Viejo Amigo: Parte 08

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El sol de la mañana apenas se asomaba entre las cortinas cuando Alastor terminó de ponerse su uniforme escolar. El cansancio de la noche anterior aún pesaba en sus hombros, pero había algo más vibrando en su interior: determinación. Se miró al espejo, ajustando su corbata con firmeza, sus ojos entrecerrados en una expresión seria que rara vez mostraba.

Recorrió mentalmente cada detalle de lo que iba a decir, la postura que iba a mantener y el tono que iba a usar. Sabía que enfrentar a Milo no iba a ser fácil, especialmente porque el chico había demostrado ser más escurridizo que una anguila, pero algo en él había cambiado. Algo en la seguridad que sintió cuando Vicent lo abrazó y le prometió que enfrentarían todo juntos lo había fortalecido.

Tomó su mochila, respiró hondo y salió hacia la escuela con pasos decididos. A pesar de la rutina matutina, el trayecto hasta el edificio se sintió diferente. Las calles, las voces de los estudiantes y el bullicio en el campus estaban teñidos de una atmósfera más tensa, como si el aire ,cargado de expectación, solo pudiera percibirlo él.

Cuando llegó, sus ojos escanearon rápidamente el patio y los pasillos, buscando al chico que se había convertido en una espina clavada en su vida. Milo estaba apoyado contra la pared, guardando algunas cosas en su mochila. Alastor sintió cómo su corazón se aceleraba, pero lo controló.

Inspiró profundamente y, antes de que pudiera cambiar de opinión, se dirigió directo hacia él. Al principio, Milo no lo vio acercarse, ocupado viendo algo en su celular. Pero en cuanto Alastor estuvo a unos pasos, el ambiente cambió. La tensión entre ambos era palpable.

-¿Podemos hablar en privado? -preguntó Alastor con voz firme, sus ojos clavados en los de Milo.

El otro chico alzó una ceja, la sorpresa apenas visible antes de que la reemplazara con su habitual expresión desdeñosa. No había señales de Vicent cerca.

-Vaya, vaya... Mira quién se atreve a dar órdenes ahora -bufó, cruzándose de brazos. Aun así, se apartó de la pared y, con un gesto perezoso, indicó a Alastor que lo siguiera a una zona más apartada del patio.

Caminaron en silencio hasta un rincón cercano a los baños, donde los murmullos de los demás se apagaban y no había miradas curiosas. Milo se detuvo, girándose para mirar a Alastor con una sonrisa burlona.

-¿Y qué pasa, Alastor? ¿Quieres que me disculpe, pobrecito? -Se inclinó hacia él, su voz empapada de sarcasmo-. Porque no lo haré.

Alastor apretó los puños. La rabia quemaba en su pecho, pero la controló, respirando hondo antes de responder.

-No estoy aquí por una disculpa, Milo. Estoy aquí para decirte que no voy a permitir que me trates así de nuevo -respondió, su voz baja pero firme-. Puedes seguir con tus juegos y tus bromas pero la próxima vez que intentes algo así te aseguro que no saldras ileso, ni con Vicent defendiendote.

Milo parpadeó, sorprendido por el tono y la convicción en las palabras de Alastor. Luego, su sorpresa se desvaneció y fue reemplazada por una sonrisa cruel.

-Oh, ¿en serio? ¿Te sientes valiente ahora? -se burló, dando un paso más cerca de Alastor hasta quedar casi cara a cara-. Escucha, "valiente", si crees que esto es todo lo que puedo hacer, te equivocas. La próxima vez, no será un balonazo. Puede que sea algo... más directo, ¿entiendes? -murmuró con voz baja y peligrosa, sus ojos brillando con una amenaza silenciosa-. Así que, ¿por qué no vuelves a ser el ratoncito asustado que eras y dejas de jugar a ser el héroe?

Alastor sintió un escalofrío recorriéndole la espalda, pero no se movió. No podía retroceder ahora. Abrió la boca para replicar, para decirle que no tenía miedo, pero una voz desde la puerta del pasillo lo interrumpió.

-¿"Más directo"? ¿Eso es lo que piensas hacer, Milo?

Ambos se giraron de inmediato hacia el origen de la voz. Vicent estaba allí, con los brazos cruzados y la mandíbula apretada, sus ojos fijos en Milo con una mezcla de enojo y desilusión. Alastor sintió su corazón saltar al verlo, pero Milo, por otro lado, empalideció notablemente.

-V-Vicent, esto no es lo que parece... -empezó a balbucear Milo, tratando de recomponerse-. Solo hablábamos, ya sabes, ¡Bromeando!

-¿Amigos? -repitió Vicent lentamente, dando un paso hacia ellos. Su voz era baja, pero cada palabra caía con el peso de una sentencia, sus ojos se entrecerraron y miró a Milo con una furia contenida-. No he escuchado todo lo que dijiste, pero sí te observe desde que te presenté a Alastor para saber que no eres un amigo. No con mi novio.

La última palabra resonó con fuerza en el pasillo silencioso. Milo parpadeó varias veces, sus labios moviéndose sin formar palabras. Trató de reír, de fingir que no importaba, pero el nerviosismo era evidente en sus gestos.

-N-No, no lo entiendes, Vicent. Estábamos bromeando, eso es todo. No iba a hacerle nada a Alastor, te lo juro -murmuró rápidamente, levantando las manos en un gesto de paz-. Tú sabes cómo soy, siempre digo cosas sin pensar.

Vicent lo miró con una mezcla de incredulidad y decepción.

-¿De verdad crees que voy a creer eso después de todo lo que escuché? -preguntó, su voz ahora más fría-. Has cruzado una línea, Milo. Si alguna vez vuelves a amenazarlo, o a tocarlo, o a hacer cualquier cosa que le haga daño... no solo no seremos amigos, sino que haré todo lo posible para que te arrepientas de haberlo intentado.

El tono de Vicent era tan gélido que hasta Alastor sintió un escalofrío. No era común ver a Vicent así, tan serio, tan protector. Milo tragó saliva, retrocediendo un paso.

-Vicent, no quise decir eso, yo... -Intentó hablar, pero las palabras se ahogaron en su garganta. Finalmente, dejó escapar un suspiro nervioso y, sin mirar a Alastor, se dio la vuelta y comenzó a alejarse.

-¡Y ni se te ocurra volver a acercarte a él! -gritó Vicent cuando Milo se estaba yendo. La voz retumbó en el pasillo vacío, y el eco de sus palabras pareció aferrarse a las paredes.

Milo desapareció en la esquina, y el silencio volvió a envolverlos. Alastor miró a Vicent, aún sorprendido y con el corazón latiendo con fuerza. No sabía qué decir, ni cómo expresar lo que sentía en ese momento.

-Yo... -empezó, pero las palabras se atoraron en su garganta. De repente, algo dentro de él se rompió, y en un segundo se lanzó hacia Vicent, envolviéndolo en un abrazo fuerte y apretado.

Vicent jadeó suavemente por la fuerza del impacto, pero no tardó en rodearlo con sus propios brazos, sosteniéndolo con la misma intensidad. Sentir a Alastor tan cerca, temblando levemente por la emoción contenida, lo hizo cerrar los ojos y suspirar, aliviado de que estuviera bien.

-Gracias -susurró Alastor, hundiendo su rostro en el hombro de Vicent-. No sabía si podría hacerlo... pero tú... tú...

-Shh... Está bien -respondió Vicent, acariciándole el cabello suavemente-. No tienes que decir nada. Yo estoy aquí. Y nadie volverá a hacerte daño, Alastor, te lo prometo.

Se quedaron así un rato, con Alastor aferrado a Vicent como si temiera que fuera a desaparecer. El mundo fuera de ese pequeño rincón parecía lejano, y el alivio inundó a Alastor con una calidez que no había sentido en mucho tiempo.

Finalmente, se separaron un poco, y Alastor alzó la vista hacia él con una expresión entre triste y agradecida.

-¿Vas a extrañarlo? -preguntó suavemente, recordando la amistad que Vicent y Milo habían compartido.

Vicent suspiró, apartando la mirada.

-Sí... Supongo que sí. Pero...

-Que forma de matar el momento. - Alastor se apartó, pero sin señales de molestia.

Se tomaron de la mano y con una última mirada complice regresaron al campus central a continuar casa quien con su día, distanciados fisicamente pero sus corazones más unidos que nunca.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora