୨ৎ TIEMPO FAMILIAR ୨ৎ

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La historia de Victoria y Feli comenzó como un cuento de hadas, uno lleno de luces brillantes y promesas. Se conocieron en un concierto donde Victoria, la artista en ascenso, estaba conquistando el escenario, mientras Feli, una joven que amaba la música, no podía dejar de admirarla. Desde aquel primer encuentro, la conexión entre ellas fue instantánea, profunda. El amor creció con rapidez y, pronto, formaron una familia, un hogar lleno de risas y sueños. Cuando Mili, su hija, nació, parecía que todo estaba en su lugar, que nada podía separarlas.

Sin embargo, la fama de Victoria comenzó a cambiar las cosas. Al principio, todo era emocionante. Los conciertos, las entrevistas, la gente reconociéndola por la calle. Feli, siempre tan amorosa y comprensiva, apoyaba a Victoria en todo, orgullosa de su éxito. Pero la vida en el centro de la fama no era tan fácil como parecía. Las giras, las horas interminables de entrevistas, los viajes a diferentes países... Las ausencias de Victoria empezaron a hacerse más notorias, y Feli y Mili comenzaron a sentir su ausencia más que nunca.

Una tarde, mientras Mili jugaba con sus muñecos en la alfombra del salón, Feli se acercó a ella, sintiendo que algo no estaba bien. La niña solía ser alegre, siempre correteando por la casa, pero ahora estaba más tranquila, casi apagada. Feli la observó desde la cocina, preocupada.

—Mili, ¿qué pasa, cariño? —preguntó Feli, dejando el cuchillo a un lado mientras se agachaba a su altura.

La niña levantó la vista, pero no tenía la misma chispa en los ojos de antes.

—¿Dónde está mamá Vicky? —preguntó Mili con una voz suave, casi temerosa, como si ya supiera que su mamá no estaría cerca.

Feli suspiró, su corazón encogido al ver la tristeza en los ojos de su hija. Sabía que Mili había empezado a notar las ausencias de su madre.

—Mamá Vicky está trabajando, mi amor. Pero pronto va a estar aquí, te lo prometo —respondió Feli, aunque no estaba completamente segura de cuándo llegaría Victoria. La promesa de su regreso ya no era suficiente para calmar la creciente preocupación de Mili.

Mili asintió lentamente, pero Feli vio cómo sus pequeños hombros caían un poco, como si ya no creyera en esas promesas. Un dolor sordo se instaló en el pecho de Feli al ver a su hija tan triste.

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