•Blooming Flowers, Silent Sorrow• Traducido al español.

•Capítulo 78•

Ahora sólo esperaba que Huai En desapareciera inmediatamente para poder envolverse en su manta, buscando consuelo en el reconfortante calor para reparar los muros de su corazón que se habían desmoronado fácilmente ante Huai En.

Señalando hacia la puerta, dijo: — Deberías irte. No volvamos a vernos, no tengamos más tratos, Zhong-Zheng-Huai-En.

Huai En se quedó helado como fulminado por un rayo, incapaz de creer que su humildad hubiera dado lugar a semejante respuesta. Todo su sufrimiento a lo largo de los meses había culminado en esta declaración.

Increíblemente mirando a Xiao Bao, sus labios temblando, Huai En dijo. — Xiao Bao... por qué... qué quieres que haga, yo... Estoy de acuerdo, no peleemos más, vale... ¿Xiao Bao?

Sacudiendo la cabeza y dándose la vuelta, Xiao Bao respondió: — Devuélveme a mis padres, y entonces podremos seguir caminos separados...

— ¡¡¡Cómo te atreves!!! — Huai En rugió, dando un puñetazo en la cara de Xiao Bao tan fuerte que su puño parecía hundirse.

Con los ojos inyectados en sangre y el corazón tan dolorido que apenas podía respirar, Huai En sintió una profunda sensación de abandono. Era lamentable y triste, sí, había hecho mal, pero ¿cómo podía Xiao Bao tratarlo así? ¿No lo amaba, planeando pasar toda una vida con él? ¿Cómo podía simplemente despedirlo por un error?

También había perdonado errores, ¿no? ¿No había dicho que incluso si cometía un error, no le culparía?

— ¡¡¡Por qué!!! ¡¡Por qué tus palabras siempre no significan nada!! ¡¡Por qué siempre me engañas!! —  Huai En estaba a la vez desconsolado y furioso, sintiendo que la sangre le hervía de rabia.

—...

— Yo cometí un error, ¡¡pero tú también has cometido errores!! ¡Dije que te lo compensaría! ¡¡Por qué!! ¡¡Cómo puedes hablar tan fácilmente de separación!! ¿Qué soy yo para ti? ¿No dijiste que íbamos a estar juntos para siempre? ¡¿Entonces por qué no puedes perdonarme?!

Xiao Bao, jadeando casi hasta el punto de vomitar sangre por el revés, sintió que un océano de tristeza se hinchaba en su interior. ¿Era esta realmente la persona con la que quería estar de por vida? Alguien que carecía de emociones humanas ordinarias, que no sabía nada de los caminos del mundo, satisfaciendo sólo sus deseos sin importarle el dolor que causara a los demás. Ni siquiera podía entender la desesperación de ser traicionado por un ser querido; en su opinión, el dolor de los demás era reparable y reconciliable, sólo su propio dolor era cataclísmico, exigiendo un funeral colectivo.

Xiao Bao, demasiado agotado para seguir discutiendo, se limitó a cerrar los ojos: — O traes de vuelta a mis padres ahora, o te marchas inmediatamente. Su Yin volverá pronto; Su Yin definitivamente traerá de vuelta a mis padres sanos y salvos...

Mencionar a Su Yin fue como una fuerza estabilizadora para Xiao Bao, llenándole instantáneamente de valor. Sin embargo, para Huai En, fue como una chispa a la yesca, encendiéndolo inmediatamente.

— Su Yin... ¡Su Yin! — Huai En repitió el nombre entre dientes apretados, sintiendo de repente una extraña sensación que le hizo levantar la cabeza y mirar hacia el armario de la izquierda. Desde el momento en que entró, algo le pareció raro, pero no había tenido tiempo de pensarlo. Ahora, al traer a Su Yin, de repente se dio cuenta de la falta de coincidencia: ¡no era la ropa de Xiao Bao la que estaba en el armario, sino la de Su Yin!

La persona a horcajadas sobre él se calmó de repente, como si incluso su respiración se hubiera vuelto débil. Xiao Bao esperó durante mucho tiempo, y al ver que no se iba, abrió los ojos sorprendido, sólo para encontrarse con un par de ojos inyectados en sangre que le miraban en silencio. La mirada de sus ojos era familiar y a la vez aterradora, igual que cuando se vio atrapado en un burdel, una tormenta se avecinaba igual que entonces.

De repente, Huai En agarró con fuerza la barbilla de Xiao Bao y la levantó con fuerza hacia la izquierda, haciendo que Xiao Bao girara la cabeza para mirar hacia el armario lleno de ropa de Su Yin.

La voz de Huai En recuperó esa frialdad casi despiadada mientras señalaba el armario lleno de ropa: — ¿Es por esto? ¿Ahora estás con él?

Xiao Bao se quedó mirando sin comprender el montón de ropa, claramente diferente a la suya y fácilmente reconocible como la de Su Yin.

Huai En enderezó la barbilla, mirándole directamente a los ojos: — ¿Ahora estás con él?

Xiao Bao no sabía qué responder. Instintivamente, sabía que si aceptaba, esta noche no acabaría bien, pero negarlo podría significar perder la oportunidad de dejar que Huai En siguiera adelante.

Huai En no le dio tiempo a pensar y se inclinó para sellar con fuerza sus labios.

— ¿Ha besado aquí? —Un beso brutal y sangriento.

— ¿Ha tocado aquí? — La mano helada de Huai En se deslizó dentro de la camisa de Xiao Bao, el contacto hizo que este temblara de frío.

— ¿Te ha visto sin ropa?

— ¿Te ha lamido la piel aquí?

— ¿Te ha abrazado así?

— ¿Ha entrado en tu cuerpo?

La resistencia de Xiaobao fue insignificante bajo su embestida, rápidamente despojado de casi todo.

Huai En sujetó firmemente sus miembros en lucha y rugió: — ¡Respóndeme! ¡¡¡Contéstame!!!

— ¡¡Estás con Su Yin!! ¡¿Siempre has sido así, verdad?! ¡¿Estás jugando conmigo?! ¡¿Qué soy yo para ti?! Aquí, aquí, aquí, ¡¿no eres todo mío?! ¡¿A quién más has dejado que te toque?! ¡¡Habla!!

Sólo el dolor permanecía en el rostro de Xiao Bao, y Huai En se encontró en la misma agonía, dando la vuelta a Xiao Bao, sus expresiones no se veían para evitar el dolor vivo.

Huai En sintió que su corazón se desgarraba, un amasijo sangriento se extendía. En su vida, lo único que apreciaba, lo único que quería, lo único que podía traerle felicidad y alegría, qué difícil era aferrarse a ello.

Xiao Bao no iba en serio con él, sólo jugaba con él. Xiao Bao ya estaba con otra persona. Sólo pensarlo era suficiente para hacerle desear la muerte, por no hablar de verlo justo delante de sus ojos.

Desesperado, rasgó la ropa de Xiao Bao, con lágrimas que le nublaban la vista. Lentamente, sus manos dejaron de moverse, sabiendo que el sexo ciego y frenético no le satisfaría. Si el corazón de esta persona ya no estaba con él, ¿qué podía hacer para recuperarlo? Por hablar de castigarlo o poseerlo, ¡ni siquiera podía soportar hacerle daño!

Ahora, Huai En sólo quería abrazar a Xiao Bao y llorar amargamente, esperando estar sólo soñando. Deseaba despertar y encontrar que Xiao Bao seguía siendo su Xiao Bao, que seguía sonriéndole, que seguía gustándole, que seguía deseando estar con él para siempre.

Los sollozos de Xiao Bao hicieron que Huai En recobrara el sentido. La espalda desnuda bajo él temblaba sin cesar, y las manos de Xiao Bao, que tiraban de la larga felpa de la alfombra, ya estaban ensangrentadas por los cortes.

El vivo enrojecimiento pareció conmocionar la visión de Huai En, sacándole poco a poco de su violenta y abrumadora ira. Una vez había prometido no volver a hacerle daño, aunque esta persona hubiera roto su promesa y se hubiera acercado a otra persona. No soportaba hacerle daño, por mucho dolor que él mismo sufriera. No soportaba verle llorar. Había renunciado a todo de su pasado sólo para estar con él, y aunque el resultado lo llevó a una furia asesina, trágicamente se dio cuenta de que no podía hacerlo.

Limpiándose la cara con fuerza, Huai En abrió los puños ensangrentados de Xiao Bao y lo cubrió con una gran capa, envolviéndolo fuertemente. En un tono forzado por la calma, le susurró al oído: — El segundo día del año nuevo, en la posada Yue Lian, al norte de la ciudad, ven solo, y liberaré a tus padres.

Después de hablar, como si no se atreviera a quedarse ni un momento más, una ráfaga de viento lo atravesó y desapareció de la habitación.

Sólo entonces Xiao Bao lanzó un fuerte grito, rodando incontroladamente por el suelo, expresando imprudentemente su indescriptible dolor. El veneno frío ya había actuado cuando fue despojado de sus ropas, y lo estaba soportando, sacrificando toda su dignidad. El dolor punzante casi le volvió loco, y todo lo que acababa de experimentar le empujó a la más absoluta desesperación. Realmente no entendía por qué tenía que sufrir tanto, ni cuándo acabaría.