Baloncesto: Parte 04

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La enfermería se había vuelto más tranquila tras su pequeña discusión. El ambiente se sentía cálido, íntimo, como si solo existieran ellos dos en el mundo en ese momento. Alastor, aún con la nariz ligeramente enrojecida por el golpe, observaba a Vicent con un brillo especial en los ojos, sintiendo su corazón latir más rápido cada vez que lo miraba de cerca. El peso de las emociones que se habían desbordado hace solo unos minutos parecía haberse evaporado, reemplazado por un sentimiento más ligero, más puro.

Vicent aún tenía la mano apoyada suavemente en su mejilla, y la cercanía entre ambos se volvía cada vez más difícil de ignorar. El silencio se alargó un poco más, hasta que Alastor, armándose de valor, levantó la mirada y dejó escapar un pequeño suspiro, casi tembloroso.

-Oye... -susurró. Vicent inclinó la cabeza, sus ojos suavizándose al ver la expresión de su novio.

-¿Sí?

Alastor jugueteó con sus dedos, sus mejillas aún sonrosadas. Lo que iba a pedirle lo hacía sentir infantil y torpe, pero después de todo lo que acababa de pasar, quería algo que calmara sus inseguridades, un gesto que reafirmara que todo estaba bien entre ellos.

-¿Me darías... un beso?

El silencio que siguió fue tan breve como eterno. Alastor sintió su corazón acelerarse aún más, cada latido resonando en sus oídos. Pero entonces, la risa suave de Vicent llenó la habitación, y aunque el sonido lo tomó por sorpresa, no había ni rastro de burla en él. Era una risa llena de ternura, una mezcla de cariño y alegría.

-¿Eso quieres? -preguntó Vicent con una sonrisa que Alastor solo había visto en contadas ocasiones, la sonrisa que reservaba para los momentos en que no podía evitar sentirse completamente conquistado por su novio.

-S-Sí... -murmuró Alastor, avergonzado por cómo su voz salió tan baja y temblorosa.

-Entonces, ¿por qué no lo pediste antes?

Y sin darle más tiempo para pensar, Vicent cerró la distancia entre ambos y, con una delicadeza que contrastaba con su actitud usualmente segura, le dio un suave beso en los labios. Alastor se quedó inmóvil, sus ojos abriéndose en sorpresa antes de cerrarse lentamente, dejándose llevar por la sensación de los labios de Vicent contra los suyos. Fue un beso breve, casi casto, pero lleno de todo lo que necesitaba en ese instante. Cariñoso, cálido y con una dulzura que hizo que se olvidara de todo lo que no fuera el latido acelerado de su propio corazón.

Cuando Vicent se apartó, no pudo evitar reír otra vez al ver la expresión de Alastor: con las mejillas encendidas y los labios entreabiertos, como si aún estuviera procesando lo que acababa de suceder.

-¿Así está bien? -preguntó, su tono juguetón.

-Sí... -susurró Alastor, bajando la mirada y mordiéndose el labio, tratando de no sonreír como un tonto. -Gracias...

Pero en el mismo segundo que la sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro, la puerta de la enfermería se abrió de golpe. Ambos se separaron en un parpadeo, como si un resorte invisible los hubiera empujado hacia lados opuestos de la pequeña camilla.

-¡Oh! -exclamó Jessica, parada en la entrada con una mezcla de sorpresa y confusión en su rostro. Sus ojos se movieron rápidamente entre ambos, captando cada detalle: las mejillas enrojecidas de Alastor, la forma en que Vicent se había inclinado hacia adelante, y lo más incriminatorio de todo, la expresión de pánico disfrazada de calma en los rostros de ambos.

Vicent reaccionó de inmediato, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una excusa lo suficientemente buena como para desviar la atención. Con un movimiento torpe, fingió que se tropezaba, agachándose hasta quedar casi en el suelo frente a Alastor.

-¡Oh, vaya! -dijo, con un tono exagerado y claramente fingido. -Casi me caigo al intentar levantarme de esta camilla tan alta. ¡No te preocupes, Alastor! Estoy bien. No me lastimé... Ah... Jessica, ¿desde cuándo estás aquí?

Jessica lo miró en silencio por un segundo, una ceja levantada mientras luchaba por no reír. Era evidente que no se creía ni una sola palabra de esa pobre actuación, pero a pesar de ello, solo sonrió con una especie de complicidad y negó con la cabeza.

-No te preocupes, Vicent -respondió con calma, manteniendo su voz cuidadosamente neutral. -Solo pasaba por aquí para ver si Alastor estaba bien. Ya veo que está... bien cuidado.

Alastor, que había estado en silencio todo este tiempo, no pudo evitar sonreír con satisfacción. Jessica no era tonta. Había visto claramente lo que había sucedido y sabía que la excusa de Vicent no se sostenía por ningún lado. Pero lo que más le gustaba era la certeza de que ella no iría a divulgarlo a nadie. Era una persona astuta, sí, pero también sabía cuándo mantener un secreto.

-Gracias, Jessica. -Alastor inclinó la cabeza, su tono suave pero con un toque de picardía que no pasó desapercibido para ninguno de los tres. -Me siento mucho mejor ahora.

Jessica le lanzó una mirada cómplice y luego se encogió de hombros.

-Me alegra escuchar eso -dijo simplemente, con una pequeña sonrisa. -Bueno, los dejo solos. No quiero... interrumpir.

Vicent la miró con una mezcla de alivio y mortificación, pero antes de que pudiera decir algo más, Jessica ya había girado sobre sus talones y desaparecido por el pasillo. Alastor se quedó mirándola irse, una sonrisa satisfecha en su rostro.

-¿Qué es tan gracioso? -gruñó Vicent, aún recuperándose del susto.

Alastor se volvió hacia él, sus ojos brillando con un toque malicioso.

-Nada... solo que ahora alguien más sabe que mi novio no está disponible para nadie más. -Se inclinó hacia él, su sonrisa creciendo aún más. -Y no es cualquier alguien.

Vicent se cruzó de brazos, entrecerrando los ojos con fingido enfado.

-¿Eso es lo único que te importa? ¿Que Jessica lo sepa?

-Claro -respondió Alastor con una risa suave. -Y también... me gusta saber que incluso cuando intentas disimular, no puedes dejar de hacerme sentir especial.

Vicent bufó, pero no pudo evitar reírse también. Sus hombros se relajaron y, tras un segundo de pausa, levantó la mano para darle un pequeño empujón juguetón.

-Sigues siendo un celoso incorregible, ¿lo sabías?

-Quizás -admitió Alastor, inclinando la cabeza y mirándolo con afecto. -Pero eres mío. Y me gusta que los demás lo sepan.

Vicent lo observó por un momento, sus ojos suavizándose. Luego, con una sonrisa más sincera, se inclinó y le dio un beso rápido en la frente.

-Soy todo tuyo, Alastor. No lo olvides.

Y con esas palabras, el corazón de Alastor se llenó de calidez, disipando cualquier rastro de celos que pudiera haber quedado.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora