Rochelle Goyle

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Rochelle Goyle

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El invierno en Scaris era único; el aire se llenaba de un frío húmedo que reverberaba en las paredes de piedra y los caminos adoquinados de la ciudad, y la niebla se alzaba desde las calles, tiñendo el ambiente de un aura misteriosa y elegante. Rochelle Goyle avanzaba por la ciudad con pasos firmes, escuchando el eco de sus talones sobre las piedras. El corazón le latía con fuerza, y en su interior una emoción vibrante se mezclaba con la nostalgia. Habían pasado meses desde la última vez que estuvo en Scaris, y más aún desde que vio a T/n, su querida novia y la dueña de una de las panaderías más concurridas y encantadoras de la ciudad. No importaba cuánto amor tuviera por Monster High; Scaris, y sobre todo T/n, siempre serían su verdadero hogar.

Al llegar a la panadería, Rochelle notó que el letrero estaba apagado, y la puerta cerrada. "Curioso" pensó, frunciendo el ceño con una pizca de preocupación. Sabía que T/n era meticulosa con los horarios de la tienda. ¿Había cerrado por alguna razón especial? Se acercó y tocó la puerta de madera oscura con un par de golpes. No pasó mucho tiempo antes de que escuchara unos pasos ligeros al otro lado. La puerta se abrió despacio, revelando a T/n, quien la miró por un segundo como si quisiera prolongar el instante para asegurarse de que era real.

Rochelle apenas pudo contenerse y, sin decir una palabra, dio un paso adelante y tomó a T/n entre sus brazos de piedra. Fue un abrazo largo y cálido, en el que ambas se aferraron como si el tiempo y la distancia no hubieran logrado separarlas. T/n, con su cabello corto y amarillo brillante con detalles naranjas, se inclinó hacia adelante, y sus labios se encontraron en un beso suave, lleno de añoranza y dulzura. Se separaron, solo para mirarse a los ojos, ambos llenos de amor y alivio.


—Rochelle, mon amour —Susurró T/n con una sonrisa que mostraba el brillo en sus ojos rojos—Te he extrañado tanto.

—Et moi aussi, ma chérie —Respondió Rochelle, acariciando el rostro de T/n con ternura—No sabes lo mucho que he esperado este momento.


T/n le dedicó una sonrisa traviesa y tomó su mano, llevándola hacia el interior de la panadería. La tienda estaba oscura y silenciosa, excepto por unas cuantas velas que iluminaban las repisas llenas de panes y postres perfectamente alineados. El olor a pan recién horneado llenaba el aire, y Rochelle sintió una calidez en su pecho al darse cuenta de que cada detalle había sido preparado especialmente para ella.


—Cerré temprano solo para que pudiéramos tener esta noche para nosotras —Explicó T/n, sonrojándose levemente—Tengo una sorpresa especial esperándote.


Rochelle la miró con asombro mientras T/n la guiaba hacia una mesa en el centro de la panadería, adornada con un mantel blanco y un par de velas altas. Había servido una bandeja con delicados pasteles y galletas de diversas formas y colores. Era una visión encantadora y, al mismo tiempo, cargada de amor y esmero. Rochelle tomó la mano de T/n y la apretó suavemente, sintiendo la textura cálida de su piel gris oscura.


—No tenías que hacer todo esto solo por mí —Dijo Rochelle, conmovida y agradecida.

—Lo hice porque te amo, y porque quiero que sientas que estás en casa —Respondió T/n, besándola en los labios suavemente. Rochelle cerró los ojos y se dejó llevar por la ternura del beso, la calidez del momento envolviéndolas.


Pasaron la noche disfrutando de los pasteles que T/n había preparado especialmente para ella, riendo y compartiendo historias, recordando momentos pasados y haciendo planes para el futuro. Rochelle no podía recordar la última vez que se había sentido tan en paz, tan completa. Cada vez que la mirada de T/n se encontraba con la suya, un cosquilleo recorría su piel de piedra, y cada sonrisa suya era como el primer rayo de sol sobre las catedrales de Scaris.

Al cabo de un rato, Rochelle se quedó en silencio, simplemente observando a su novia con una mirada llena de amor y admiración. Tomó la mano de T/n y la llevó a sus labios, besándola con delicadeza. Se inclinó hacia adelante, rozando sus narices.


—No sé cómo lograste que este lugar fuera aún más especial—Murmurò.


T/n rió suavemente, acariciándole la mejilla. Sus ojos rojos brillaban intensamente, y Rochelle se sintió capturada por esa mirada, como si nada más en el mundo importara.


—Te dije que tenía una sorpresa más —Dijo T/n levantándose de la mesa y llevándola de la mano hasta una pequeña puerta detrás del mostrador—Ven conmigo.


Entraron en la habitación trasera, un pequeño espacio de almacenamiento que T/n había decorado con más velas y cojines suaves en el suelo. Era un refugio, un lugar íntimo donde las paredes mismas parecían guardar el calor de su amor. Rochelle se acomodó junto a T/n, quien la abrazó por la cintura, y ambas se dejaron caer en los cojines, disfrutando de la cercanía después de tanto tiempo separadas.


—Quiero que esta sea una de nuestras tradiciones, Rochelle —susurró T/n, sus labios rozando la mejilla de Rochelle—. Quiero que cada vez que regreses a Scaris, tengamos una noche solo para nosotras.

—Me parece perfecto, mon amour —respondió Rochelle, apretándola suavemente contra ella y acariciando su mejilla—. No hay nada que quiera más que esto.


Se quedaron allí, en la penumbra, compartiendo pequeños besos y caricias suaves, cada una consciente de lo afortunada que era al tener a la otra. Rochelle sabía que, aunque su vida en Monster High estaba llena de aventuras y desafíos, nada podía compararse con la paz que sentía en esos momentos junto a T/n.

Y así, entre risas y susurros, la noche avanzó en Scaris, y las dos gárgolas se acurrucaron en el pequeño refugio creado con amor, abrazadas y seguras, conscientes de que, sin importar el tiempo o la distancia, siempre tendrían este hogar en los brazos de la otra.

Monster High - One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora