Sesenta y cinco

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Sesenta y cinco

Kinn apareció en el bar cerca de medianoche, aunque el médico recomendó continuar con el descanso la idea de darle una visita sorpresa a Porsche fue demasiado tentadora para rechazarla. Tan pronto como cruzó la puerta del lugar las miradas se posaron en él, algunas personas chocaron accidentalmente con su cuerpo y se disculpaban con sonrisas coquetas, sin embargo, el Alpha pasó de ellas sin siquiera prestar atención a sus rostros; se dirigió directamente a la barra donde Porsche preparaba algunos tragos y, con un tono por demás coqueto dijo:

―Un East India Negroni por favor.

Porsche reconoció la voz de Kinn al instante y, levantando la mirada de las bebidas que preparaba fijó en él sus ojos con una clara advertencia, el médico fue claro en que no podía consumir alcohol por un tiempo y el Omega se encargaría de cumplir la restricción al pie de la letra. Suficiente tuvieron con todo el asunto de la explosión y el mal estado en que regresó de Los Angeles, sería irresponsable no tomarse en serio las palabras del médico.

―Un vaso de agua― Kinn cambió su pedido tan pronto como los ojos de Porsche le causaron un escalofrío.

―Eso creí escuchar la primera vez― respondió el Omega y, tras enviar los tragos a uno de los meseros para que los entregara añadió: ―Es tarde ¿por qué no estás descansando?

―Quería verte, casi pasó una semana desde la ultima vez que estuviste en mi casa...

―Dramático― se burló Porsche de la expresión de fingido sufrimiento en el rostro del Alpha ―Subamos, tengo algo que decirte.

Kinn no escuchó dos veces y siguió a Porsche hacia la trastienda donde tomaron el ascensor que los llevaría a la oficina de Porsche, en el camino se encontraron a algunos clientes que harían uso del servicio de hotel, Kinn sonrió ante la visión en los negocios de su Omega. Muchos no pueden ni dar dos pasos después de una noche de fiesta así que un hotel en el mismo bar es una gran solución a sus problemas, a la mañana siguiente se marchan con la cabeza despejada y sin temor a que la policía los detenga o causen un accidente. Las personas que subieron al ascensor parecían estar divirtiéndose, un grupo de cuatro que reía a voces fuertes y enviaban miradas coquetas a Kinn, por su parte, el Alpha pasó su brazo por la cintura de Porsche dejando en claro que estaban juntos y no necesitaba la compañía de nadie más; aunque Porsche fingía indiferencia, sus anteriores experiencias lo hicieron dudar de Kinn, el recuerdo del día en que se separaron golpeó en su memoria y comenzó a sentirse muy incómodo, sin embargo, cuando estaba a punto de alejarse de Kinn resultó que el Alpha lo atrajo a su cuerpo para enviar un mensaje a esas personas.

―Mi amor, todavía tengo sed― se quejó Kinn lo suficientemente alto para que esas personas comprendieran el tipo de relación entre ellos.

―Lo olvidé― bromeó Porsche y, en lugar de apartarse, decidió recargar su cabeza en pecho del Alpha disfrutando de esa sensación de marcar territorio frente a aquellos coquetos desconocidos.

El ascensor abrió sus puertas y la pareja junto al grupo salió de él, mientras los chicos se dirigieron al pequeño lobby para registrar su estancia en el hotel y recibir sus llaves, Kinn y Porsche entraron a la oficina del Omega y tras ellos la puerta fue cerrada con seguro para que nadie interrumpiera su conversación. No era la primera vez que se encontraban allí, sin embargo, la ocasión anterior fue caótica y estuvo llena de los sentimientos dolorosos del pasado; ahora, la atmosfera resultó muy diferente, aunque hay cosas por resolver, el odio y ese deseo de matar que corría por las venas de Porsche se habían diluido dejándolo con mejores sentimientos hacia Kinn y una especie de paz en su corazón.

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