Cincuenta y uno

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Cincuenta y uno

Kim no esperaba visitas ese día, sin embargo, de pronto alguien subía por el ascensor hasta su loft y se preparó para lo peor, su supuesto asunto de trabajo que lo mantuvo lejos de la audición de Chay en realidad se trató de una misión para obtener más información sobre Ciro Viglione y sus pasos contra los Theerapanyakul, además, también recibió una orden algo extraña por parte de Kinn y Vegas así que necesitó encargarse de ello. Volvió ese día por la madrugada y tras un par de horas en un sueño intranquilo recibió una llamada de Todd para tratar asuntos de trabajo, el productor del drama para el que compuso su última canción quería que hiciera una versión en inglés porque la historia era un éxito en el extranjero y querían dar contenido a los fans.

Así terminó metido en su pequeño estudio apurándose a traducir la letra y hacer algunas modificaciones a la pista para que se adapte. Apenas salió del estudio cuando notó los movimientos extraños del ascensor, con los nervios alterados por su última misión se apuró a tomar el arma que solía guardar en uno de los cajones de la cocina y se preparó para volarle la cabeza a quién sea que apareciera cuando las puertas se abran, esperó contando los segundos y conteniendo la respiración, uno, dos, tres, cuatro... ping, las puertas se abrieron dejando ver a un jovencito con los ojos llorosos y Kim bajó el arma de inmediato ocultándola en la caja de cereal que descansaba sobre la encimera, su intruso era Porchay que parecía haber atravesado por la peor de las desgracias posibles.

―¿Pequeño?― dijo Kim para atraer la atención de Chay y este saltó a los brazos de su P' con tal necesidad que causó preocupación en él ―¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

Chay enterró su rostro en ese abrazo y sollozó sin responder a las preguntas, aunque derramó algunas lágrimas en el taxi se obligó a aguantar el torrente de líquido salino que pugnaba por salir de sus ojos, su cuerpo tembloroso no sabía a donde ir y cuando el taxista preguntó ¿a dónde? Él dio la dirección de Kim, tal vez debió ir a casa pero no quería explicarle en ese momento a su madre todo lo que pasó, Macao era prácticamente un hermano para él, cuando descubrió que compartían la misma sangre y que en realidad son primos no pudo sentirse más contento, sin embargo, que le ocultara la verdad y encima estuviese dispuesto a no decirle que lo sabía ahora que la verdad fue revelada lo hizo sentir traicionado. De pronto, todo lo que compartió con ese chico parecía ser una completa mentira, Macao hablaba de tener una conexión y resultó que no había tal cosa porque siempre supo la verdad.

Cuando Chay por fin se calmó y estuvo listo para abandonar el abrazo de Kim se encontró con un par de ojos oscuros observándolo con preocupación, no es la misma preocupación que suele ver en los ojos de su madre, la expresión de Kim era tan diferente, es alguien que ignora todo lo que está pasando en la vida de Chay y aun así sus ojos le dicen que puede contarle todo o callar y llorar en sus brazos. A Chay le gusta ese Alpha, pero, ese día sintió que su corazón se llenó de algo más profundo que solo un tierno amor inocente, como si se derramara una especie de sustancia que protege su corazón de cualquier cosa que quiera romperlo ¿Qué es ese sentimiento?

―¿Mejor?― preguntó Kim limpiando con la punta de sus dedos los restos de las lágrimas que permanecían en las mejillas de Chay.

―Lo siento P', no pretendía venir así a tu casa...― contestó Chay con una voz constipada por el llanto ―Es solo que no quería volver a casa sintiéndome así.

―Está bien, te dije que podías venir siempre que quisieras― contempló Kim al joven de los ojos rojos y llorosos ―¿Quieres contarme qué sucedió?

Chay lo pensó, después de todo son tantas cosas las que han sucedido y muchas de ellas no las termina de comprender, tiene preguntas que le gustaría hacer a su padre y a su madre, hay muchas emociones y sentimientos en su corazón sobre Macao y al hombre que solía llamar tío. Kim podría ayudarle a desenmarañar todo ese asunto con una mirada más neutral de la situación, así que después de ese breve cabildeo decidió contarle sobre los últimos acontecimientos en su vida.

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