Noche de película: Parte única

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La tarde comenzaba a desvanecerse en tonos dorados mientras el sol se ocultaba tímidamente detrás de las colinas. La casa de Vincent era acogedora, con una paz que invitaba a la tranquilidad, y en su habitación, el aire olía a vainilla y madera. Afuera, los sonidos de la ciudad eran apenas un susurro distante, mientras que dentro, todo parecía haberse detenido en una burbuja de intimidad y serenidad.

Alastor estaba recostado sobre la cama, usando una camiseta gris sencilla y un par de pantalones cómodos. Sus calcetas blancas contrastaban con el resto de su ropa, dándole un toque adorablemente casual que a Vincent siempre le sacaba una sonrisa. A su lado, Vincent, en pijama, abrazaba con suavidad a Alastor, ambos cubiertos por una suave manta de terciopelo que los rodeaba como un capullo cálido. El color de la manta, un azul oscuro profundo, complementaba la atmósfera apacible de la habitación.

La pantalla gigante frente a ellos mostraba una película antigua, de esas en blanco y negro que tanto le gustaban a Alastor. Aunque, la verdad, ninguno de los dos estaba prestando mucha atención a la trama. En ese momento, no necesitaban mucho más que la compañía mutua.

-¿Sabes? -dijo Vincent en voz baja, susurrando cerca del oído de Alastor mientras lo abrazaba más fuerte-, me alegra que estés aquí.

Alastor soltó una risa suave, de esas que hacen que el corazón se sienta ligero. Sus ojos se desviaron brevemente de la pantalla para mirar a Vincent, sus labios curvándose en una sonrisa tierna.

-Oh, ¿sí? ¿No deberíamos estar "trabajando" en esa tarea universitaria? -bromeó Alastor, aunque ambos sabían que lo último en sus mentes era la tarea. Después de todo, aquella visita a la casa de Vincent había sido una excusa perfecta para pasar más tiempo juntos, sin que nadie los molestara.

-Por supuesto -respondió Vincent, fingiendo una seriedad que no podía sostener mucho tiempo antes de reír-. Pero creo que podemos hacer una pequeña pausa, ¿no?

Alastor se acomodó más en el abrazo de Vincent, dejando que su cabeza descansara contra el pecho de su novio. Escuchaba el latido tranquilo y constante de su corazón, algo que lo hacía sentir increíblemente seguro y relajado.

-Eres tramposo, Vincent -murmuró Alastor, juguetón, entrelazando sus dedos con los de él bajo la manta-, pero me gusta tu estilo.

-Lo sé -respondió Vincent con una sonrisa encantadora, apoyando su barbilla sobre el cabello de Alastor-. Tú también me gustas... en más de un sentido.

Un suave rubor se extendió por las mejillas de Alastor, aunque no era la primera vez que Vincent le decía algo así. Había algo en la forma en que lo decía, en cómo lo hacía sentir que siempre era especial, que siempre importaba. Ninguno de los dos hablaba mucho sobre su relación en público; preferían mantener su amor en secreto, protegido de los ojos curiosos del mundo exterior. Era algo que ambos compartían solo entre ellos, en esos momentos tranquilos como este, bajo una manta, en medio de risas y películas.

El ambiente se sentía tan perfecto, tan íntimo, que ninguno quería que terminara. Alastor se movió un poco, cruzando sus pies con los de Vincent bajo la manta, y sintió cómo el calor de su cuerpo lo envolvía. Era como si el mundo fuera solo un rincón acogedor en la cama de Vincent, lejos de las preocupaciones y las presiones de la universidad y del día a día.

-¿Sabes qué me encanta de estar aquí contigo? -preguntó Alastor, su voz suave mientras giraba ligeramente para mirarlo.

-¿Qué? -Vincent lo observó con curiosidad.

-Que puedo ser yo mismo. No tengo que actuar o pretender nada. Solo soy... Alastor, el chico que solo lleva calcetas y ve películas antiguas -rió, bajando la mirada por un momento antes de volver a conectar con los ojos de Vincent.

-Eso es lo que más me gusta de ti -dijo Vincent en respuesta, con una ternura que le suavizaba la voz-. Que no tienes que ser nada más que tú. Y me gusta... mucho.

Hubo un momento de silencio, uno que no se sentía incómodo ni forzado, sino lleno de significado. Ambos compartieron una mirada que decía más de lo que cualquiera de sus palabras podría haber expresado. Bajo la manta, sus cuerpos estaban entrelazados, no solo en un abrazo físico, sino en una conexión emocional que solo ellos entendían.

Vincent se inclinó suavemente, plantando un beso en la frente de Alastor, quien cerró los ojos, disfrutando del gesto cariñoso.

-Te amo, Al -susurró Vincent, casi como si temiera romper la magia del momento.

El corazón de Alastor dio un pequeño salto, pero no de sorpresa, sino de esa alegría reconfortante que solo se experimenta cuando estás con alguien que verdaderamente te comprende. Se acurrucó más cerca, con la manta suave envolviéndolos como un escudo contra el mundo exterior.

-Yo también te amo, Vincent -respondió Alastor en voz baja, dejando que el peso de esas palabras descansara entre ellos.

La película continuaba proyectándose en la pantalla, pero para ambos, se había vuelto un mero telón de fondo. Todo lo que importaba en ese momento era el calor del otro, los abrazos que intercambiaban bajo la manta, los pies cruzados que se tocaban con ternura y los latidos sincronizados de sus corazones.

Y así, bajo la luz suave de la tarde, Alastor y Vincent se quedaron juntos, disfrutando del tipo de paz que solo puede encontrarse cuando estás con la persona adecuada.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora