Secreto: Parte 08

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El cuarto estaba bañado en penumbras, iluminado apenas por la suave luz de la lámpara en la mesita de noche. Alastor se encontraba arrodillado junto a la cama, con los brazos aferrados con fuerza a la pierna de Vincent, su rostro hundido en la tela de sus pantalones. Su respiración era lenta y pesada, aún recuperándose del torrente de emociones que había liberado poco tiempo antes. Vincent, sentado sobre la cama, lo miraba con el ceño fruncido, sus ojos azules llenos de preocupación y un sentimiento de profunda culpabilidad.

Ver a su novio en ese estado de agotamiento, tan vulnerable, le partía el corazón. Aquel Alastor que siempre se mostraba fuerte, ingenioso y confiado ahora parecía reducido a un alma quebrada, aferrándose a su pierna como si fuera su único salvavidas. Y todo eso... por protegerlo a él.

Vincent suspiró, pasando los dedos lentamente por el cabello rojizo de Alastor, que brillaba suavemente bajo la luz tenue. Se sentía tan estúpido por todo lo que había pasado antes. Las palabras hirientes, las insinuaciones, las dudas que había dejado crecer en su mente. Pensar siquiera por un segundo que Alastor pudiera estar viéndose con alguien más cuando lo único que había hecho era arriesgarlo todo para mantenerlo a salvo... Lo llenaba de rabia. Pero no contra Alastor, sino contra él mismo y, más que nada, contra John.

Aquel maldito John que los estaba manipulando y amenazando. La ira empezó a hervir en su interior como un volcán listo para estallar. ¿Cómo se había atrevido a chantajear a su novio? ¿Cómo se había atrevido a tratar de arruinar todo lo que tenían? Apretó los puños con fuerza, sintiendo la sangre arderle bajo la piel. La idea de que alguien le estuviera causando tanto dolor a Alastor le resultaba insoportable.

-Lo siento tanto, Al... -murmuró suavemente, casi sin voz. Se inclinó un poco, deslizándose hacia adelante para apoyar la mano con suavidad en la espalda de Alastor, acariciándola en un gesto reconfortante-. No debí haber dudado de ti. No debí decir todas esas cosas...

Alastor no respondió de inmediato. Sus brazos continuaban apretados alrededor de la pierna de Vincent, como si temiera que pudiera desvanecerse en cualquier momento. La tensión aún se podía ver en sus hombros, sus manos temblando ligeramente. Pero no era solo la fatiga o el miedo lo que lo mantenía allí, sino la pura necesidad de proximidad, de asegurarse de que, al menos esa noche, no se perdería en la soledad de nuevo.

-No fue tu culpa... -susurró Alastor finalmente, su voz quebrada y casi inaudible contra la tela-. No tenías forma de saberlo... No quería que lo supieras. Quería que estuvieras a salvo. Eso es todo.

Vincent sintió un nudo apretarse en su garganta. Apretó los dientes, tratando de controlar sus propias emociones, pero el peso de lo que había descubierto era abrumador. No. No iba a dejar que esto continuara. No permitiría que John siguiera jugando con ellos como si fueran simples piezas de ajedrez.

-Pero ahora lo sé... -murmuró Vincent, su tono firme y decidido-. Y créeme, Alastor... no voy a quedarme de brazos cruzados mientras alguien intenta destruirnos de esa forma.

Alastor levantó la vista lentamente, sus ojos rojos brillando con la luz tenue de la lámpara. La expresión en su rostro era una mezcla de desconcierto y agotamiento.

-¿Qué...? ¿Qué quieres decir? -preguntó con voz temblorosa.

Vincent lo miró con una determinación que no dejaba lugar a dudas. No, no iba a decirle todos sus planes ahora. Alastor ya estaba demasiado agotado y frágil como para cargar con más preocupaciones. Pero ya había tomado una decisión, una que no iba a cambiar. John iba a pagar por todo esto. Iba a asegurarse de que dejara en paz a Alastor de una vez por todas, cueste lo que cueste.

-Mañana... -dijo con voz calmada, inclinándose un poco más para mirarlo directo a los ojos-. Mañana te mostraré lo que voy a hacer. Pero por ahora... solo quiero que te calmes, ¿sí?

Alastor parpadeó, claramente desconcertado. Quería insistir, quería saber a qué se refería Vincent, pero estaba tan cansado... tan increíblemente cansado. Además, la mirada en los ojos de su novio, tan firme y protectora, lo hizo sentir una pequeña chispa de alivio. Como si, por primera vez en mucho tiempo, no tuviera que cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros.

-Vincent... -murmuró, sintiendo cómo su voz se debilitaba aún más-. No quiero... que te arriesgues. No quiero que te hagas daño por mi culpa...

Vincent sonrió débilmente, inclinándose un poco más para acariciar el rostro de Alastor con la yema de los dedos.

-No voy a hacer nada estúpido, lo prometo. -Su voz era un susurro suave, lleno de un cariño profundo y sincero-. Pero no puedo quedarme aquí viendo cómo te derrumbas sin hacer nada. No soy tan fuerte como tú, Al... Pero quiero protegerte, así como tú lo has hecho conmigo.

Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Alastor nuevamente, pero esta vez no eran de dolor o desesperación. Había algo cálido y reconfortante en esas palabras, algo que llenó su pecho con un leve destello de esperanza. Se aferró con más fuerza a la pierna de Vincent, apoyando su mejilla contra la tela, sintiendo la calidez de su piel a través de la ropa.

-No me dejes... -susurró, apenas capaz de hablar-. No me dejes solo en esto...

-Nunca -respondió Vincent con suavidad, inclinándose aún más para envolverlo en un abrazo completo-. Nunca te dejaré solo, Al. Pase lo que pase, siempre estaré aquí.

Alastor cerró los ojos, dejando que el cansancio finalmente se apoderara de él. Estaba exhausto, su cuerpo y su mente clamaban por descanso. Pero, por primera vez en lo que parecía una eternidad, sentía que tal vez... solo tal vez... todo saldría bien.

Vincent lo sostuvo en silencio, sintiendo cómo el cuerpo de Alastor se relajaba gradualmente contra el suyo. Había cometido errores, había dudado y se había dejado llevar por sus propias inseguridades, pero no iba a permitir que el miedo lo dominara de nuevo.

Bajó la vista hacia Alastor, que se había quedado dormido abrazado a su pierna, con el rostro aún ligeramente húmedo por las lágrimas. Se veía tan pequeño, tan frágil en ese momento, que su corazón se llenó de ternura y tristeza a la vez.

-Mañana -murmuró, inclinándose para dejar un beso suave en la frente de su novio-. Mañana te demostraré que nadie puede herirte mientras yo esté aquí.

No sabía exactamente qué iba a hacer, pero de algo estaba seguro: John había cruzado la línea. Y Vincent estaba listo para pelear.

Por Alastor. Por ellos. Por el futuro que ambos merecían.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora