Pijamada: Parte 01

15 0 0
                                    

La luna estaba alta en el cielo, derramando su luz plateada sobre la habitación de Alastor, bañando las paredes con un suave resplandor. El aire fresco de la noche se filtraba por la ventana entreabierta, haciendo que las cortinas se balancearan delicadamente. Dentro de la habitación, los sonidos suaves de la risa y el murmullo de voces juveniles llenaban el espacio con un calor encantador.

Alastor, con su sonrisa habitual y ese brillo juguetón en sus ojos, estaba acomodando unas almohadas extra sobre la cama. Estaba nervioso, aunque no lo mostraba. Esta era la primera vez que Vincent, su novio, se quedaba a dormir con él. Había tenido que darle una explicación convincente a su madre sobre que Vincent venía para trabajar en un proyecto universitario... aunque ambos sabían que esa no era del todo la verdad. No habría largas horas de estudio, ni presentaciones por hacer. Sólo querían pasar tiempo juntos, en el refugio de la noche, y disfrutar de esos momentos sencillos que se sentían como un regalo. Pero, a pesar de la intimidad de la situación, sabían que había un límite.

-¿Estás cómodo ahí? -preguntó Alastor, lanzando una mirada hacia Vincent, que estaba de pie al otro lado de la cama.

-Lo estaría más si no estuvieras obsesionado con apilar almohadas -respondió Vincent con una sonrisa traviesa, arqueando una ceja mientras se dejaba caer de espaldas sobre la cama, hundiéndose entre las suaves mantas.

Alastor se rió suavemente y tiró la última almohada justo sobre el estómago de Vincent, quien hizo un sonido exagerado de dolor fingido antes de agarrar la almohada con ambas manos.

-¡Esto es guerra, Al! -exclamó Vincent mientras se levantaba de la cama con la almohada como si fuera un escudo, su sonrisa mostrando una mezcla de desafío y diversión.

Alastor levantó las manos en señal de rendición, con una sonrisa que delataba que, lejos de rendirse, estaba listo para la batalla. Pero antes de que pudiera decir algo, Vincent ya había lanzado la almohada hacia él, golpeándolo suavemente en el pecho. El primer ataque había comenzado.

-¡Hey! -protestó Alastor, sin perder la sonrisa-. ¡Eso fue un golpe bajo!

Con un movimiento rápido, tomó una almohada y, con un grito de guerra divertido, contraatacó. Vincent soltó una carcajada mientras esquivaba el golpe, y la batalla de almohadas comenzó en serio. Las risas llenaban el cuarto, junto con el sonido amortiguado de las almohadas chocando contra las paredes, la cama y, a veces, sus cuerpos.

-¡No puedes escapar de mí! -gritó Alastor entre risas, tratando de atrapar a Vincent en la esquina de la cama, pero Vincent era rápido y ágil, esquivando los intentos de su novio de atraparlo.

La habitación se llenó de energía alegre, los dos moviéndose con la ligereza de la juventud, como si la única preocupación en el mundo fuera quién ganaría esta pequeña y tonta pelea. Pero, al final, ambos terminaron exhaustos, cayendo de espaldas sobre la cama, riendo sin aliento mientras las almohadas yacían dispersas a su alrededor.

-Creo que... ganaste -murmuró Vincent, con una mano en su pecho mientras respiraba profundamente.

-Obvio, siempre gano -bromeó Alastor, pero su voz estaba teñida de una calidez que solo Vincent conocía. Estiró una mano para tocar la de Vincent, entrelazando suavemente sus dedos-. Aunque creo que fue un empate justo.

Vincent se giró para mirarlo, sus ojos brillando con una mezcla de cariño y ternura. El caos de la batalla había dejado paso a una calma silenciosa, y mientras se miraban, el ruido del mundo exterior parecía desvanecerse. En ese momento, solo existían ellos dos, en la tranquilidad de la noche.

-Gracias por dejarme quedarme -dijo Vincent suavemente, su voz apenas un susurro mientras su pulgar acariciaba la mano de Alastor-. Sabes que no es solo por el proyecto, ¿verdad?

Alastor asintió lentamente, su sonrisa ahora más suave, más íntima. -Lo sé -respondió-. Pero... también me alegra tenerte aquí, solo... para estar juntos.

Un silencio agradable cayó sobre ellos, ese tipo de silencio que no necesitaba ser llenado con palabras. Alastor se movió un poco para acurrucarse más cerca de Vincent, apoyando su cabeza en el pecho de su novio. Vincent lo abrazó suavemente, sus brazos envolviéndolo como un escudo protector, mientras sus dedos trazaban círculos suaves sobre su espalda.

-Oye, ¿tienes cosquillas? -preguntó de repente Vincent, su tono travieso reapareciendo mientras sus dedos rozaban de manera sospechosa la cintura de Alastor.

-¡No! -gritó Alastor con una mezcla de risa y alarma, ya sabiendo lo que vendría.

Pero no fue lo suficientemente rápido. Vincent empezó a hacerle cosquillas sin piedad, y Alastor, incapaz de resistirse, se retorció entre risas, rogando que se detuviera mientras trataba de protegerse como podía.

-¡Vincent, para! -exclamaba entre carcajadas, con los ojos llenos de lágrimas de risa-. ¡Me rindo!

Cuando finalmente Vincent se detuvo, ambos estaban de nuevo sin aliento, pero esta vez no por una pelea de almohadas, sino por las cosquillas y la risa desbordante que los unía aún más.

-Lo siento, tenía que hacerlo -dijo Vincent, su voz suave mientras se inclinaba hacia Alastor y dejaba un beso tierno en su mejilla.

Alastor, sonrojado pero feliz, lo miró a los ojos y sonrió de vuelta antes de inclinarse y darle un beso en los labios, uno que fue suave, dulce, y lleno de todo el cariño que sentían el uno por el otro. El beso duró solo unos segundos, pero fue suficiente para transmitir todo lo que las palabras no podían decir.

Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Finalmente, Alastor suspiró y miró hacia el techo.

-Deberíamos dormir -dijo, su voz un poco más tranquila ahora.

-Sí, supongo que sí -respondió Vincent, aunque ninguno de los dos parecía tener prisa por cerrar los ojos.

Se acomodaron bajo las mantas, Alastor acurrucado contra Vincent, sintiendo el calor reconfortante del cuerpo de su novio. Vincent lo rodeó con su brazo, asegurándose de que estuviera cómodo, y luego apagó la luz de la mesita de noche. El cuarto se sumió en una suave oscuridad, solo iluminado por la luz tenue de la luna que entraba por la ventana.

-Buenas noches, Al -susurró Vincent, dejando un último beso en la frente de Alastor.

-Buenas noches, Vince -respondió Alastor, cerrando los ojos y dejando que el suave ritmo de la respiración de Vincent lo arrullara.

En ese pequeño y simple momento, entre risas, almohadas, y suaves caricias, el mundo se sintió perfecto, al menos para ellos dos.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora