Primer Amor: Parte 04

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Las luces de la fiesta parpadeaban con colores vibrantes, llenando el salón con una atmósfera efervescente de energía y euforia. Los chicos y chicas a su alrededor se movían al ritmo de la música, sus risas se alzaban por encima de los bajos ensordecedores, y las voces se mezclaban en una cacofonía de gritos y exclamaciones. Todo el mundo parecía estar pasándola genial... menos él.

Vicent dejó escapar un suspiro frustrado mientras se apoyaba en la pared, mirando distraídamente a las personas a su alrededor. Tenía a un par de chicas guapas a su lado, ambas mirándolo con sonrisas sugestivas, esperando alguna señal de interés. Habían pasado buena parte de la noche intentando atraer su atención, pero no lograban despertar en él nada más que una sensación de desinterés. Algo estaba fuera de lugar, algo no encajaba, y cada minuto que pasaba en esa fiesta lo dejaba más claro.

Una de las chicas, rubia y con los labios pintados de un rojo brillante, se inclinó hacia él, casi empujando el vaso de bebida en su dirección.

-Vicent, ¿quieres bailar conmigo? -preguntó, su tono era dulce, insinuante, casi demasiado cargado de intención.

Vicent miró el vaso y luego a la chica, notando el brillo de expectación en sus ojos. Cualquiera en su lugar se habría sentido halagado, y cualquier otro chico habría aceptado sin pensarlo, pero en lugar de responder, lo único que hizo fue encogerse de hombros y forzar una sonrisa.

-Lo siento, no tengo ganas de bailar ahora, -respondió con voz suave pero firme.

La chica parpadeó, sorprendida, y luego frunció ligeramente el ceño. Pero no insistió. Solo se apartó con una risita incómoda, murmurando algo a su amiga. Vicent ni siquiera prestó atención a lo que decían. Su mente estaba en otro lugar... o mejor dicho, con otra persona.

Mientras la música seguía retumbando en el salón, su mirada recorrió la multitud una vez más. Parejas riendo, amigos animados, algunos chicos conversando animadamente en grupo. Pero a pesar de toda la compañía que lo rodeaba, no podía evitar sentir que faltaba algo, o alguien.

¿Por qué no vino? La pregunta rondaba en su mente desde el momento en que había llegado. Alastor había dicho que no era de fiestas, que prefería quedarse en casa, pero... ¿por qué su ausencia le molestaba tanto? Hacía solo unos meses que se habían hecho amigos, y aunque al principio no pensó que fuera a ser algo especial, con el tiempo la compañía de Alastor se había vuelto casi esencial.

Vicent entrecerró los ojos, ignorando los movimientos de la gente a su alrededor, y trató de centrarse en lo que sentía. Desde que se hicieron amigos, algo había cambiado en él, algo que no lograba identificar. Alastor era tan... diferente. Había algo en él que lo diferenciaba de los demás chicos con los que solía juntarse. No era solo su apariencia más delicada o su forma de hablar, sino la manera en que siempre parecía escuchar con atención, como si cada cosa que Vicent dijera tuviera un peso especial.

Y ahora, sin Alastor allí, se sentía... vacío.

-¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? -murmuró en voz baja, apenas consciente de que había dicho las palabras en voz alta.

Frustrado, sacó su celular y miró la pantalla. Había intentado enviarle algunos mensajes, pero no había obtenido respuesta. Quizás se había quedado dormido, o quizás simplemente estaba ignorando el teléfono. En cualquier caso, eso solo intensificaba la sensación de descontento que lo invadía.

Con un bufido, se enderezó y decidió que ya había tenido suficiente. Esto es ridículo. Se suponía que debía estar pasándola bien, disfrutando de la compañía y la música, pero no podía concentrarse en nada. Cada vez que una chica se le acercaba, su mente automáticamente lo llevaba a comparar su rostro con el de Alastor, su risa con la de él... y cada vez, la comparación dejaba a las chicas en desventaja.

Terminó su bebida de un trago, dejó el vaso vacío en una mesa cercana y salió del bullicioso salón. El aire fresco de la noche le golpeó el rostro cuando abrió la puerta, y dejó escapar un suspiro de alivio al apartarse de la muchedumbre.

-Esto es una pérdida de tiempo... -se dijo mientras empezaba a caminar hacia su casa.

Metió las manos en los bolsillos y caminó lentamente por las calles medio desiertas, iluminadas solo por la luz intermitente de las farolas. La brisa de la noche le despeinó el cabello, y un escalofrío recorrió su espalda. Pero en lugar de apresurarse, bajó el ritmo, su mente perdida en pensamientos confusos.

¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué Alastor ocupaba tanto espacio en su mente últimamente? Era solo su amigo... eso lo sabía bien. Solo un amigo con el que disfrutaba pasar el tiempo, alguien con quien hablar y compartir cosas. Pero... ¿era solo eso?

Cuando pensaba en Alastor, se sentía... ansioso, casi nervioso. Había algo reconfortante en estar a su lado, en verlo reír o en escuchar sus comentarios sarcásticos. Incluso cuando Alastor se ponía serio, Vicent encontraba algo extraño y casi adictivo en sus expresiones, algo que lo hacía querer quedarse cerca por más tiempo.

-Es tan distinto... -murmuró para sí mismo. Alastor no era como los otros chicos con los que solía juntarse. Era más... delicado, sí, pero no en el mal sentido. Era alguien que no necesitaba alardear para hacerse notar, alguien cuya presencia parecía envolverlo con una calidez inexplicable.

Y cuando Alastor sonreía... Vicent no podía evitar querer sonreír también.

Se pasó una mano por el cabello, despeinándolo más de lo normal. ¡Demonios! ¿Qué diablos estoy pensando? Pero no podía evitarlo. Desde que se habían hecho amigos, había algo en la forma en que veía a Alastor que lo hacía sentir diferente, algo que no entendía.

Sus pensamientos se detuvieron cuando sintió el celular vibrar de nuevo en su bolsillo. Rápidamente lo sacó, su corazón acelerándose por un momento... solo para desacelerar con un latido pesado al ver que no era Alastor, sino solo un mensaje promocional.

Vicent apretó los dientes y volvió a guardar el móvil. No podía creer que estuviera tan pendiente de él. Era estúpido, ¿no? Pero aun así, no podía negarlo: la noche había sido un fracaso porque Alastor no estaba allí.

Se quedó quieto un momento, mirando el cielo oscuro y sintiendo cómo el peso de esa extraña inquietud se asentaba en su pecho.

-¿Por qué me siento así? -murmuró al aire nocturno, sin esperar una respuesta. No era normal sentirse tan... ansioso por un amigo, ¿cierto? No era normal querer pasar cada segundo con él, reír con él, y, sobre todo, odiar la idea de que pudiera estar con alguien más.

Vicent negó con la cabeza, como si quisiera despejar esos pensamientos. Pero una cosa era clara: Alastor no era como los demás. No era solo un amigo cualquiera. Había algo en él que hacía que todo se sintiera distinto... algo que Vicent todavía no lograba entender.

Y mientras caminaba hacia su casa, solo había una cosa en su mente: ¿Qué eres para mí, Alastor?

Una pregunta que no sabía cómo responder.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora