Falda: Parte 01

24 2 0
                                    

La luz del mediodía iluminaba los pasillos de la universidad con una claridad que solo podía compararse con la tensión que se vivía durante la semana de exámenes. Los estudiantes deambulaban entre clases, libros y cafeterías, mientras las conversaciones sobre pruebas y tareas llenaban el ambiente. Alastor, por su parte, caminaba con su paso usualmente tranquilo y pulcro, sin prisa, pero con determinación. Había pasado la mañana en la biblioteca, y se dirigía a la cafetería donde Rosie lo esperaba. No era raro que ambos se reunieran entre clases, ya fuera para compartir un café o discutir sobre sus proyectos.

Cuando llegó, encontró a Rosie nerviosa, mordiéndose el labio mientras jugaba con la taza frente a ella.

-¡Alastor! -exclamó Rosie al verlo, poniéndose de pie de inmediato. Alastor alzó una ceja, notando su ansiedad.

-Rosie, ¿todo bien? Pareces... algo preocupada -dijo con una pequeña sonrisa.

-¡Necesito un favor enorme! -dijo Rosie de inmediato, agarrándolo del brazo y obligándolo a sentarse frente a ella.

Alastor ladeó la cabeza, algo desconcertado por la urgencia en su voz, pero la conocía lo suficiente como para saber que debía escucharla antes de decidir si reírse o preocuparse.

-Bueno, ¿qué puedo hacer por ti? -preguntó, intentando mantener un tono ligero.

Rosie se inclinó hacia él, como si estuviera a punto de contarle un secreto de vida o muerte.

-Tengo un examen de historia esta tarde, y no puedo hacerlo... -comenzó ella, mirándolo con ojos suplicantes.

Alastor la observó con una mezcla de sorpresa y confusión.

-¿Y...?

-Y necesito que lo hagas tú por mí -dijo ella rápidamente, sin dejarle tiempo para procesar. Alastor frunció el ceño, completamente desconcertado ahora.

-¿Qué? ¿Yo? Rosie, no puedo simplemente ir y hacer tu examen, me van a descubrir. No soy tú -rió suavemente, como si fuera una broma de mal gusto.

Rosie sacudió la cabeza, ansiosa.

-No, no, escucha. Eres la única persona en quien puedo confiar para esto. Eres lo suficientemente inteligente, sabes de historia... además, ¡ni siquiera se darían cuenta! El profesor aún no me conoce-dijo ella, sonriendo con una seguridad que Alastor no compartía.

-Rosie, no soy exactamente... tú -repitió, haciéndole un gesto de arriba a abajo para señalar lo obvio: él era un chico y ella no.

Entonces Rosie, con una sonrisa algo culpable, sacó un uniforme de su bolso. Era su uniforme: una falda corta y una blusa ajustada.

Alastor sintió que su rostro palidecía en un instante.

-No -dijo inmediatamente, con una expresión de absoluta incredulidad-. No, Rosie. ¡No voy a ponerme eso!

Rosie le lanzó una mirada desesperada, como si su vida dependiera de ello.

-¡Por favor, Alastor! Sabes que no tengo a nadie más. Tú podrías hacerlo. Eres de mi tamaño, y... bueno, tienes ciertos hábitos que podrían ayudarte a pasar desapercibido.

Alastor la miró con incredulidad, aún procesando la idea. Sabía exactamente a qué "hábitos" se refería Rosie, y aunque a veces había recibido comentarios al respecto, nunca lo había visto como algo problemático. Le gustaba mantenerse limpio, no le gustaba sudar, cuidaba su piel y su cabello, usaba productos de cuidado personal que algunos considerarían femeninos, incluso en su caminar se notaba. Pero eso no significaba que estuviera dispuesto a ponerse una falda y caminar por el campus pretendiendo ser alguien más.

-Rosie, esto es ridículo. ¿Cómo voy a engañar a un profesor con... con una falda? -preguntó, su voz mezclando incredulidad y vergüenza.

Rosie lo miró con una sonrisa astuta.

-Porque eres tú. Eres organizado, te cuidas, sabes cómo actuar de manera impecable. Nadie te miraría dos veces. Además, sabes que me debes muchos favores. Por favor, Alastor. Necesito esto -insistió.

Alastor se hundió en la silla, suspirando profundamente mientras se pasaba una mano por el rostro. Sabía que Rosie tenía razón en parte. Él sí era meticuloso con su apariencia, y en más de una ocasión había demostrado ser bastante habilidoso cuando se trataba de engaños menores, aunque nunca había hecho algo tan extremo. Y sí, le debía varios favores a Rosie. Sin contar todas las veces que ella lo había ayudado con sus propios líos.

Pero esto... esto era diferente.

-Si Vincent me llega a ver... -murmuró, claramente avergonzado con solo pensarlo. Su novio, Vincent, era protector y no precisamente tímido cuando se trataba de expresar sus opiniones.

Rosie agitó la mano despreocupadamente.

-Vincent no va a estar cerca. ¡Solo será una hora! Entro, hago el examen, y salgo. Nadie tiene que saberlo. Además, ¿quién podría reconocer a alguien tan bien vestido y peinado como tú? -bromeó, dándole un pequeño empujón amistoso.

Alastor la miró, resignado.

-Lo haré solo con una condición -dijo, señalándola con firmeza-: que Vincent no se entere de esto. Nunca.

Rosie asintió tan rápido que casi se le cayó el sombrero.

-¡Trato hecho!

Suspirando, Alastor se levantó y tomó el uniforme con desgana, mirando la pequeña blusa y la falda con una mezcla de desdén y resignación.

-Esto va a ser un desastre... -murmuró, pero Rosie ya estaba celebrando su pequeña victoria.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora