•Blooming Flowers, Silent Sorrow• Traducido al español.

•Capítulo 37•

Huan En sacó a Xiao Bao de la residencia Jin, haciendo un gran esfuerzo. Hizo que Zuo Ying y You Ying mantuvieran a raya a los guardias secretos colocados por Su Yin. Después de salir de la residencia, cabalgaron salvajemente durante más de treinta millas antes de escapar finalmente de la esfera de influencia de la familia Jin.

Cuando el cielo empezó a clarear, Xiao Bao, que no había dormido en toda la noche, luchaba por mantener los ojos abiertos.

Al ver su estado, Huan En se sintió impotente, pero decidió conducir a sus caballos fuera del camino oficial hacia las profundidades de un bosque, en busca de un templo en ruinas donde descansar.

Al ver el templo que apenas se mantenía en pie y dejaba pasar el viento por todos lados, a Xiao Bao se le cayó la cara de vergüenza. — ¿No pasamos por una posada de camino hacia aquí? Sólo tardaríamos un momento en volver; ¿por qué descansar en un lugar así? Esto no es apto para la gente.

Huan En le fulminó con la mirada. — Si quieres comodidad en todas partes, lo mejor es que vuelvas y pidas a Zhao Cai y Jin Bao que te preparen un carruaje y un mullido sofá. Puedes estar cómodo como quieras.

Insatisfecho, Xiao Bao murmuró: — Eso no significa que tengamos que dormir en un lugar así. Esto es espeluznante. Quién sabe qué clase de cosas inmundas puede haber por aquí.

— Si eso es lo que sientes, continuaremos nuestro camino. Pero sólo podemos quedarnos en lugares como éste; de lo contrario, no pasarán ni dos días antes de que tu familia nos encuentre.

Xiao Bao parecía completamente miserable de pie en el templo desierto, rodeado de estatuas y muebles rotos, una gruesa capa de polvo en el suelo marcando cada uno de sus pasos, y telas de araña llenando las vigas de arriba, con el viento silbando a través de huecos en la estructura.

¿Cómo iba a dormir así?

Siempre había tenido lo mejor desde que era joven, nunca había tenido que pasar penurias. Si la persona que tenía delante no fuera Huan En, habría perdido los estribos hace mucho tiempo. Sólo delante de Huan En no se atrevía a actuar voluntariamente.

Mientras dudaba, vio que Huan En ya había colocado un tablón en el suelo, sacó dos piezas de ropa de su mochila para colocarlas encima, y se tumbó él mismo, haciéndole una señal con la mirada.

Xiao Bao se preparó y se acercó, sintiendo que realmente no podía tumbarse.

Huan En, impaciente, tiró de él. El tablón era bastante ancho, lo suficiente para que se tumbaran dos personas, aunque tuvieran que estirar las piernas. Por desgracia, Huan En no había pensado en controlar su fuerza, y las rodillas de Xiao Bao golpearon directamente el suelo cubierto de polvo espeso y guijarros (1), causándole un dolor que le hizo gritar involuntariamente.

(1) Los cantos rodados o guijarros (chinas o chinarros, cuando son de pequeño tamaño) son fragmentos de roca pulidos y sueltos, susceptibles de ser transportados por medios naturales, como las corrientes de agua, los corrimientos de tierra, etcétera.

Huan En, frunciendo el ceño, tiró de él para que se sentara en el tablón, mirándole con incomodidad: — ¿Cómo puedes ser tan inútil, incapaz de soportar siquiera un poco de dolor?.

Ser regañado así, además de tener que permanecer en un templo tan ruinoso, ya era exasperante para Xiao Bao, y ahora se sentía aún más agraviado. Siempre había tenido miedo al dolor, y las heridas que había sufrido desde que creció no eran nada comparadas con las que sufrió después de conocer a Huan En. Por desgracia, en el mundo de Huan En sólo parecía existir él mismo. Incluso si Xiao Bao intentaba explicarle que las personas son diferentes, Huan En probablemente sólo le consideraría un inútil, sin sentir ningún remordimiento por haberle herido accidentalmente.