༄ FAMILIA FELIZ ༄

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Feli se despertó temprano aquella mañana, sabiendo que le esperaba un día lleno de pendientes. Antes de salir, se asomó al cuarto de los gemelos, Leo y Mía, que dormían plácidamente, abrazados uno al otro. Sonrió, ajustando las cobijas sobre ellos, y bajó a la cocina, donde encontró a Victoria con una taza de café en mano.

—Ya me voy, amor. Por favor, no hagas locuras con los niños. De verdad, no quiero sorpresas al volver.

Victoria arqueó una ceja, con una sonrisa burlona en los labios.
—¿Locuras? Baby, soy la sensatez personificada.

Feli la miró con una expresión entre divertida y desconfiada.
—Esa sonrisa no ayuda. Te conozco. Eres como un imán para el caos cuando estás con ellos.

Victoria soltó una risa y levantó su taza como si brindara.
—Confía en mí, todo estará bajo control... más o menos.

Feli negó con la cabeza, le dio un beso rápido y salió, no sin antes lanzar una última advertencia:
—Victoria, que no tenga que arrepentirme.

El día transcurrió rápido, pero al volver a casa, Feli notó algo extraño. Al abrir la puerta, fue recibida por un panorama que parecía sacado de una película de desastres: juguetes tirados por todas partes, harina esparcida en la cocina y manchas de jugo sobre el sofá.

—¿Qué demonios...? —murmuró mientras avanzaba con cuidado, siguiendo las huellas diminutas de pintura que llevaban hacia el cuarto de juegos.

Cuando llegó, la escena la dejó sin palabras. Las paredes, antes blancas con toques verdes, estaban cubiertas de manchas de colores, como si un arcoíris hubiera explotado allí. En el centro de todo estaban Victoria, Leo y Mía, completamente cubiertos de pintura. Incluso la cama había sido víctima del "arte" improvisado.

—¡Mami! —gritó Mía, corriendo hacia Feli con los brazos abiertos y dejando un rastro de pintura amarilla en el suelo—. ¡Mira, Mami! ¡Pintamo' bonito!

Leo también corrió hacia ella, sosteniendo un pincel como si fuera un trofeo.
—¡Mami, mira! ¡Nosotra' hicimo' obra de arte!

Feli cruzó los brazos, mirando a Victoria, que sonreía nerviosa mientras trataba de limpiarse las manos con un trapo.
—Victoria... ¿qué es esto?

—Pues... arte abstracto, supongo. —Victoria intentó bromear, pero su sonrisa delató su culpabilidad—. Los niños querían pintar, y pensé que sería divertido.

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