Vandala Doubloons

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Vandala Doubloons

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El mar, profundo y misterioso, siempre había sido un refugio para Vandala Doubloons. A bordo de su querido Salty Spectre, el barco pirata que navegaba en sus mares y que gobernaba con mano firme, había tenido toda clase de aventuras, algunas gloriosas, otras caóticas, pero siempre emocionantes. Desde que había asumido el mando de su nave fantasmal, la sensación de estar en alta mar, surcando olas invisibles, era lo único que le traía verdadera paz. Bueno, eso y la promesa de nuevas aventuras, por supuesto.

Sin embargo, esa mañana algo peculiar estaba por suceder. Mientras observaba el horizonte, la niebla que usualmente marcaba la calma de su día comenzó a espesarse de una manera extraña. La luz de la mañana se desvaneció bajo una cortina de niebla espesa, y de la nada, un barco mucho más grande que el Salty Spectre apareció en el horizonte. Era majestuoso, un velero que parecía tan antiguo como el mismo mar, pero también con una elegancia que no pasaba desapercibida. El barco se acercó, sus velas negras ondeando con fuerza, y su casco reflejaba el brillo fantasmal de la luz.

Vandala se tensó al ver la llegada del barco. No podía recordar haber visto algo tan imponente en sus viajes previos. La niebla se disipó lentamente, y fue entonces cuando la vio: una figura fantasmagórica que se erguía sobre la cubierta, su presencia imponente y elegante. Tenía el cabello largo, oscuro y fluido, con reflejos plateados que brillaban como los rayos de luna sobre las aguas del océano. Su atuendo era el de una pirata, pero mucho más refinado y majestuoso, con encajes y adornos plateados que destellaban a cada movimiento.

El rostro de la nueva aparición era una mezcla de misterio y peligro, pero lo que más destacaba eran sus ojos: dos orbes brillantes que se posaron sobre Vandala, como si la estuvieran midiendo, como si todo el océano estuviera bajo su dominio.

La extraña mujer, con una sonrisa divertida, comenzó a caminar por la cubierta de su barco hacia el Salty Spectre, y cada uno de sus pasos era una danza casi hipnótica, elegante y magnética. Vandala se sintió atraída por la figura, pero al mismo tiempo, un sentimiento de desconcierto la envolvía. Nadie se había acercado tan intrusivamente a su espacio personal. Nadie.

La mujer se acercó, su mirada nunca abandonando a Vandala. Su voz fue suave, pero llena de una tensión juguetona que hizo que el aire se volviera espeso.


—Hola, capitana... —Dijo la mujer con una sonrisa seductora, su acento suave como el viento del mar—He oído hablar mucho de ti. Es un honor conocer a la leyenda de los mares fantasmas.


Vandala se irguió con arrogancia, no dispuesta a ceder ante una desconocida, pero algo en su tono la hizo sentir una chispa de algo completamente ajeno a su usual confianza ¿Era nerviosismo? ¿Emoción? No, no podía ser. Ella era la capitana de un barco ¡La líder indiscutida! Pero cuando la mujer se acercó aún más, sus ojos brillando con una mezcla de misterio y diversión, Vandala sintió un calor inesperado recorrer su cuerpo etéreo.


—¿Leyenda? —Respondió Vandala, tratando de mantener su tono firme, aunque su voz sonaba un poco más baja de lo normal— Soy una capitana, no una leyenda. Pero agradezco el cumplido... aunque no recuerdo haberte invitado a mi barco.


La mujer se acercó aún más, su risa suave resonó en la niebla. Su presencia era casi hipnótica, y Vandala, incapaz de evitarlo, dio un paso atrás involuntariamente. La desconocida no parecía tener intenciones hostiles, pero su cercanía hacía que Vandala se sintiera vulnerable de una manera extraña.

Monster High - One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora