One-Shots 2 (Teen Wolf)

126. Stargent (1/2)

Cuando le había llegado el mensaje de que la reunión de cazadores, que se organizaba cada diez años para ver cuantos seguían con vida, iba a ser en el estado vecino, estuvo tentado a no ir. Sobre todo después de llevar siete años sin cazar nada, centrándose en curar las heridas que años atrás había ido tapando tras la responsabilidad de mantener a la manada de su hija a salvo. Pero después de que estos se fueran a la universidad, ser cazador había perdido todo el sentido, así que simplemente había colgado la ballesta. Se había mudado a dos pueblos más al norte, lo suficiente para no interferir en la vida de manada, pero para estar enterado de que sucedía con los chicos.

Y así había estado estos años, siendo un ermitaño en su nuevo pueblo. Recibiendo las visitas esporádicas de Scott y de Derek, y sin tener que enfrentarse a ninguna criatura más. Pero ahora estaba dudando, quería ir, ver cuantos quedan vivos, los nuevos clanes y, sobre todo, demostrarles que él era una mala hierba que nunca se moría. Así que se arregló la barba y el pelo antes de vestirse con la ropa que utilizaba antes, dejando abandonados sus pantalones de lino y camisas anchas. Al mirarse al espejo le costó reconocerse, tragó saliva y respiró hondo, agarrando la pistola en el proceso, notando el frío y el pesado tan familiar y, a su vez, tan lejano.

Escribió una nota y la dejó pegada en la puerta, no fuera a ser que alguno de los lobos se acercara a verle y al no encontrarlo montaran un espectáculo. Con eso se subió a su camioneta y condujo hasta Reno, no tenía mucho más de cinco horas. Tiempo suficiente para mentalizarse de lo que le esperaba al llegar. No encontraría mucho más que cazadores mayores cascarrabias, quejándose de la nueva generación. Y, por otro lado, a dicha generación que estaría expectante y desprendería soberbia por todo sus poros, queriendo demostrar que su clan era el mejor.

- Mierda.- Susurró entrando en la autovía. No había caído en el pequeño detalle que él en este momento no tenía clan, el clan Argent había muerto con Gerard, y había sido enterrado junto a Kate. Era un cazador solitario, los vestigios del que había sido uno de los clanes más respetados.

*

Al entrar en el edificio las voces se volvieron ensordecedoras, no recordaba que las reuniones albergaran una cantidad tan grande de clanes. Aun así se acercó al rincón dónde las canas estaban todas juntas. Allí un grupo de seis hombres mayores hablaban casi a susurros, dando malas miradas a los jóvenes que se acercaban a ellos. Chris los conocía a todos, amigos suyos y de su padre, así que la mirada que un principio fue agresiva se convirtió en sorpresa.

- Pero si es Argent.- Dijo Ron acercándose para darle un abrazo.- Pensé que la habías palmado en ese pueblo raro tuyo.- Chris sonrió mientras saludaba a los demás dándoles la mano.- ¿No he escuchado de tu clan en mucho tiempo, habéis estado escondidos?- Preguntó interesado el hombre, Christopher aceptó el vaso que se le ofrecía y se sentó con ellos.

- Yo soy todo el clan que queda.- Comentó con pesar, ganándose las miradas llenas de pena de estos.- Beacon Hills te quema, te destroza, mi clan murió con mi familia, yo he estado un poco alejado de todo estos años.- Comentó dando un trago a la cerveza, ignorando los murmullos de la mesa, paseó su mirada por la sala notando como había muchos nuevos clanes y realmente motivados, que es lo que necesitaba esa profesión.

- He escuchado que los lemas de esta pandilla de críos son permisivas e igualitarias, como si las bestias necesitan comprensión y no un balazo entre ceja y ceja.- Comentó Harold ganándose la atención de Chris, frunció su ceño dispuesto a contestar, pero una voz a su espalda se adelantó.

- Resulta que las bestias, son humanos como nosotros, se enamoran, tienen familias, hacen vínculos y se puede trabajar con ellas. Sobre todo si te acercas con la pistola en la cartuchera y no apuntando a su cabeza.- No necesito girarse para saber quién era, pero lo que no sabía era que hacía ahí. Al girarse se encontró con la mirada divertida whiskey que jamás olvidaría.- Hola Christopher, tus ideales no encajan mucho con los carcamales estos.- Dijo señalando a los otros, varios resoplidos y sonidos de indignación se escucharon.