Falda: Parte 02

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El reloj marcaba las tres de la tarde y Alastor, vestido con el uniforme de Rosie, se miraba en el espejo del baño de la universidad, sus mejillas aún encendidas de vergüenza. La falda se le subía más de lo que le gustaría, y la blusa, aunque ajustada, no era tan incómoda como pensaba, pero el conjunto en sí lo hacía sentir completamente fuera de lugar.

-Esto es una locura... -murmuró, tocándose el rostro, intentando calmarse, aunque la ansiedad estaba escrita en cada rincón de su expresión. Sus dedos temblaban al ajustar el cuello de la blusa, y sus pensamientos no dejaban de girar en torno a la posibilidad de ser descubierto. ¿Y si alguien lo reconocía? ¿Qué pasaría si se encontraba con alguien conocido? ¿Y si Vincent lo veía...?

Solo pensar en su novio lo hizo estremecerse. No era difícil imaginar cómo reaccionaría Vincent si lo viera en esa situación: una mezcla de sorpresa, incredulidad y, sin duda, una explosión de emociones que no podría controlar.

Rosie lo esperaba fuera del baño, nerviosa pero con una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora cuando Alastor salió.

-¡Vaya! Te ves... ¡perfecto! -exclamó Rosie, tratando de sonar entusiasta, aunque la incomodidad de Alastor era obvia. Él la fulminó con la mirada.

-No bromees. Esto es... -murmuró, sin poder encontrar una palabra adecuada para describir lo que sentía. La tela ligera de la falda rozaba sus piernas con cada movimiento, un recordatorio constante de lo fuera de lugar que estaba.

Rosie se acercó a él, palmeándole el hombro con ternura.

-Vamos, no es para tanto. Solo será una hora y nadie te reconocerá. Tú solo actúa como yo, y todo saldrá bien -le dijo con una sonrisa alentadora, aunque era evidente que también estaba algo nerviosa.

-No me sentiría tan raro si no fuera por la falda -murmuró Alastor, mirando al suelo como si pudiera desaparecer bajo sus pies.

-¡Anda, levanta la cabeza! -dijo Rosie, dándole un suave empujón-. Eres más fuerte que esto, y... sí, admito que es incómodo, pero confía en mí, lo harás genial. Pero hay un pequeño cambio de planes...

Alastor la miró con una mezcla de incredulidad y alarma.

-¿Qué cambio de planes?

-No puedo entrar contigo -respondió Rosie, con una sonrisa culpable-. Si el profesor me ve cerca, puede sospechar. Así que tendrás que ir sola... eh... solo. Tú me entiendes.

Los ojos de Alastor se abrieron de par en par.

-¡¿Qué?! -exclamó, sintiendo el pánico asentarse en su pecho.

-No te preocupes, estaré esperándote en el pasillo, lo prometo. Es solo que... bueno, si aparezco por allí y me ve junto a ti, podría darse cuenta de que algo raro está pasando. ¡Pero tú puedes hacerlo! -intentó animarlo, dándole una sonrisa que intentaba ser reconfortante.

Alastor suspiró profundamente, sintiendo cómo la incomodidad crecía en cada fibra de su ser. Miró alrededor, asegurándose de que no hubiera demasiada gente mirándolo, antes de asentir lentamente.

-Está bien... pero me debes una muy grande por esto.

Rosie sonrió aliviada y le dio una pequeña palmadita en la espalda.

-Será pan comido. Nos vemos cuando salgas -le dijo antes de apresurarse hacia el pasillo.

Con el corazón latiendo a mil por hora, Alastor caminó solo hacia el aula. Cada paso resonaba más fuerte de lo que debería en el silencio de los pasillos. Intentaba mantener la compostura, pero la idea de ser visto lo mantenía nervioso. Cuando llegó a la puerta del aula, respiró hondo, se alisó la falda una vez más y entró.

El aula estaba llena de estudiantes que ya estaban sentados, y el sonido de bolígrafos rasgando el papel llenaba el aire. El profesor estaba sentado en su escritorio, revisando algunos papeles. Cuando Alastor entró, el profesor levantó la mirada.

Por un momento que pareció una eternidad, los ojos del profesor lo recorrieron de arriba a abajo. Alastor sintió que el calor subía a su rostro; cada músculo de su cuerpo quería correr hacia la salida, pero se obligó a mantener la calma. El profesor frunció ligeramente el ceño, como si algo no encajara, pero luego volvió a bajar la vista, señalando el asiento de Rosie.

-Tome asiento -dijo el profesor de manera indiferente, como si nada fuera fuera de lo común.

Alastor asintió torpemente y caminó hacia el asiento asignado, sintiendo cómo todos los ojos en el aula podían estar sobre él, aunque sabía que probablemente solo era su mente jugándole malas pasadas. Se sentó, cruzando las piernas bajo el escritorio, el roce de la falda era un recordatorio constante de su extraña situación. Agarró el bolígrafo, listo para comenzar.

El examen comenzó, y aunque su mente normalmente estaba enfocada en resolver las preguntas de historia, esta vez había algo más que lo mantenía inquieto. No podía dejar de mover sus pies nerviosamente, un tic involuntario que había desarrollado para liberar la incomodidad. El roce de la falda sobre sus muslos, la sensación del maquillaje que Rosie insistió en ponerle para darle un toque más "convincente", lo mantenían al borde de la distracción.

Su mente vagaba, y sin querer, comenzó a imaginar diferentes escenarios. ¿Qué pasaría si Vincent lo viera ahora? Visualizó la expresión de sorpresa en el rostro de su novio, seguida de una risa incrédula. Pero después de la risa... ¿qué pasaría? Alastor lo conocía bien, y sabía que Vincent no se quedaría de brazos cruzados ante una situación así. Tal vez intentaría defenderlo, o tal vez se molestaría por haberse estado paseando así por el campus. O peor aún... ¿qué pasaría si despertaba a la bestia?

Los pensamientos lo inquietaban más de lo que quería admitir, y de vez en cuando miraba hacia la puerta del aula, asegurándose de que nadie inesperado apareciera. Pero la ansiedad seguía creciendo dentro de él.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, terminó el examen. Colocó el bolígrafo sobre la mesa y miró alrededor, observando a los otros estudiantes que aún estaban trabajando. No podía evitar sentir que el examen había sido la parte más fácil de su día. El verdadero desafío había sido mantener su dignidad intacta.

El profesor pasó junto a su asiento, recogiendo los exámenes, y Alastor, sintiéndose vulnerable, bajó la mirada, sin decir una palabra. Cuando el profesor se alejó, Alastor soltó un suspiro de alivio. Había terminado.

Sin embargo, aún no podía relajarse. Mientras esperaba a que el profesor indicara que podían irse, su mente volvió a divagar. La imagen de Vincent seguía persiguiéndolo, y cada vez que la idea de que su novio pudiera verlo así cruzaba por su mente, sentía que el estómago se le revolvía.

Finalmente, el profesor indicó que podían retirarse. Alastor se levantó lentamente, asegurándose de no levantar demasiada atención, y salió del aula lo más rápido posible. Mientras caminaba por el pasillo, sus pensamientos no dejaban de girar en torno a las consecuencias de todo aquello.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora