♥ Halloween. ♥ (Wigetta) [+18]

531 63 1
                                    

Mi respiración es agitada cuando sus manos empiezan a descender por mi pecho. Su tacto en mi piel caliente hace que queme. Yo me siento arder. Mi sangre hierbe dentro de mí. Pero no cambiaría ni un segundo de esto, aquí, ahora, con Samuel encima de mi, besando mi cuello con mimo, mientras intenta transmitirme que todo irá bien, es maravilloso, mágico. Es la mejor manera de celebrar.

Afuera se escuchan ruidos, insignificante para nosotros, a decir verdad. Nuestros disfraces han caído lejos, seguramente esparcidos por toda la habitación de la segunda planta.

Nuestros alientos chocan entre ellos, discontinuos, pero para mí, es la mejor música que jamás he llegado a escuchar.

-Te dije que no debías disfrazarte de demonio.- Susurró en mi oído para luego morder con dulzura el lóbulo de mi oreja.- Te advertí que si lo hacías, acabaría pasando esto.

-Me gusta jugar....- Tomé aire, y es que su beso me había tomado totalmente desprevenido.- con fuego.

-Puedes quemarte, Willy, que tratándose de ti, no me extrañaría. Como no eres malo en la cocina...- Mordí su labio con fuerza, frustrado de que incluso en estas situaciones, él estuviese deseoso de fastidiarme, como siempre. Aunque así éramos nosotros, y la verdad es que no sería capaz de cambiarlo.

Cuando mordió mi cuello, yo solté una risa, algo más fuerte de lo que yo había pretendido.

-¿Qué pasa?.- Se alzó un poco, lo justo para poder mirarme a los ojos, aunque su mirada, lujuriosa y brillante, se alternaba entre mis labios y mis ojos, seguramente dilatados por tal situación.

-Que... realmente te pega el disfraz de vampiro cuando haces eso.- Me lancé a sus labios, no queriendo dejar ese embriagante sabor que tanto me hacía depender de él.

Habíamos estado toda la noche en la fiesta que había dado una amiga de Lana, quien no había dejado de perseguirnos toda la semana hasta conseguir que nosotros aceptáramos ir. Vegetta, algo más reacio por tener que preparar vídeos, había tardado algo más en dar el 'sí', y cuando él acepto, me arrastró a mí también. Además, la rubia, había insistido en que ella nos ayudaría a elegir nuestros disfraces -cuando le dije a Samu que me iba a disfrazar de demonio, se acercó a mí, me besó y me dijo que me llevaría a la cama en cuanto me viese, para demostrar que es todo un macho alfa que marca su territorio, como un hombre lobo-, a Vegetta uno de vampiro, porque era el único que había con algo morado. 

Samuel cumplió su palabra, y en cuanto todos se fueron perdiendo poco a poco a lo largo de la noche, no dudó ni un segundo en arrastrarme hasta una habitación y empezar a desvertirme. Me había intentado resistir, porque es sumamente vergonzoso el pensar que alguien pueda entrar y vernos de esta manera, pero cuando él se propone algo... no para hasta conseguirlo, y tampoco es que le costara mucho el convencerme de desistir en mi intento por quitármelo de encima.

Jadeé cuando su mano se introdujo en mis boxers color verde botella.

-Mierda.- Gemí en su oído, intentando acallar los vergonzosos sonidos que salían de mis labios. Yo hice lo mismo que él, y me tuve que relamer los labios y morderme fuertemente el interior de mi mejilla para no gritar de placer, cuando lo escuché gemir.

La habitación se llenó de más suspiros y ruidos suaves. La sensación de nuestros cuerpos juntos era pura química con riesgo a estallar en algún momento. La electricidad que corría a través de nosotros, hacía que no nos pudiéramos separar, aunque tampoco estábamos tentandos de intentarlo, al menos, no yo.

-Samu... por favor...- Mi voz salió entre cortada, suplicante y necesitada. Lo necesitaba a él. Ahora. De verdad.

Y no tuve que suplicar demasiado, porque, por suerte, siempre estaba dispuesto para mi. Me sonrojé por mis degenerados pensamientos.

Estocada tras estocada, cada vez que Samuel me completaba, me sentía un paso más cerca del cielo, y sabía que él estaba a mi paso también. Siempre había dicho, en el sentido más dulce -si es que eso es posible- que haría de mi interior su hogar si pudiese, y que no saldría de allí nunca.

-Sa..- No podía terminar las palabras, el placer y el ritmo acelerado de mi corazón no me dejaban.

-Willy... voy...- Y antes de poder terminar de hablar, ambos alcancemos nuestro punto máximo, cayendo rendidos, agotados, sudorosos y totalmente felices en la cama.

Tras un rato, cuando volvimos a ser nosotros, calmados y serenos, hablé:

-Debemos explicar por qué nos hemos ido.

-¿Crees que lo habrán notado si tan siquiera, chiqui?.- Su ceja alzada con prepotencia me hizo saber que acababa de decir una tontería, y es que aunque lo hayan notado, todos sabrían dónde y qué estamos/estábamos haciendo. Me sonrojé solo de pensarlo. 

Algún día mataría a Samuel de Luque por cosas como estas.

-Cállate, pringao'.- Fue lo último que dije, fingiendo frustración, para luego besarlo.

Yo riendo a carcajadas por su tierno ceño fruncido, cuando le había dicho que la barba no le pegaba con ese disfraz, y él con su típica sonrisa dulce y tierna, aunque seductora y salvaje, salimos de la habitación donde, como siempre, Vegetta me había demostrado que era un hombre de palabra. Él había cumplido su promesa. 


Y en todo lo que quedaba de noche, nuestras manos jamás se separaron. 


Drabbles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora