♥ No lo cambiaría por nada. ♥ (Wigetta)

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—Dios, eres incorregible.— Grita Guillermo, cada palabra bañada en verdadera frustración.—¿Cómo vas a tener tiempo para todo? ¿Qué quieres, acabar enfermo? ¿Tú eres tonto, pringao'?— Anda por el salón de la casa, dando vueltas sin poder estar quieto. Tiene sus manos en puños, apretando tan fuerte que sus dedos quedan blancos y hormiguean. 

—¿Yo? ¿Y tú qué?— Samuel, sin embargo, está sentado en la silla oscura, de cara a la mesa, con sus manos sobre su cara, intentando tranquilizarse. Son altas horas de la noche, y no pueden despertar a los vecinos. Ni a Emily.—Deberías apoyarme, como, ya sabes, 'las personas que se aman hacen'.—Las palabras salen rápidas y dolorosas. Samuel sabe que a Guillermo le resulta extremadamente difícil dedicar palabras de amor, incluso ahora que están prometidos y tienen una niña. Ni siquiera quiere darse la vuelta, pues imagina la expresión de dolor que Willy debe tener en su rostro. 

—Oh, siento que no me parezca buena idea que te sobreesfuerces con todo lo que tienes encima. Por mí, puedes ir a ser entrenador personal, Youtuber, y también, si quieres, en los pocos minutos extras que tendrás, puedes practicar paracaidismo. Intenta, si te caes, no quedarte más pringao'.—Es un tema que han discutido prácticamente desde que se conocieron. Y es que a los ojos de Guillermo, Samuel siempre está sobreexigiéndose. Y ahora, aparte del trabajo de Youtube, quiere hacer el curso de entrenador personal.—¿Es eso lo que diría un buen marido?—El tono es irónico, pero siguen sin gritar, o al menos, hacen lo posible por no hacerlo. 

—Bueno, pues quizás no nos deberíamos casar nunca. Quizás sea el mayor error de nuestras vidas.—Las palabras salen mucho antes de tener en cuenta su valor, o las consecuencias de estas. Ahora sí, Samuel gira su cabeza para enfrentar la mirada rota de Guillermo. Pero el menor rápidamente se da la vuelta, y empieza a caminar. 

—Dormiré con Emily esta noche. Hasta mañana.—Y a pesar de que Samuel está balbuceando cosas, Guillermo sigue caminando sin mirar atrás, con un nudo en la garganta y su corazón latiendo rápidamente en su pecho.—Hasta mañana.

Ambos notan como su voz se rompe en la última palabra, pero Samuel está anclado al suelo, totalmente estático, sintiéndose idiota y avergonzado, por lo no puede ir detrás de él. 

(...) 

No es hasta que entra a la habitación de su pequeña bebé, que siente algo parecido al alivio, y el dolor que ha sentido hace unos momentos, desaparece levemente. Camina con cuidado hasta posicionarse frente a la cama color crema, bañada en colores dulces, decorada cuidadosamente con pegatinas de dibujos adorables. Allí, con sus mejillas rosas abultadas, sus labios entre abiertos, y su pelo corto y fino, está Emily. Sus ojos cerrados con paz y respirando suavemente, balbuceando entre sueños.

Tiene cinco meses, pero ya es la persona más importante en la vida de Guillermo. Y tiene la certeza de que será así por siempre. Todavía recuerda como él y Samuel se quedaron embelesados viéndola a través de las ventanas del cuarto de incubadoras, porque nació un poco antes de tiempo. Como ambos tenían sus manos entrelazadas mirando a través del cristal, asustados, aunque la doctora dijese que la mayoría de los niños pasan al menos un día en aquellos pequeños lugares. 

Suspira, y se deja caer en la fría y estrecha cama, al lado izquierdo de la cuna. 

Extraña la presencia y calidez de Samuel. 

(...) 

Un llanto bajo y constante lo despierta horas más tarde, y antes de ser consciente de la situación se pregunta porqué Samuel no está a su lado, o porque siente el llanto tan cerca cuando su hija está en la otra habitación. Segundos después, cuando ya está lo suficientemente despierto, sacude su cabeza y los recuerdos vuelven. La pelea. Él durmiendo con Emily. 

Drabbles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora