Viejo Amigo: Parte 03

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El cielo estaba despejado, y el sol bañaba el campo de deportes con un calor sofocante. Alastor respiraba profundamente mientras se preparaba para el juego. El equipo contrario estaba formado por algunos de los chicos más competitivos de la escuela... y, claro, también estaba Milo. El rubio estaba del otro lado de la cancha, calentando con el resto de sus compañeros, y cuando levantó la vista, le dirigió a Alastor una mirada cargada de desafío, envuelta en una sonrisa que pretendía ser inocente.

Alastor apartó la vista rápidamente, tratando de concentrarse en lo que estaba a punto de hacer. No te distraigas, no le des importancia... Pero era difícil, especialmente cuando se daba cuenta de que Vicent, sentado en las gradas como espectador, no dejaba de animar tanto a él como a Milo. Cada vez que Alastor volteaba la vista, veía a su novio sonriendo y agitando las manos hacia ambos, como si su atención estuviera dividida.

Vicent nunca antes había estado tan atento a otro que no fuera él. Esa sonrisa que solía estar solo para Alastor ahora se compartía, y la sensación de exclusividad, ese pequeño santuario que tenían entre ellos, parecía estar diluyéndose. Y todo, todo por la llegada de ese chico que no dejaba de sonreír con esa amabilidad fingida.

El silbato sonó, sacándolo de sus pensamientos, y el juego comenzó. El balón se movía de un lado a otro, y Alastor intentaba concentrarse en sus movimientos. Pero en cada paso, en cada pase, sentía la mirada de Milo como una quemadura en la nuca. Vicent aplaudía desde la banca cada vez que uno de los dos hacía algo bien, y eso solo incrementaba la frustración de Alastor. Antes, cuando Milo no estaba allí, Vicent solía centrar toda su atención en él, alentándolo, llamándolo cariñosamente, dándole ánimos.

Pero ahora, Vicent parecía dividir sus gritos de apoyo, sus sonrisas... y Alastor lo sentía como un cuchillo que se clavaba más y más profundo en su pecho.

El juego continuó, y los minutos se convirtieron en un flujo borroso de acciones y gritos. Alastor hizo algunos goles, y cada vez que lo lograba, se daba vuelta, buscando a Vicent en las gradas. Pero cada vez que veía su rostro, el chico también estaba mirando hacia Milo, animándolo con la misma intensidad. Alastor podía soportar muchas cosas, pero esa indiferencia, ese compartir lo que antes era solo suyo, lo estaba volviendo loco.

Y entonces, ocurrió. Alastor estaba distraído, sumido en sus pensamientos mientras seguía el juego de manera automática. De repente, escuchó un grito y un sonido sordo que le hizo girar la cabeza.

-¡Alastor, cuidado! -gritó alguien.

Antes de que pudiera reaccionar, el balón le impactó en la pierna con una fuerza brutal. Alastor soltó un grito ahogado y perdió el equilibrio, cayendo pesadamente al suelo. Un dolor punzante se extendió desde su pantorrilla hasta el muslo, haciéndolo jadear. Se incorporó apenas, intentando entender qué había pasado.

Milo estaba parado a pocos metros de él, con el rostro lleno de falsa sorpresa.

-¡Lo siento, Alastor! ¡No vi que estabas ahí! -exclamó, corriendo hacia él con una expresión de preocupación que no parecía del todo genuina.

Pero antes de que pudiera hacer más, Vicent saltó de la banca y corrió hacia el campo, empujando suavemente a Milo a un lado para arrodillarse junto a Alastor.

-¿Estás bien? -preguntó Vicent, con una mirada angustiada. Alastor apenas podía pensar del dolor, pero asintió levemente.

-Sí... -murmuró, mirando cómo Vicent evaluaba su pierna con cuidado. Al alzar la tela del pantalón, ambos vieron que un moretón comenzaba a formarse rápidamente, tiñendo su piel de un rojo violáceo.

-Esto se ve mal... -murmuró Vicent con el ceño fruncido. Alastor apretó los dientes, su mirada alternando entre Milo, que estaba unos pasos atrás observando la escena con una expresión de culpa, y Vicent, que lo miraba con tanta preocupación que por un instante Alastor olvidó el dolor.

-Fue un accidente -insistió Milo, levantando las manos en señal de rendición-. De verdad, no quería lastimarte, Alastor...

Pero Alastor no respondió. Solo observó a Vicent, sus labios formando una fina línea. Algo se removió en su interior, un resentimiento que bullía peligrosamente cerca de la superficie. Sabía que Milo no se había "equivocado". Había esperado a que Alastor se distrajera, había aprovechado el momento para hacerle daño. Y Vicent... Vicent estaba demasiado ciego como para verlo.

-Te llevo a la enfermería -anunció Vicent de repente, rompiendo el incómodo silencio.

Alastor abrió la boca para protestar, pero antes de que pudiera articular una palabra, sintió las manos de Vicent bajo su espalda y rodillas, y en un solo movimiento, lo levantó en el aire como si no pesara nada.

-¡Vicent, puedo caminar! -dijo Alastor con una mezcla de sorpresa y vergüenza. Pero Vicent solo negó con la cabeza, su expresión decidida.

-No voy a dejar que te esfuerces -replicó suavemente, y sin darle oportunidad de replicar, lo cargó en brazos con la facilidad de quien sostiene algo precioso.

Alastor sintió cómo su rostro se encendía al verse en brazos de su novio, rodeado de miradas curiosas de los otros jugadores y, sobre todo, de Milo. El rubio tenía los labios apretados en una fina línea, su expresión de arrepentimiento luciendo más forzada ahora. Y a pesar del dolor en la pierna, a pesar de la humillación de estar en esa posición, Alastor no pudo evitar sentir una especie de satisfacción oscura.

Miró a Milo desde los brazos de Vicent, y dejó que una pequeña sonrisa se formara en sus labios. Era una sonrisa pequeña, apenas perceptible, pero lo suficiente para que Milo la notara.

-Deberías tener más cuidado, Milo -dijo Alastor en voz baja, con un tono casi cortés, pero con una intención afilada escondida debajo.

-De verdad... lo siento mucho -repitió Milo, pero sus ojos lo delataron. Había algo más profundo allí, algo que Vicent no alcanzaba a ver.

Vicent lo sostuvo con firmeza, apartando la mirada de Milo y enfocándose únicamente en Alastor.

-Ya te he dicho que no es necesario competir tanto -susurró Vicent al oído de Alastor, como si tratara de apaciguar alguna emoción que solo él conocía-. No quiero que te lastimes por demostrar nada.

Esas palabras fueron como un jarro de agua fría. Alastor lo miró, sus ojos llenos de emociones contradictorias. ¿Competir? ¿Eso pensaba Vicent? ¿Que estaba actuando como un niño celoso que no podía aceptar a un amigo de su pareja?

Pero se mordió la lengua y asintió, dejando que Vicent lo llevara fuera del campo. Sabía que no era momento para discutir. Sabía que ahora todo lo que decía podía parecer irracional, impulsivo. Pero mientras observaba la figura de Milo encogiéndose a lo lejos, sus labios formaron una fina línea de determinación.

Este era solo el comienzo. Y Milo, con su máscara de inocencia, no había visto nada todavía.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora