oscura de Vegas resonó en su cabeza y sus ojos se abrieron de inmediato encontrándose con el maldito diablo.

―Maestro Vegas― dijo Pete asustado, no pensó que aquel hombre lo perseguiría hasta ese lugar, es cierto que escapó de él, pero, la relación que tienen no es real, son compañeros sexuales, nunca amantes y jamás una pareja ¿Acaso llegó hasta ese lugar para hacerlo tener sexo con él? ―¿Qué hace aquí?

―Pete, mi querido Pete― Vegas tiró con fuerza de los cabellos de Pete y una sonrisa sádica se asomó en su rostro, el dolor cruzó por el cuero cabelludo del Omega y su cabeza se sintió a punto se sufrir un desgarro ―¿Creíste que te dejaría venir a este lugar solo? ¿Y si algo te pasa? ¿Y si nuestro bebé sufre porque papá no está a tu lado? Pequeño Pete ¿Quieres que te mate?

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Pete ¿Escuchó bien? ¿Vegas mencionó a su bebé? Pete abrió la boca para decir algo, pero, antes de poder emitir cualquier sonido el Alpha se apresuró a besarlo, sus labios fueron atrapados en beso agresivo y lleno de posesividad. Ahora que el Alpha sabe del cachorro está a su merced, si quiere puede incluso matarlo en ese momento y eliminar el problema de raíz, sin embargo, Pete todavía está dispuesto a negociar, si lo deja quedarse con el bebé jamás le dará problemas, no reclamará derecho alguno y jamás se volverán a ver.

―Vegas― dijo Pete cuando el hombre finalizó el beso y se apartó soltando sus cabellos ―¿Cómo...? ¿Cómo te enteraste? Nadie lo sabe.

―¿Cómo? Pete ¿cuántas veces has estado entre mis brazos? ¿Crees que no reconocería un cambio en ti? Puedes engañar a cualquiera, a tus amigos, a tus jefes pero nunca a mí, soy tu esposo, tu jodida pareja, el único con el que te acuestas ¿crees que no me enteraría? No soy estúpido mi amor.

Pete tembló, bajo la aparente calma del Alpha se escondía es furia que podría desatar el caos en cualquier momento, conoce a ese hombre, cuando está molesto podría incluso quemar al mundo entero para controlar su furia, ahora resulta que Pete es la persona que arderá en el infierno de Vegas y lo más preocupante es el destino de su hijo, quizás si ruega por clemencia el demonio se apiade de él y lo libere de sus pecados.

El sonido de una de las máquinas que controlan la salud de su abuela resonó en la cabeza de Pete sacándolo de ese momentáneo aturdimiento y trayéndolo a la realidad ―Hablemos en otro lugar― pidió sabiendo que su abuela podría despertar en cualquier momento.

―No te preocupes, no te pienso matar― Vegas se adelantó a los pensamientos de Pete ―Ni a ti ni a nuestro hijo... dicen que el primer bebé que concibe un recesivo es quizás el único que pueda tener en toda su vida, afortunadamente soy su padre, así que no tendrás que deshacerte de él.

―¿Qué?― Pete apenas entendía lo que el hombre decía, ambos son muy jóvenes, pertenecen a posiciones diferentes y por supuesto que el padre de Vegas nunca aceptará que su hijo tenga un cachorro con un simple guardaespaldas que resulta también ser un recesivo.

―Mi Pete, ¿estaría aquí si no me interesara nuestro hijo?― Vegas sonrió acerándose una vez más a Pete y dejando que su mano acaricie el suave y delicado vientre del que, hasta ahora, fue solo su compañero sexual ―No soy una bestia sin corazón.

Pete sintió su corazón temblar cuando Vegas lo tocó, su cuerpo reaccionó al hombre de inmediato, las molestias del embarazo desaparecieron casi al instante y una sensación de bienestar lo llenó. ―No toques― dijo intentando apartar al Alpha, quería creer que no necesitaba de Vegas, pero, al igual que la ocasión anterior, el bebé parecía reconocer a su padre y dejaba de sufrir.

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