Bebida: Parte 03

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El aire en la habitación era cálido y tranquilo cuando Vicent, sosteniendo una bandeja con una tetera y una taza, empujó suavemente la puerta de la habitación de Alastor. El aroma del té de hierbas llenaba el aire, prometiendo calma y relajación, exactamente lo que pensaba que su pareja necesitaba después de la intensa tarde que habían tenido.

-Al, te traje un poco de té -anunció en voz baja, acercándose a la cama donde Alastor yacía medio recostado, con el cabello desordenado y los ojos todavía brillando con el rastro de los efectos de la bebida de antes.

Pero en cuanto cruzó el umbral, Alastor se incorporó como un resorte, sus ojos encendidos por una emoción intensa que Vicent no logró identificar de inmediato. Antes de que pudiera decir nada más, Alastor se lanzó hacia él, sus brazos rodeando su cuello y sus labios presionándose con urgencia contra los suyos.

-Al, espera... -trató de murmurar Vicent, con la voz atrapada en su garganta mientras dejaba la bandeja a un lado rápidamente para no derramar el té.

Pero Alastor no escuchaba. Sus besos eran insistentes, su cuerpo presionándose contra el de Vicent con una necesidad palpable, una urgencia que lo hizo tambalearse. Los dedos de Alastor se aferraban a su camisa con fuerza, tirando de él como si intentara acercarlo aún más, como si quisiera que fueran una sola persona en ese instante. Vicent sintió un calor abrumador recorrer su piel, y sin poder evitarlo, correspondió los besos, sintiendo la pasión encenderse entre ambos.

-Al... para, espera un segundo... -susurró de nuevo, pero Alastor simplemente se aferró más fuerte, sus labios recorriendo su mandíbula y bajando por su cuello con un fuego inusual. Vicent jadeó, la sensación de los labios de su pareja contra su piel, cálidos y tentadores, nublando sus pensamientos.

-No quiero esperar -murmuró Alastor, su voz ronca y cargada de deseo. Sus manos se movieron con destreza, deslizándose bajo la camisa de Vicent y acariciando la piel tersa de su abdomen-. ¿Por qué debería esperar? ¿No me quieres?

El tono vulnerable y cargado de anhelo hizo que Vicent tragara saliva. Su cuerpo respondía al toque de Alastor, a cada roce, a cada caricia, y antes de darse cuenta, sus manos también se movían, trazando líneas de fuego a lo largo de la espalda de su pareja. Pero había algo que lo detenía, una vocecita en el fondo de su mente que le decía que debía ir con calma.

-Claro que te quiero, Al... -susurró, cerrando los ojos mientras Alastor continuaba atacándolo a besos, su boca encontrando su camino de vuelta a la suya-. Pero no... no así.

Alastor se apartó apenas un centímetro, sus ojos brillando con intensidad mientras miraba a Vicent como si no pudiera comprender sus palabras.

-¿No así? -repitió, su respiración entrecortada y su pecho subiendo y bajando rápidamente-. ¿Qué quieres decir?

Vicent tragó saliva de nuevo. Aquel no era el momento para largas explicaciones, pero... tenía que ser honesto.

-No quiero aprovecharme de ti -murmuró, su voz más firme esta vez mientras intentaba recuperar el control de la situación.

Pero Alastor no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. Con un movimiento rápido, se apartó apenas lo suficiente para arrancarse la camisa, dejándola caer al suelo sin cuidado. Ahora, con el torso desnudo y su piel brillando a la luz tenue de la lámpara, volvió a lanzarse sobre Vicent, sus labios buscando los suyos con un hambre desenfrenada.

-¿De qué hablas? -siseó entre beso y beso, su voz llena de indignación-. No te estás aprovechando de nadie. ¡Te estoy pidiendo que me toques! Que estés conmigo... No soy un niño, Vicent.

Vicent respiró hondo, tratando de mantener la calma mientras sentía la piel de Alastor contra la suya, cálida y suave. Sus manos, casi sin quererlo, se posaron en la cintura de Alastor, sintiendo los músculos tensarse bajo su toque. Pero entonces las apartó rápidamente, obligándose a ser fuerte.

-Al... -empezó, pero fue interrumpido por un suspiro desesperado de su pareja.

-¿Es que acaso...? -Alastor se detuvo, sus labios temblando mientras lo miraba con ojos llenos de lágrimas súbitas-. ¿Tienes... novio?

La pregunta lo tomó completamente desprevenido. Vicent lo miró con incredulidad, su mente girando mientras intentaba procesar la situación. ¿Qué demonios estaba diciendo Alastor?

-¿Qué? -parpadeó, sacudiendo la cabeza-. ¿De qué hablas?...

-Entonces, ¿por qué no quieres estar conmigo? -gimió Alastor, y antes de que Vicent pudiera detenerlo, se desplomó contra él, sollozando suavemente-. ¡Eso es! Tienes novio... ¿verdad? Y yo... yo soy solo un juego para ti.

La desesperación en su voz hizo que el corazón de Vicent se encogiera de dolor. Sin pensarlo, lo rodeó con sus brazos, atrayéndolo contra su pecho y acunándolo con ternura.

-Al, no... -susurró, apoyando la barbilla sobre su cabeza-. No tengo novio. Solo... solo no quiero hacer nada de lo que tú te arrepientas mañana, ¿entiendes? Nunca te sería infiel... contigo mismo.

Alastor levantó la cabeza, sus ojos enrojecidos y brillantes por las lágrimas que rodaban libremente por sus mejillas.

-Entonces, ¡déjalo! -gimió, y antes de que Vicent pudiera procesar lo que estaba diciendo, Alastor empezó a sollozar aún más fuerte-. Déjalo y quédate conmigo... No me importa si eres infiel. ¡Quiero que estés conmigo!

-Al... -Vicent lo miró con el corazón roto, viendo el dolor y la desesperación en su expresión-. Pero ya estoy contigo. ¿No lo entiendes?

-No... -murmuró Alastor, sacudiendo la cabeza mientras las lágrimas continuaban cayendo-. No lo estás. Porque... porque si lo estuvieras, no me rechazarías. ¡Deberías quererme!

Vicent sintió que su resolución flaqueaba, y antes de que pudiera detenerlo, Alastor se arrodilló en su regazo, sus brazos rodeando su cuello de nuevo mientras empezaba a moverse suavemente.

-Por favor... -murmuró, su voz quebrada-. Por favor... dime que me quieres.

Cada palabra era una puñalada en el corazón de Vicent. Su cuerpo entero temblaba con el esfuerzo de no rendirse, de no dejarse llevar por el deseo abrasador que sentía crecer dentro de él. Alastor estaba ahí, tan cerca, tan vulnerable... Pero no podía hacerlo. No así.

-Te quiero -susurró al fin, sus manos levantándose para acariciar suavemente las mejillas húmedas de su pareja-. Claro que te quiero, Al.

Pero antes de que pudiera decir más, Alastor dejó escapar un suspiro suave y, para su sorpresa, sus ojos se cerraron lentamente.

-Te quiero... Vicent... -murmuró, su voz apagándose mientras su cuerpo se relajaba contra el de él.

Vicent lo miró, con el corazón aún latiendo furiosamente en su pecho, y entonces comprendió: Alastor se había quedado dormido. Justo ahí, en sus brazos, después de todo lo que había pasado.

Dejó escapar una risa suave y llena de alivio, inclinándose para besarle la frente con ternura.

-Duerme, Al -susurró-. Mañana... hablamos.

Y, con el corazón todavía lleno de amor y un toque de resignación, lo acomodó suavemente en la cama, asegurándose de que estuviera bien arropado antes de dejar que el silencio volviera a llenar la habitación.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora