Bebida: Parte 04

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El sonido del viento susurraba a través de las cortinas de la habitación, y el suave resplandor de la luna iluminaba tenuemente el lugar, cuando un profundo quejido rompió el silencio de la noche. Alastor entreabrió los ojos, sintiendo un dolor agudo y punzante en su cabeza que lo hizo apretar los dientes. La boca seca y el malestar general en su cuerpo le indicaron una sola cosa: estaba sufriendo una resaca monumental.

-Oh... no -murmuró para sí mismo, presionando una mano contra su frente mientras se incorporaba con dificultad. Un aturdimiento lo invadió cuando intentó recordar cómo había terminado así. Apenas tenía flashes dispersos de lo que había pasado: la salida con sus amigos, el sabor amargo de la bebida, los labios de Vicent, el calor de sus abrazos...

Sacudió la cabeza, intentando disipar la confusión, pero eso solo empeoró el dolor. Con un gruñido, se levantó tambaleándose y corrió hacia el baño, sintiendo que su estómago se revolvía violentamente. Apenas tuvo tiempo de inclinarse sobre el lavabo antes de que las náuseas lo atacaran con fuerza.

-Ugh... -gimió, jadeando y temblando mientras se aferraba a los bordes del lavabo, sudor frío perlándole la frente.

En medio de su miseria, un suave crujido a sus espaldas lo hizo abrir los ojos entrecerrados. Giró lentamente la cabeza y allí, en el umbral de la puerta del baño, estaba Vicent, con una bandeja en las manos que contenía un tazón humeante de sopa.

-Vaya, vaya, vaya... -Vicent arqueó una ceja, una sonrisa traviesa bailando en sus labios-. Si no supiera más, juraría que estás embarazado.

Alastor lo miró con incredulidad, sus mejillas palideciendo aún más, si eso era posible. Luego frunció el ceño, logrando reunir suficiente energía para dirigirle una mirada de reproche.

-¡No digas tonterías! -espetó, su voz ronca por el malestar y el esfuerzo.

Vicent se echó a reír suavemente, entrando al baño y dejando la bandeja a un lado mientras se inclinaba para ayudar a Alastor a mantenerse erguido.

-Bueno, considerando lo que pasó hace unas horas, no me sorprendería que algo inesperado ocurriera... -murmuró con tono juguetón, sus ojos brillando con picardía mientras observaba la expresión de Alastor.

El rostro de Alastor se tornó de un rojo intenso en cuestión de segundos. Sus labios se separaron, pero ningún sonido salió de ellos al principio, su mente tratando desesperadamente de procesar lo que Vicent había dicho.

-¿Qu-qué...? ¿De qué estás hablando? -logró balbucear finalmente, su voz débil y temblorosa.

Vicent ladeó la cabeza, observándolo con un brillo burlón en los ojos.

-Vamos, Al... No me digas que no lo recuerdas -ronroneó, inclinándose más cerca para observar la confusión y el pánico en los ojos de su pareja-. Todo lo que hiciste... Todas las cosas que dijiste... -Su tono se volvió más sugerente con cada palabra, disfrutando de la reacción de Alastor.

Alastor sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. La cabeza le daba vueltas, y su estómago volvió a protestar con fuerza, pero no era solo por la resaca. Había algo más. Algo que no lograba recordar claramente, pero que... su mente comenzaba a reconstruir con retazos de imágenes sueltas.

-Yo... -tartamudeó, sus ojos abriéndose más cuando un vago recuerdo de él lanzándose sobre Vicent, besándolo con desesperación, pasó fugazmente por su mente-. ¿Nosotros...? No... no puede ser...

Vicent asintió lentamente, mordiéndose el labio inferior para reprimir una sonrisa mientras veía la realización caer sobre su pareja como un rayo.

-Oh, claro que sí -susurró, su voz suave como una caricia-. ¿Acaso no recuerdas? Todo comenzó cuando cambiaste nuestras bebidas...

Alastor sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. ¡Eso sí lo recordaba! La mirada traviesa de Vicent cuando llevó las bebidas a la mesa... Su propia frustración infantil al ver que todos los demás tenían la misma bebida fuerte y a él le habían traído algo más suave... Y su astuto plan para cambiar las copas cuando Vicent se fue al baño.

-Yo... ¡pero no fue nada! -intentó defenderse, aunque su voz sonaba más a una súplica que a una declaración firme.

Vicent dejó escapar una carcajada baja y grave, con una mezcla de ternura y burla.

-Ah, querido, fue más que eso. ¿Sabes cómo empezaste? Me preguntaste si estaba soltero... -El tono de su voz era suave, casi melodioso-. Me miraste con esos ojitos brillantes y luego, te lanzaste a mis brazos.

El sonrojo en el rostro de Alastor se intensificó, sus mejillas ardiendo mientras apretaba los dientes.

-¡Eso no fue así! -protestó débilmente.

-Oh, lo fue -continuó Vicent, su tono divertido, disfrutando cada segundo-. Luego intentaste convencerme de que deberíamos ser pareja... casarnos y formar una familia. -Hizo una pausa para observar la reacción de Alastor, y no se decepcionó. Los ojos de su pareja estaban abiertos como platos, su rostro un perfecto cuadro de horror y vergüenza.

-No... No es verdad... Yo... -Alastor se cubrió el rostro con las manos, deseando desaparecer en ese mismo instante.

Pero Vicent no terminó ahí.

-Ah, ¿y qué tal cuando te quitaste la camisa y empezaste a besarme por todo el cuello, diciéndome que no había nadie más para ti...? -Su voz bajó aún más, acercándose a su oído-. ¿Que yo era el único que te haría feliz?

El corazón de Alastor latía con fuerza, y un extraño nudo se formaba en su garganta. Era incapaz de articular palabra, cada revelación haciéndolo encogerse más en sí mismo.

-¡Para! -gimió al fin, su voz ahogada por la vergüenza-. ¡Ya basta! No quiero escuchar más...

Vicent sonrió con dulzura, suavizando su tono mientras acariciaba con ternura el cabello despeinado de su pareja.

-Está bien, está bien... -murmuró suavemente, inclinándose para plantar un beso ligero en la frente de Alastor-. Pero deberías saber... que aunque fue muy vergonzoso, y tal vez un poco absurdo, me sentí... querido. -Lo miró a los ojos, con una expresión sincera y cariñosa-. Y eso me hizo muy feliz, Al.

Alastor lo miró, todavía rojo como un tomate, pero su mirada temblorosa suavizándose apenas al escuchar esas palabras.

-¿En... en serio? -susurró, con un dejo de inseguridad.

Vicent asintió, sosteniéndolo con firmeza y atrayéndolo hacia su pecho.

-En serio -murmuró-. Pero la próxima vez, prométeme que no cambiarás las bebidas, ¿de acuerdo?

Alastor soltó un débil suspiro y asintió con la cabeza, enterrando su rostro en el pecho de Vicent.

-Lo prometo... -murmuró, su voz apenas audible.

Vicent sonrió, acariciando suavemente su espalda mientras lo mantenía cerca. Porque, a pesar de la vergüenza, a pesar de las locuras, tener a Alastor en sus brazos era lo mejor que podría pedir... incluso con una resaca de por medio.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora