♥ Consentirme. ♥ (Wigetta)

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¿Cómo alguien con casi 27 años podía verse tan tierno, pareciendo un niño pequeño? Ahí estaba Vegetta, persiguiendo a unos patos, y yo en frente de él, embobado y riendo por su tono infantil al ver que los patitos se alejaban corriendo de él.

No pude resistirme pues necesitaba grabar ese momento. 

-¡Willy! ¿De verdad estás grabando en vez de ayudarme a coger uno?- Preguntó, entre carcajadas, aún en su labor de coger a un pequeño animal. 

-Por supuesto, pringao'. Si pican a alguien que no sea a mí.- Él ignoró completamente mis palabras y dándose por vencido, empezó a caminar hacia mí. 

-Pues yo bien que te ayudaba cuando querías coger una ardilla, chaval. Que parecíamos unos tontacos corriendo detrás de una ardilla.- Frunció el ceño, pero detrás de aquella mueca, había una sonrisa que gritaba por salir, yo lo sabía.- Además... ¿No habías dicho tú algo de consentirme?

Me cago en todo, chaval.

Era verdad. El cumpleaños de Vegetta era próximo y como ahora teníamos un poco de tiempo libre, habíamos decidido hacer una especie de viaje, y aunque teníamos que tratar unos temas de trabajo, aún podíamos pasar tiempo libre. Así que le había dicho, en claro tono jocoso, que yo lo consentiría en todo, pero al parecer el pringao' se lo había tomado muy en serio pues durante todo el día no dejaba de estar mimoso conmigo y siempre decía algo como "Tienes que consentirme, Willy, lo prometiste".

Suspiré, fingiendo desesperación. 

-Recuerdame porqué te aguanto, Vegetta, por favor.- Dije solo para ver su reacción. 

-Porque me quieres, por supuesto.- Respondió, y de alguna manera me alegraba que lo dijera con tanta seguridad, porque para mí era muy difícil hablar de lo que sentía o mínimamente demostrarlo. 

-Bueno, bueno, tampoco te vengas tan arriba...- Sentía como mis mejillas se iban tornando poco a poco de un color carmín. 

-A Willy le da vergüencitaaa.- Canturreó para luego, sin previo aviso, agarrarme de las mejillas. A veces llegaba a pensar que él realmente tiene una gran obsesión con estas. 

-Déjame, idiota.- Me quejé, alejándome de él. 

-Tienes que consentirme, Willy, recuerda.- Volvió a decir, su sonrisa haciéndose más y más grande. Yo no pude evitar acompañarlo, porque verle tan feliz me hacía feliz a mí. 

-Bueno, ¿y qué es lo que quieres?- Pregunté, cuando estábamos llegando al restaurante. Torete se había quedado en el hotel, en su propia habitación, alegando que tenía que hacer algo.

-Quiero...- Fingió que lo pensaba por unos segundos, para luego acercarse lentamente a mí. Peligrosamente cerca. Sus labios separados de los míos por muy pocos centímetros. Quería besarlo, porque tenía esa cara de 'sé que quieres besarme' y él también lo quería, pero como su tontura siempre puede más, pues allí iba, siendo Vegetta.- Ya te lo diré esta noche...- Me atraganté con mi propia saliva, cerrando mis ojos con fuerza. 

Pringao!- Grité, completamente avergonzado. Era tonto, tonto y tonto. Mil veces. 

-Oh, vamos, Willy, era bromita.- La camarera vino, para atendernos.- Aunque sabes que no.- Intenté ignorar como reía, el latido frenético de mi corazón y como sus labios me gritaban porque los besara.- Pero por ahora solo quiero estar contigo.- Su sonrisa, resplandeciente y sincera, era lo mejor que alguna vez pude haberme encontrado.- Ese es mi mejor regalo. 

-Idiota...- Pero lo que en verdad quería decir, y él lo sabía, era un 'Te quiero.'

Drabbles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora