Primer Amor: Parte 07

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Alastor caminaba de regreso a casa con un brillo especial en los ojos y una sonrisa que parecía imposible de borrar de su rostro. Su paso era ligero, casi como si flotara, y cada tanto soltaba una risita silenciosa, incapaz de contener la oleada de felicidad que recorría todo su cuerpo. La salida con Vicent había sido maravillosa. No se trataba de grandes momentos ni de algo extraordinario. Habían hablado de todo y de nada, habían caminado sin rumbo fijo, y habían reído con pequeñas tonterías. Pero hubo algo... algo especial en la manera en que Vicent lo había mirado, en cómo se había inclinado hacia él cuando hablaban, y en el tono suave que había empleado.

Pero lo que más lo había marcado fue una frase que Vicent le dijo antes de despedirse. Alastor casi la había tomado como una broma, pero la forma en que Vicent se lo dijo, con una sonrisa medio burlona y a la vez afectuosa, le dejó un nudo de emoción en la garganta.

-Sabes, Alastor... deberías dejar de ser tan esquivo. Eres más especial de lo que crees. -Había dicho eso, y luego le había revoloteado el cabello de manera juguetona antes de girarse y marcharse, dejándolo ahí, con el corazón palpitando como loco.

"Eres más especial de lo que crees..."

Esas palabras resonaban en su mente como un eco, llenándolo de una esperanza que no podía ni quería reprimir. Era como si Vicent hubiera visto algo en él que nadie más veía, como si le estuviera diciendo que, tal vez, solo tal vez... había algo más entre ellos. ¿Acaso significaba eso que tenía alguna oportunidad? ¿O solo era una manera de animarlo? No estaba seguro, pero por primera vez en mucho tiempo, se sentía lleno de ilusión.

Sin darse cuenta, llegó frente a la puerta de su casa. Se quedó allí un momento, tratando de calmar su respiración agitada antes de girar la perilla y entrar. El aire cálido del hogar lo envolvió al instante, y escuchó la suave voz de su madre desde la cocina.

-¿Alastor? ¿Eres tú, querido?

-Sí, mamá, -respondió él, sintiendo que no podía controlar la emoción en su voz.

Su madre apareció en la sala, un delantal cubriendo su vestido y una expresión curiosa en su rostro. Al ver el resplandor en los ojos de su hijo y la sonrisa radiante que llevaba, se acercó rápidamente.

-¿Y? ¿Cómo te fue? -preguntó, mirándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación. Pero antes de que pudiera obtener una respuesta, Alastor se abalanzó sobre ella y la abrazó con fuerza.

-¡Fue... fue genial, mamá! -exclamó, enterrando la cabeza en el hombro de su madre-. ¡Simplemente genial!

Su madre se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la efusividad de su hijo. Lentamente, lo rodeó con sus brazos y lo apretó contra ella, disfrutando de ese raro momento de cercanía. Alastor rara vez se mostraba tan abierto con sus emociones, y verla así, tan contento, la llenó de alegría... pero también de una preocupación sutil que no pudo evitar sentir.

-Cuéntame, -dijo suavemente, acariciándole el cabello-. ¿Qué pasó?

-¡Oh, mamá! -Alastor levantó la vista, sus ojos brillando con entusiasmo-. Paseamos, hablamos... fue muy divertido. Vicent me llevó a un café que no conocía, y probamos un pastel increíble. Me hizo reír tanto... Y luego, cuando caminábamos de regreso, dijo algo... -su voz se quebró de la emoción y rió suavemente-. Dijo que soy especial, ¿puedes creerlo? -bajó la voz, como si se tratara de un secreto importante-. Me dijo que soy más valiente de lo que creo.

La madre de Alastor lo observó con ternura, viendo la intensidad con la que sus ojos se iluminaban y el rubor que subía por sus mejillas. Estaba claro que su hijo estaba ilusionado, completamente atrapado en la emoción de la amistad... ¿o tal vez era algo más?

-Eso es maravilloso, cariño, -murmuró, pero sus palabras eran cuidadosamente escogidas-. Me alegra que te lo haya dicho. Porque tiene razón, ¿sabes? Eres más especial de lo que piensas. -Le dio un apretón suave, mirándolo directamente a los ojos-. Pero, Alastor... recuerda lo que te dije antes.

Alastor parpadeó, confuso.

-¿Qué cosa?

-Que no pongas todo tu corazón en una sola persona, a menos que estés seguro de que esa persona te ve de la misma manera. -Su madre sonrió tristemente-. No quiero que te lastimen.

Alastor apartó la vista, sintiendo un leve tirón de tristeza, pero rápidamente sacudió la cabeza.

-No te preocupes, mamá. -Su sonrisa se tornó un poco forzada-. Vicent es... solo un amigo. Es un buen amigo. Yo... -tragó saliva, como si estuviera convencido de sus propias palabras-. No necesito que sea nada más.

Su madre lo observó en silencio, pero no dijo nada. Sabía que sus palabras eran solo un intento de protegerse a sí mismo. No había duda de que Alastor sentía algo más profundo por ese chico, y la manera en que sus ojos se encendían al hablar de él solo confirmaba sus sospechas. Pero no quería arruinar ese momento, así que se limitó a acariciar suavemente la mejilla de su hijo.

-Si tú lo dices, cariño, -susurró.

Alastor le dedicó una última sonrisa antes de girarse y correr escaleras arriba.

-¡Voy a cambiarme y a dormir! -gritó alegremente mientras desaparecía en su habitación.

Su madre se quedó de pie en el pasillo, escuchando cómo su hijo cerraba la puerta y dejaba escapar un pequeño grito ahogado de emoción. Suspiró, dejando caer los hombros. Estaba feliz de verlo tan contento, pero también preocupada. El corazón de Alastor era frágil, y cualquier rechazo podría herirlo más de lo que él estaba dispuesto a admitir.

Alastor cerró la puerta de su cuarto y se dejó caer en la cama, la respiración agitada y el rostro completamente rojo de emoción. ¡Había sido perfecto! Vicent había sido tan amable, tan atento... y, por un momento, había sentido que las cosas podrían ser diferentes entre ellos. Se levantó de un salto, cambió su ropa por el pijama con rapidez y se tiró de nuevo en la cama, su corazón aún latiendo desbocado.

Sacó el celular de su bolsillo y vio la pantalla encenderse.

Un mensaje.

No, varios mensajes. Todos de Vicent.

"Hey, ¿llegaste bien?" "Me estoy aburriendo sin ti." "Hiciste que mi día fuera mucho mejor, ¿sabes?" "Oye, ¿estás despierto?"

Alastor sintió una ola de calidez recorrerlo. El último mensaje había llegado hacía apenas unos minutos.

"Sí, estoy aquí." -tecleó rápidamente, su sonrisa ensanchándose con cada letra.

Lo siguiente fue una avalancha de mensajes. No sabían cuándo parar. Vicent hablaba sobre la salida, contaba chistes, le preguntaba qué estaba haciendo. Alastor respondía con entusiasmo, compartiendo pensamientos, sensaciones, incluso pequeños detalles de la noche. Rieron, compartieron memes y fotos tontas, y cada minuto que pasaba parecía acercarlos más y más.

La noche se extendió mucho más de lo que ambos pensaban. Sin darse cuenta, horas se deslizaron como agua entre sus dedos, y cuando Alastor finalmente dejó caer el teléfono con una sonrisa soñadora, la primera luz del amanecer ya se colaba por las cortinas de su ventana.

-Buenas noches, Vicent... -susurró suavemente, sus ojos cerrándose con una felicidad profunda.

Y, por primera vez en mucho tiempo, Alastor se quedó dormido con la sensación de que, tal vez, solo tal vez... el futuro era un poco más brillante de lo que jamás se hubiera atrevido a soñar.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora