Ansias: Parte 05

21 2 3
                                    

El suave resplandor de la mañana se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación de Alastor en una luz cálida y suave. Sin embargo, la paz que solía recibir con la llegada del amanecer no estaba allí. Al abrir los ojos lentamente, sintió el peso de lo sucedido la noche anterior sobre su pecho, como una piedra imposible de mover. El corazón le dolía con cada latido, y por un momento, contempló la posibilidad de quedarse en la cama, de no enfrentar el día.

Pero eso solo sería darle más poder a esos sentimientos desagradables.

Con un suspiro largo y pesado, se levantó, aún sintiéndose mareado y con los ojos ardiendo por la falta de sueño. Se arrastró hasta el baño, donde se lavó la cara y se miró en el espejo. Sus ojos rojos estaban opacos, sin el brillo juguetón de siempre. La marca en su cuello, débil pero presente, le hizo estremecerse. Rápidamente, se acomodó el cuello del pijama para cubrirla y se forzó a sonreír. Parecía vacío. Fingido.

Tenía que fingir por ahora. Por su madre.

Bajó las escaleras en silencio y fue directo a la cocina, moviéndose con una especie de automatismo. Sacó la sartén, los huevos y un poco de pan. Sabía lo que tenía que hacer, incluso si no tenía el ánimo para ello. Cocinar era una pequeña forma de darle estructura a un día que se sentía caótico e incompleto. Rellenó la tetera, encendió la estufa y dejó que el suave silbido del agua hirviendo lo distrajera mientras batía los huevos en un tazón.

-¿Alastor? -La voz somnolienta de su madre lo hizo saltar un poco. Se giró y la vio entrar a la cocina, con el cabello alborotado y una sonrisa de buenos días en el rostro-. ¿Estás preparando el desayuno? Creí que te ibas a quedar en casa de Vicent anoche. -Se estiró y tomó asiento en la mesa de la cocina, observándolo con curiosidad.

Alastor se tensó un poco, pero rápidamente forzó una sonrisa y continuó cocinando.

-Oh, eso... tuvimos una pequeña pelea... -mintió con un tono que intentaba sonar despreocupado, pero que quedó extrañamente plano.

Su madre alzó una ceja, apoyando el codo sobre la mesa y posando su mentón en la mano. Lo observó con más atención, entrecerrando los ojos.

-¿Pelea? -preguntó lentamente-. Pero eso nunca los ha detenido antes. Siempre lo arreglan en unos minutos. ¿Qué pasó esta vez?

Alastor apretó los labios y bajó la vista, apartando la mirada del sartén y enfocándose en el plato donde serviría los huevos. Se sintió atrapado. No podía decir la verdad, ni siquiera podía acercarse a lo que realmente había pasado. Si su madre se enteraba... Oh, si su madre supiera... Vicent podría estar en un grave problema. Sabía que ella no dudaba en protegerlo a toda costa, incluso si eso significaba ir directamente a confrontar a la familia de Vicent.

La idea lo asustaba casi tanto como la memoria de la noche anterior.

-Fue una tontería, mamá -dijo finalmente, tratando de sonar casual-. Estaba cansado, y creo que ambos estábamos de mal humor. No pasó nada, solo... necesitaba tiempo a solas.

Su madre se quedó en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Luego asintió lentamente, aunque el ceño fruncido y la preocupación en sus ojos no se desvanecieron.

-¿Y él lo entendió? -preguntó con suavidad, inclinándose hacia adelante para tratar de captar su mirada.

Alastor asintió rápidamente, demasiado rápido.

-Sí, claro. Es solo que... supongo que a veces necesitamos espacio, ¿sabes?

Su madre no parecía convencida, pero no presionó más. En lugar de eso, suspiró y se levantó para servirse una taza de té, mirándolo con esa expresión que siempre usaba cuando estaba pensando en cómo aconsejarlo.

-Alastor, cariño, las peleas son normales en las relaciones. Pero siempre tienes que asegurarte de que las resuelvan de manera sana, sin lastimarse el uno al otro. -Se acercó y le dio un suave golpecito en la cabeza, sonriendo con cariño-. Si las cosas se sienten muy mal, nunca dudes en hablarme, ¿sí?

Alastor sonrió débilmente, fingiendo una alegría que no sentía.

-Lo sé, mamá. Gracias.

La conversación se desvió a temas más triviales mientras terminaban de desayunar. Alastor se forzó a mantener la calma, a responder con su típica cortesía, pero su mente estaba a kilómetros de allí. Apenas terminó de lavar los platos, se disculpó y subió rápidamente a su habitación, sintiendo que cada paso lo acercaba más al estallido emocional que había estado reprimiendo desde la noche anterior.

Cerró la puerta de su cuarto y se dejó caer en la cama, cerrando los ojos con fuerza.

Vicent.

No había pasado ni un día, pero su celular estaba inundado. Lo sacó de su bolsillo con las manos temblorosas y vio las decenas de notificaciones de mensajes sin leer, llamadas perdidas, incluso mensajes directos en sus redes sociales. Vicent había intentado comunicarse con él de todas las formas posibles. Había un patrón: primero las llamadas, luego los mensajes de texto... y finalmente, los mensajes en su computadora desde su Instagram, Facebook, Twitter, incluso en el Quiz de parejas. Los más recientes eran desesperados.

"Lo siento, Al."

"No fue mi intención."

"Por favor, hablemos."

"Por favor."

Alastor los miró, sus ojos ardiendo de rabia y dolor. Quiso lanzar el teléfono al otro lado de la habitación, pero se contuvo, temblando de furia. ¡No había nada que Vicent pudiera decir para arreglarlo! No había excusa que valiera. Las imágenes de la noche anterior seguían regresando: las manos apretando su cintura, los besos agresivos que lo hacían sentir atrapado. La forma en que sus palabras habían sido ignoradas.

Él había dicho que no. Había dicho que no.

Pero Vicent no se había detenido. No hasta que lo golpeó. Al pensar en ello, las lágrimas que había estado conteniendo finalmente comenzaron a desbordarse. ¿Cómo había llegado todo a esto? ¿Cómo alguien que decía amarlo podía hacerlo sentir tan vulnerable, tan insignificante?

Respiró con dificultad, tirando el teléfono a un lado y cubriéndose el rostro con las manos.

Esto no tenía sentido. No tenía ninguna explicación válida. Vicent siempre había sido cariñoso, siempre lo había respetado. Hasta anoche. Y todo porque...

-¡Qué estupidez! -murmuró Alastor con ira.

Para Alastor el motivo fueron los comentarios de sus amigos.

Si esa era la razón por la que Vicent había actuado así, si de verdad se había dejado influenciar por una conversación tan tonta... Entonces su relación había sido más débil de lo que pensaba.

Apretó los puños, respirando hondo. Estaba enojado, frustrado y... traicionado. No sabía si podría perdonar a Vicent por esto. No sabía si quería.

Con la garganta ardiendo, miró el teléfono y las notificaciones una última vez. Luego, con una decisión fría y amarga, apagó el dispositivo y lo dejó de lado.

Si Vicent quería hablar, tendría que encontrar la manera de demostrarle que merecía ser escuchado... porque por ahora, Alastor no quería saber nada más de él.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora