Viejo Amigo: Parte 02

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El día había transcurrido con una calma engañosa. La compañía de Vicent siempre había sido como un refugio para Alastor, una especie de bálsamo que aliviaba cualquier duda o inseguridad. Pero esa tarde, mientras caminaban por el campus después de las clases, la sombra de Milo seguía pegada a sus talones, robándole ese confort habitual.

-Nos vemos luego, cariño -murmuró Vicent suavemente, inclinándose hacia Alastor y sellando su despedida con un beso en los labios. Fue un beso breve, pero deliberadamente cargado de afecto, y Alastor se permitió disfrutarlo. Sin embargo, cuando se separaron, notó la figura de Milo a un costado, observando con una expresión inescrutable.

-Nos vemos -dijo Alastor, dándole una mirada neutral a Milo antes de volver su atención a Vicent. Pero el rubio simplemente sonrió, sus ojos azules centelleando con algo que Alastor no supo definir.

-Nos vemos, chicos -respondió Milo con su tono usualmente amable, antes de acercarse para dar una palmadita en el hombro de Alastor. Pero en ese momento, algo sucedió: Milo tropezó torpemente contra él, empujándolo hacia un lado con un poco más de fuerza de la necesaria.

Los cuadernos y papeles que Alastor llevaba en las manos salieron volando, esparciéndose por el suelo como un torbellino de hojas. Alastor apenas tuvo tiempo de estabilizarse y mirar a Milo con los ojos entrecerrados.

-¡Oh, lo siento mucho! -exclamó Milo, llevando una mano a la boca con una expresión que parecía sincera. Sin embargo, antes de que Alastor pudiera procesar del todo la situación, Milo se inclinó y recogió un par de hojas sueltas con una sonrisa nerviosa-. Soy un desastre, ¿verdad? -rió, dejando las hojas en las manos de Alastor con un cuidado exagerado. Luego se dio la vuelta y, sin más palabras, se alejó rápidamente hacia su salón.

Alastor se quedó allí, observando cómo Milo se iba sin voltear ni una sola vez. Sus dedos temblaban levemente al recoger el resto de sus cuadernos. El gesto había sido sutil, demasiado para que cualquiera lo notara, pero Alastor no era cualquiera. La "torpeza" de Milo no le pasó desapercibida; no después de todas las señales anteriores.

Se enderezó, mirando hacia donde Milo había desaparecido, el ceño fruncido. ¿Así que era así?. ¿A qué estaba jugando Milo exactamente? Parecía demasiado amable, demasiado torpe, y, sin embargo, cada uno de sus movimientos dejaba un rastro de intención.

Más tarde, cuando volvieron a encontrarse con Vicent para almorzar, Alastor estaba alerta. Se mantuvo cerca de su novio, con los ojos en Milo, estudiando cada pequeño gesto, cada pequeña mirada que se le escapaba. Intentaba mantener la conversación ligera, pero el ambiente estaba cargado de una tensión apenas contenida.

-¿Nos vamos? -sugirió Vicent, sonriendo ampliamente, ajeno a la incomodidad que palpitaba bajo la superficie.

-Claro -respondió Milo con un entusiasmo fingido que Alastor captó de inmediato.

Comenzaron a caminar por el pasillo, con Vicent entre ambos, manteniendo el mismo ritmo. Pero apenas dieron unos cuantos pasos, algo hizo que Alastor tropezara. Sintió que su pie derecho se enredaba en algo y perdió el equilibrio hacia adelante. Sus cuadernos casi se le cayeron de nuevo, y habría terminado en el suelo de no ser porque Vicent, con una velocidad sorprendente, lo atrapó justo a tiempo.

-¡Whoa, cuidado! -exclamó Vicent con una risa ligera, sosteniéndolo por los hombros y ayudándolo a enderezarse-. ¿Estás bien?

Alastor parpadeó, aturdido, pero rápidamente recuperó la compostura. Su mirada se deslizó hacia Milo, que estaba parado tranquilamente a un lado, con una expresión de sorpresa inocente.

-Milo me puso el pie -dijo Alastor con firmeza, sus ojos fijos en los del rubio.

Vicent parpadeó, y luego dejó escapar una carcajada que resonó por el pasillo.

-¿Milo? ¿Poniéndote el pie? -repitió, como si la sola idea fuera ridícula. Se volvió hacia su amigo, que se llevó las manos a la boca, con el rostro completamente ruborizado.

-¡Yo jamás haría eso! -exclamó Milo con un tono tan lastimero que casi sonó cómico-. Soy un desastre caminando, pero no haría algo así a propósito. Lo siento mucho si te hice tropezar, Alastor. Te juro que fue un accidente. -Se inclinó levemente hacia adelante, sus ojos grandes y azules llenos de lo que parecía ser genuino arrepentimiento.

Vicent le dio una palmadita en el hombro, aún riendo.

-Ya ves, cariño. Milo es igual de torpe que tú a veces. -Le guiñó un ojo a Alastor con complicidad, pero Alastor sintió que algo en su interior se rompía. La comparación era como un golpe bajo, una forma indirecta de invalidar lo que él había visto y sentido. La comparación lo hirió de una manera que no podía poner en palabras.

-Supongo... -Alastor murmuró, bajando la mirada. La risa de Vicent aún retumbaba en sus oídos, pero no era suficiente para disipar la amargura que crecía en su pecho.

-De verdad, lo siento mucho, Alastor -dijo Milo, su voz temblando ligeramente. Pero cuando Alastor levantó la vista, notó el leve brillo en los ojos de Milo, la sombra de una sonrisa escondida en la comisura de sus labios antes de que rápidamente la borrara.

-Está bien -contestó Alastor con voz baja, esforzándose por no dejar ver la marea de emociones que lo sacudía por dentro. Pero en el fondo, una chispa de algo oscuro empezó a encenderse. Milo estaba jugando con fuego, y Alastor no pensaba quedarse de brazos cruzados. Pero tampoco podía confrontarlo abiertamente, no sin parecer paranoico.

Vicent le pasó un brazo por los hombros y Alastor se obligó a relajarse, aunque la mirada de Milo seguía quemándole la nuca. Por ahora, lo mejor era esperar. Pero había algo claro: Milo no era tan torpe como quería aparentar.

Y si el rubio quería seguir probando su suerte, entonces Alastor se aseguraría de que ambos terminaran en un juego del que él, y solo él, saldría victorioso.

Porque lo último que pensaba hacer era perder a Vicent por alguien como Milo.

๋࣭  ⭑[𝒞𝑜𝓊𝓅𝓁𝑒 - 𝓈𝒽𝑜𝓇𝓉]  ๋࣭ ⭑ Radiostatic/StaticradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora