Las horas del reloj.

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El ciclo empieza, o quizá nunca termina.


Son las siete de la mañana, y mi alarma suena, por lo que debo arreglarme para ir al instituto. Y lo único que pienso es: ¿Por que tuve que amanecer viva?


A las ocho ya estoy arreglada -si es que yo puedo tener esa opción- y estoy marchando al lugar el cual es tanto un infierno como una tranquilidad.


A las nueve, estoy sumergida entre pensamientos, escribiendo en la hoja final del cuaderno.


A las diez, estoy sonriendo falsamente y asegurando que mis ojeras son porque estudié por la noche.


A las once, debo salir al recreo y, mientras todos desayunan, mi cabeza grita cuán gorda estoy y que es mejor que no coma. Así que no lo hago. Nunca.


A las doce, he vuelto a clase, con un nudo en la garganta y un nudo de pensamientos.


A las 1, estoy escribiendo de nuevo.


A las 2, la impotencia porque no sirvo ni para resolver ese problema de economía, me está consumiendo.


A las 3, estoy volviendo a mi casa. Para comer. "Gorda, ¿no estás ya lo suficientemente obesa?".


A las 4 estoy encerrada en mi habitación, con la música a todo volumen e intentando olvidarme de todo.


A las 5 , la tarde parece no terminar nunca.


A las 6, escribo algo. Ya sea personal, u otra cosa.


A las 7 soy un "Estoy bien :)", porque no tengo el derecho de que nadie se preocupe por mí. No lo merezco. Solo soy una molesta. ¿No tiene la gente demasiados problemas ya?


A las 8, soy una olvidada de todo, porque hablo con esa persona. Aunque una parte de mí -una gran parte de mí- grita que solo es así conmigo por pena, que jamás merecerá todo lo que me demuestra. Y empiezo a caer aún más profundo entre pensamientos teñidos de negro.


A las 9, soy el "Me voy a dormir" con mi familia, junto con un "me duele un poco la cabeza.". El "Me voy a leer" a esa gente cercana. Y el "Me quedaré un rato más" a mis amigos. Y para mí, soy el "Aguanta solo unas horas más, por favor" con un nudo en la garganta y mi piel picando por atención.


A las 10 soy las lágrimas en la mejilla por esas palabras de mi padre a través de una pantalla. Los recuerdos golpeando fuerte de que su muerte, fue mi culpa. Soy las lágrimas cayendo silenciosas por mis mejillas, frías y rojas. Soy el grito que pide ayuda en silencio. Soy la música tan alta que no pueda escuchar lo que mi cabeza grita, pero siempre lo escucho. Soy... soy todo deseando ser nada. Pero sobretodo, soy yo, gritándome que debo aguantar unas horas más.


A las 11 soy el "adiós" definitivo a todos. Y el "hola" a la depresión completamente. El hola a los malos pensamientos, a las voces, a las cuchillas, a los "muerte" de mi misma, a la culpabilidad que cargo sobre mis hombros, a "si tú no estuvieses aquí, serían una familia de verdad", soy el hola a todo lo que debería decir adiós.


A las 12 soy un "¿Por qué no puedo salir de aquí?" "Me ahogo, me ahogo pero estoy respirando." "¿Por qué sigo viva si al fin y al cabo todos me olvidan?" A las doce, soy todas esas preguntas con dolorosa respuesta.


A las una de la madrugada, soy sangre por mis piernas, muñecas, tobillos y sábanas.


A las dos soy el insomnio que me golpea.


A las tres soy las pastillas en la mano.


A las cuatro soy solo una niña sentada en un rincón, abrazandose a si misma, deseando desaparecer para siempre.


A las cinco soy un "Por favor, déjame dormir unas horas para fingir que estoy bien".


Y a las seis soy un sueño, un sueño que deseo sea eterno.


Y a las siete, nuevamente, empieza el ciclo.


Drabbles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora