Baloncesto: Parte 03

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El ambiente de la enfermería estaba impregnado con un fuerte aroma a desinfectante y ungüentos medicinales. Alastor se sentó en la camilla con las piernas colgando, sosteniendo un pañuelo empapado en su nariz mientras la enfermera revolvía entre un pequeño botiquín. Aún sentía la cara arder de la vergüenza y el dolor, pero en realidad, lo que más le dolía era la humillación. Todo el episodio había sido ridículo, y saber que Vicent lo había visto caer de esa manera lo hacía querer esconderse bajo tierra.

Vicent, por su parte, permanecía de pie junto a él, su mirada nunca alejándose de Alastor, ni por un segundo. Estaba inclinado contra la pared, con los brazos cruzados y una expresión relajada, pero sus ojos seguían cada movimiento de la enfermera mientras atendía la herida.

-Muy bien, cariño -dijo la mujer con voz suave-. Creo que no es nada grave, solo una contusión y un poco de sangrado. Pero necesitas descansar un rato. El dolor disminuirá pronto. Siéntate aquí hasta que te sientas mejor, ¿de acuerdo?

-Gracias -respondió Alastor en voz baja, sin mirarla.

La enfermera asintió y, tras una última revisión rápida, se retiró, dejándolos solos en la pequeña sala. En cuanto la puerta se cerró detrás de ella, el ambiente pareció tensarse. Alastor sintió los ojos de Vicent sobre él, y aunque se decía a sí mismo que no iba a mirarlo, el impulso fue más fuerte.

Cuando finalmente levantó la cabeza, lo encontró con una sonrisa burlona en el rostro.

-¿Qué pasa? -gruñó Alastor, aún apretando la nariz con el pañuelo. La sonrisa de Vicent se amplió.

-Es que... no puedo evitar pensar en lo irónico de todo esto -comenzó Vicent, su tono suave pero cargado de humor. Alastor entrecerró los ojos.

-¿Qué es tan irónico?

-Lo del balonazo, claro -dijo Vicent, acercándose unos pasos. Su voz bajó a un susurro que solo Alastor pudo escuchar. -Estabas tan distraído vigilando con quién hablaba yo, que no viste el balón volando directo hacia ti. ¿No crees que eso es un poco... gracioso?

Alastor sintió el rubor subirle hasta las orejas. Giró la cabeza, mirando al suelo, luchando por mantener la calma. ¿Gracioso? ¡Eso no tenía nada de gracioso! El dolor aún palpitaba en su nariz, pero más allá del dolor físico, estaba la frustración de saber que Vicent se había dado cuenta de sus celos, esos estúpidos celos que lo hacían parecer débil.

-¿Gracioso, eh? -dijo Alastor en voz baja, apretando los dientes. Bajó el pañuelo, que ya había dejado de absorber sangre, y lo dobló cuidadosamente sobre sus rodillas. -¿Te parece gracioso que me preocupe porque estés prestándole atención a otra persona?

Vicent se detuvo, su expresión cambiando lentamente de divertida a cautelosa. El tono de Alastor se había endurecido, y el humor se desvaneció de los ojos del chico. Con un suspiro, se inclinó contra la camilla al lado de Alastor, mirándolo directamente.

-No, no me refería a eso -dijo suavemente, alargando la mano para tocarle la pierna, un gesto que Alastor esquivó de inmediato. -Solo... solo me sorprende que te pongas celoso, cuando no tienes ninguna razón para estarlo.

-¿Y cómo no la voy a tener? -bufó Alastor, la irritación destellando en sus ojos. -Vi cómo le sonreías. Estabas... ¡casi coqueteando! No parecía que te importara si yo estaba allí o no. Entonces dime, ¿por qué no debería estar celoso?

Vicent parpadeó, su expresión pasando de sorpresa a algo que parecía más cercano a la comprensión. Se frotó la nuca, buscando las palabras adecuadas mientras Alastor lo fulminaba con la mirada.

-No puedo creerlo -murmuró Alastor, más para sí mismo que para Vicent. -Primero me ignoras, luego te burlas y... ¿ahora intentas hacerme sentir como un idiota?

El silencio se prolongó, tenso y cargado de emociones no expresadas. Finalmente, Vicent se enderezó, observándolo con intensidad. Había algo en sus ojos, una mezcla de ternura y determinación.

-No me estoy burlando de ti, Alastor. -su voz era baja, pero firme. -Y no quiero que te sientas como un idiota, en absoluto. No entiendo del todo estos... sentimientos, pero sé que te amo a ti, y a nadie más.

Alastor entrecerró los ojos, aún ardiendo por dentro con la frustración. Estaba a punto de replicar cuando Vicent sacó su celular del bolsillo y comenzó a deslizarse rápidamente por la pantalla. Al principio, Alastor frunció el ceño, sin entender qué estaba haciendo, pero entonces Vicent le mostró la pantalla.

-Mira.

Era su galería de fotos. Alastor parpadeó, confundido, hasta que se dio cuenta de que todas las imágenes que pasaban ante sus ojos eran... de él. Fotos de Alastor en la cancha, caminando por los pasillos de la escuela, en la cafetería, riendo despreocupado, leyendo en la biblioteca... algunas estaban tomadas de ángulos en los que claramente no se había dado cuenta de que Vicent estaba cerca. Su boca se abrió lentamente en una expresión de asombro.

-¿Cuándo... cuándo tomaste estas? -susurró.

Vicent sonrió, aunque esta vez no había burla en su expresión. Solo una profunda sinceridad que hizo que el corazón de Alastor se acelerara.

-Hace tiempo. Quería tener algo de ti incluso cuando no estábamos juntos -admitió Vicent, su tono bajo y lleno de afecto. -Jessica solo me estaba hablando para preguntarme sobre el juego y algunas tonterías. Me porté amistoso porque... bueno, quiero que piensen que soy más sociable. Que no sospechen. Pero, en realidad... solo pienso en ti.

Alastor sintió cómo la vergüenza y la culpabilidad se arrastraban lentamente por su pecho, ahogando la ira que antes había sentido. Las fotos... eran todas momentos en los que él no se había dado cuenta, pero ahora que las veía, notaba el cuidado con el que estaban tomadas. Eran imágenes que capturaban su lado más natural, más despreocupado, como si Vicent hubiera querido congelar esos instantes solo para sí.

-Yo... -comenzó, pero las palabras se le atragantaron en la garganta. Sus manos temblaron levemente cuando devolvió la mirada a Vicent, quien seguía observándolo con esa mezcla de cariño y calma.

-Lo siento. -La disculpa salió finalmente, en un susurro quebrado. -No debí... dudar de ti así.

Vicent sonrió de nuevo, esta vez con más suavidad. Se inclinó un poco hacia Alastor, alzando una mano para acariciar suavemente su mejilla.

-No tienes por qué disculparte. Solo recuerda que... -hizo una pausa, buscando sus ojos. -Eres el único que quiero. No importa con quién hable, ni qué piense la gente... solo te quiero a ti.

El rubor en las mejillas de Alastor se intensificó, y finalmente, dejó que Vicent lo abrazara, el latido de su corazón calmándose lentamente.

-Te creo -susurró Alastor, dejando caer la frente en el hombro de Vicent. -Y... gracias.

Vicent lo apretó un poco más, su calor envolviendo a Alastor en un consuelo inesperado.

-No tienes que agradecerme nada, tontito.

Y por primera vez desde que había comenzado el día, Alastor dejó escapar una pequeña risa, sintiendo que tal vez, solo tal vez, todo estaba bien de nuevo.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora