Cincuenta y siete

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Cincuenta y siete

Porsche y Pete encontraron sus miradas y reconocieron la preocupación en el otro, aunque los motivos de sus angustias son distintos es difícil ocultar que ambos sufren por algo, sin embargo, encontrarse ese día tiene más que ver con Pete que con Porsche. La situación de Macao es complicada y a cualquier madre le dolería el corazón al ver que su hijo sufre, así que, esa mañana ambos están tomando una bebida fría en el café sobre el bar en una zona alejada de los clientes mientras charlan de la situación de uno de los cachorros y cómo la ayuda del otro podría salvarle la vida.

―¿Qué dijo el médico?― preguntó Porsche llevándose un gran trozo de pastel de chocolate a la boca, últimamente después de las náuseas aparece algún antojo y le hace recordar los meses de embarazo.

―Necesita las feromonas del Omega que lo ayudó en el pasado― respondió Pete imitando el comportamiento de Porsche, sin embargo, su víctima fue un trozo de pastel de fresa ―Por ahora tiene medicamentos y Tian ayudó dejando que Macao use sus feromonas, sin embargo, el efecto es corto y no aliviará el problema a largo plazo, necesitaría vivir pegado al pobre chico para mantener el equilibrio o...

―O vincularse con Tian ¿no?― dijo Porsche sintiendo pena por su sobrino.

―Así es, lo que es un problema mucho mayor.

Porsche suspiró y pensó en la época en que ambos bebés compartían mantas de osos y gatos, mientras Chay solía tener ropa y accesorios que lo hacían verse como un gatito, Macao utilizó siempre a los ositos, así que por supuesto que existe una fotografía de ambos niños vestidos como gato y oso respectivamente. La enfermedad de Ulric escogió un muy mal momento para manifestarse, si los chicos no estuviesen pasando por una pelea la solución sería rápida y por supuesto que Chay no dudaría en rescatar a su primo, sin embargo, con lo tensas que están las cosas entre ellos pedirle ese favor es un poco más complicado, Porsche no puede decidir dar las feromonas de Chay por su cuenta como lo hizo cuando era bebé, ahora es diferente y su hijo necesita dar su consentimiento.

―¿Qué método sugirió el médico para esto? ¿Intercambiar prendas con el aroma de Chay como lo hicimos cuando eran pequeños?

―No, esta vez es diferente― Pete sintió su corazón avanzar ansioso, el método del médico es más intrusivo y hasta cierto punto peligroso, así que, incluso si los niños no estuviesen separados pedir feromonas de esa forma todavía necesitaría un poco de reflexión por parte del donante.

―¿Cómo?

―Necesito una muestra pura.

Porsche sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ¿una muestra pura? Dejando de lado que su hijo es demasiado joven y su glándula es inmadura por no haber experimentado el primer celo, incluso él que es adulto dudaría de someterse a ese tipo de procedimiento. Desde que Kinn le envió aquella muestra de feromonas y supo del mal estado en que estuvo el Alpha por esa donación, tiene todavía más pavor a una extracción de feromonas; convencer a su hijo de una cosa como esa le parece una misión casi imposible.

―Sé lo que piensas Porsche y me pesa mucho pedir este favor, pero, es mi hijo el que está enfermo y no puedo hacer más que venir a ti para rogar tu ayuda― Pete tomó entre sus manos las de su amigo y las apretó con suavidad ―Por favor Porsche, de madre a madre, ayúdame.

El corazón de Porsche se sintió pesado, por una parte, es abusivo exigirle a su hijo que pase por un procedimiento tan doloroso como una extracción de feromonas y por otra parte es insensible dejar que su sobrino sufra por no poder controlar sus feromonas y caer en un desequilibrio constante. Y sobre todo ese dilema está su amigo que le sostiene las manos esperando que pueda ayudarlo, es la misma persona que llegó a la villa completamente mojado para rogar por ayuda hace quince años; nunca imaginó que ese escenario se repetiría porque todo ese tiempo confió en que la enfermedad de Ulric y la enfermedad de Jansen no aparecieran nunca más, pero, resulta que las cosas no salieron como esperaba y Ulric se activó.

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