La idea de que lo descubra simplemente me aterraba, papá cree que simplemente me escapaba esas semanas, pero no lo hacía, desaparecía y volvía a aparecer echa un desastre, moretones por el cuerpo, magulladuras y cicatrices internas, como siempre, llegaba a casa y me encerraba en mi habitación, negándome a hablar con alguien, solo me acostaba sobre mi cama dejando que mis lagrimas mojen mi almohada, no recuerdo exactamente cuándo empezó a suceder aquello, solo sé que en ese entonces y ahora, era tan orgullosa que me negaba a encerrarme en mi habitación prisionera de mí misma, no, salía nuevamente de fiesta, intentando borrar esos recuerdo con tragos amargos de algún licor lo suficientemente fuerte como para solo poder pensar en hacer mis movimientos de baile sin caerme y hacer el ridículo en el intento.
– vaya, das pena amiga.
De reojo observo a Kat, con jean y una polo manga larga de cuello alto negro, detrás su habitual mochila de la universidad, su cabello rubio recogido en una coleta alta y un gancho sosteniendo ese mechón rebelde que siempre se le escapa, dejó el cuero y el maquillaje para parecerse un poco más a Danna, patético.
– que haces aquí.
Había amanecido y no había pegado ojo en toda la noche, me dediqué a vagar por el edificio de arriba abajo aplacando el sueño que por momentos empezaba a ganar la batalla.
– vine a ver a mi mejor amiga – sonrió.
Casi me reí, casi, no lo hice, en lo que a mí respecta, ya no somos amigas, al menos no mientras se junte con mi hermana, sí, soy posesiva, no me gusta compartir, además, nadie me asegura que no le cuente las cosas que yo le cuente, si es que en algún momento llego hacerlo, o que le diga a las cosas que ha visto de mí en esas fiestas en los antros donde solíamos ir, si Danna lo sabe, mis padres automáticamente lo sabrán y no me arriesgaré, sin embargo no le digo que ya dejamos de ser amigas en el momento el que hizo las pases con la otra rubia.
– ya me has visto, ahora vete – gruñí.
Hoy era ese día, el aniversario, el día en el que me desquitaba con cualquiera por lo que prefería mantenerme encerrada en alguna habitación, en esta ocasión, mi despacho, ordené a mi secretaria que no dejase pasar a nadie, por supuesto Kat pasaría por encima de ella.
– no me iré – habla con decisión, diablos, sabía que no lo haría si no la obligaba – tenemos que hablar.
Rodé los ojos y muy a mi pesar (nótese el sarcasmo) pulsé el botón de emergencias, en seguida Carlos y otro hombre cuyo nombre no recuerdo, hicieron acto de presencia, Kat abrió la boca en una perfecta "O" mientras ambos seguratas, le cogian del codo, uno por cada lado y se la llevaron, la había ofendido, lo sé, nunca había utilizado ese botón para deshacerme de ella, pero ahora...era malditamente necesario, probablemente la próxima vez que nos veamos me lleve un buen golpe por su parte, realmente no es algo que me preocupase, había recibido golpes más fuertes que de una rubia con brazos de fideos.
Hoy era uno de esos días en la que esa vocecita en mi cabeza, no hacía acto de presencias, sin embargo mis demonios parecían más alterados, sedientos de algo que desconozco, solo siento esa primitiva necesidad de golpear algo, pagar mi culpa con alguien que no sea yo, sabía dónde podía conseguir aquello, pero sabía que nada más pisar esos galpones abandonados, mi madre se daría cuenta y prohibiría mi participación en esa peleas que organiza el cartel CatBlack, en esos momentos la odiaba por privarme de esa liberación de culpa y frustración que necesitaba liberar.
«solo quiero protegerte»
Decía fingiendo preocupación en su tono de voz, no, no le creía, lo hubiese creído si esas palabras lo dijese Miguel, ese hombre si parecía preocuparse constantemente por mi, era el único que me buscaba casi desesperado por todas partes, hasta que lograba dar conmigo, a veces no lo conseguía por lo que me acorralaba y me avasallaba a preguntas de las cuales no obtenía respuesta por mi parte cuando volvía a aparecer, no me sorprendería que en las próximas horas apareciese en mi despacho, a él no podría echarlo así sin más, por supuesto mi hermano también aparecía por dos motivos, tengo que devolverle la moto que le "robé " y probablemente haga preguntas o me pida algún que otro favor del cual me negaré a hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...