Primer Amor: Parte 01

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Alastor estaba en el salón, sentado al lado de Vicent como casi todas las tardes desde que se habían hecho amigos. Era una conexión que se formó de manera espontánea y sin mucho esfuerzo: una sonrisa compartida, unas cuantas palabras intercambiadas, y para cuando se dio cuenta, Alastor ya estaba riendo de las bromas de Vicent y buscando cualquier excusa para estar cerca de él.

Vicent era de esos chicos que acaparaban las miradas, seguro de sí mismo y con una actitud relajada que se ganaba la simpatía de cualquiera. Al principio, para Alastor solo era eso: un chico carismático con quien pasar el rato. Pero con el tiempo, comenzó a notar algo más. Su pulso se aceleraba cuando Vicent lo miraba de reojo, y una sensación cálida e inexplicable recorría su pecho cada vez que el otro lo elogiaba o lo llamaba por su nombre con esa voz grave y despreocupada.

"¿Qué diablos me pasa?" se preguntaba una y otra vez, tratando de restarle importancia a lo que sentía. No había nada entre ellos más allá de una amistad, y eso era todo lo que debía ser. Nada más.

Pero el corazón, rebelde como siempre, no escuchaba razones.

Estaban hablando de cualquier cosa, de las tonterías del día y de algún partido que Vicent vio en la televisión, cuando de repente, un grupo de chicas pasó por la puerta del salón. El lugar estaba bastante vacío a esa hora, con solo un par de estudiantes más esparcidos en diferentes asientos. Alastor apenas las notó, pero para Vicent fue distinto.

-¡Uf!-silbó Vicent con una sonrisa socarrona, sin molestarse en bajar la voz. -Mira nada más... Qué suerte la nuestra, ¿eh?

Alastor sintió un pinchazo en el pecho, tan inesperado que tuvo que disimular su incomodidad. "Es solo un silbido, no es la gran cosa", se repitió. Pero no fue solo el silbido lo que lo molestó, sino la forma en la que Vicent miraba a las chicas, con esa expresión apreciativa que nunca había usado con él. Era estúpido sentirse mal por eso; después de todo, él no era más que su amigo, un simple compañero con el que compartir risas y charlas tontas. Vicent no le debía nada... no tenía derecho a sentirse así.

Y aun así, la incomodidad no desaparecía.

-Tienen buena pinta, ¿eh? -continuó Vicent, girándose hacia Alastor y dándole un pequeño codazo amistoso. - ¿No crees?

Alastor fingió una sonrisa y miró hacia donde él apuntaba, sintiéndose absurdamente culpable por no poder compartir su entusiasmo. -Eh... sí, supongo -murmuró sin ganas, apartando la mirada casi de inmediato.

No era la primera vez que Vicent hacía un comentario así, pero de alguna manera, esta vez le dolió más. Tal vez porque, durante los últimos meses, había empezado a sentirse extraño cada vez que estaban juntos. Había noches en las que repasaba cada conversación en su cabeza, cada sonrisa que le dedicaba y cada mirada que compartían, buscando algún significado oculto, una señal de que no estaba imaginando las cosas... Pero no. Vicent no le veía de esa forma, y ese silbido casual lo dejaba en claro.

-Esas chicas... deben tener muchos chicos detrás de ellas, -dijo Vicent, apoyándose contra la mesa con un suspiro exagerado. - Pero supongo que yo podría tener una oportunidad si me lo propongo. ¿Qué piensas? ¿Me vería bien con alguna?

Alastor sintió que algo dentro de él se revolvía con desagrado. Era como si cada palabra de Vicent estuviera arañando una parte de su pecho que había tratado de ignorar. No quería responder, pero no podía quedarse callado. Se obligó a sonreír de nuevo, aunque esta vez le costó más.

-Tal vez -respondió, con la voz un poco más áspera de lo que pretendía. Vicent levantó una ceja, como si notara el cambio de tono, pero no dijo nada. Solo se encogió de hombros con indiferencia.

-Tal vez, ¿eh? -repitió, y volvió a mirar hacia las chicas. - En fin, da igual. Solo estaba mirando. No soy de esos que se lanzan a lo loco.

"Ah, ¿no?" pensó Alastor, sin poder evitar la punzada de ironía. "Entonces, ¿por qué demonios te importa tanto hablar de ellas?"

Lo odiaba. Odiaba sentirse así, tan... pequeño y molesto por algo que no tenía la menor importancia. Vicent podía mirar a quien quisiera, elogiar a quien se le antojara... pero entonces, ¿por qué dolía tanto? ¿Por qué cada palabra suya se sentía como un recordatorio de todo lo que nunca podría tener?

-¿Te pasa algo? -preguntó Vicent de repente, inclinándose hacia él con una expresión genuina de preocupación. Sus ojos lo observaban con atención, y Alastor sintió que su corazón daba un salto traicionero. La proximidad, el tono suave de su voz... Por un momento, fue como si todo lo demás se desvaneciera y solo estuvieran ellos dos, solos en un rincón del universo.

-No, nada, -mintió rápidamente, apartándose un poco. -Solo estoy... distraído.

Vicent lo observó un poco más, y luego sonrió, esa sonrisa fácil que siempre tenía para él.

-Bueno, ya sabes que si algo te molesta, puedes decírmelo, ¿no? No voy a morder.

Alastor rió, un sonido débil y sin humor.

-Lo sé.

Y así se quedó, con ese molesto nudo en el pecho que no quería desaparecer. Porque aunque Vicent no lo supiera, sí que le había mordido. Lo había hecho desde el primer día en que se hicieron amigos, sin darse cuenta, con cada gesto amable y cada palabra compartida. Y ahora, Alastor estaba atrapado, con el corazón entre sus dientes y sin ningún derecho a decirle que dejara de morder. Porque, al fin y al cabo, no era más que un amigo.

Sólo eso.

Nada más.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora