Capitulo 30

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Me gustaría poder decir que las pesadillas no me dejaron dormir, que Axel al final se cansó de ser despertado por mis constantes gritos y lágrimas, pero eso sería engañarme a mí misma, las pesadillas no hicieron su habitual aparición, había dormido como nunca antes, siento mi cuerpo descansado y tranquilo, nada pasó como se supone que tenía que pasar, no sé que es lo que él tiene para que me transmita tanta tranquilidad y paz, demasiada como para que las dichosas pesadillas no se pasearán por mi subconsciente un solo segundo.

– has dormido bien?

Miro el café entre mis manos y después lo miro a él, con un polo negro, jean del mismo color al igual que sus zapatillas, su cabello usualmente despeinado, el moretón en su mejilla ya no se nota casi, en cambio yo, logro camuflarlo con un kilo de maquillaje, sus labios esbozan una sonrisa sobre el borde de su taza, para variar de color negro, sus ojos se achinan a medida que sus sonrisa se va ensanchando creando alguna que otra pequeña arruga en cada esquina de sus ojos, el azul de su mirada parece más clara y brillante que otras veces, otra vez me mira así, como si fuera la cosa más bella del mundo, como si fuera perfecta, amo cuando me mira así pero no por ello deja de parecerme ciertamente molesto, no soy la más bella del mundo ni mucho menos perfecta.

– mejor que nunca – bebo de un tirón lo que queda de café y me levanto de la silla, es extraño que últimamente no vea a Adam por ninguna parte, eso es preocupante – creo que ya debo irme a trabajar – murmuro llevando el vaso hacia el fregadero.

Es curioso, antes de casarme podía pasarme todo el día en casa durmiendo o haciendo cualquier cosa menos trabajar, ahora en cambio, voy todos los días a la oficina a gestionar papeles de los negocios de mi padre y los míos propios, creo que paso demasiado tiempo encerrada en esas cuatro paredes, hace varios días que ya no voy al antro.

– yo te llevaré – voy a negarme pero me calla poniendo su mano sobre mi boca – no digas nada, además, tengo asuntos que resolver con mi...con algunos socios – dice sin borrar esa sonrisa.

Sé que iba a decir otra cosa pero me decido por no preguntar, supongo que hay cosas que es mejor no saber, aunque prefiero que él me lo diga, sin embargo no dejo de darle vueltas al porqué aún no me dice su verdadera profesión u ocupación, no es nada del otro mundo teniendo en cuenta lo cercana que yo soy a ese estilo de vida, peligroso y emocionante a pares igual.

En el camino a mi trabajo nos dedicamos a hablar de nada en particular, del tiempo o bien de la clase de comida que quiero que me lleve para comer juntos en mi despacho, aunque hubo un momento en el que los dos nos quedamos en silencio, nada incómodo, ninguno tenía nada que decir o contar, por lo que otra vez me encontré a mí misma pensando en su doble vida, la de un gangster, los sobornos que hace a las personas para ocultar los negocios detrás de sus sin fines de clubes, me encontré a mí misma imaginando lo dura y arriesgada que es llevar ese estilo de vida, puede que todos le teman, pero eso no quiere decir que no lo odie, que no quieran tenerlo en un ataúd, mi mente divagaba entre las miles formas de morir que tiene esa clase de gente, empecé a imaginar una vida si el muriese, no pude hacerlo, no pude imaginar esa vida sin su risa o sus malas bromas, o sin él en general, me había acostumbrado a su presencia y no me gustaba sentirme así, como si de verdad mi felicidad dependiera de su vida, no debería sentirme así.

Al llegar a mi edificio, un mal presentimiento recorrió mi cuerpo entero, no sé porque tenía esa extraña sensación de que algo malo pasaría, tal vez no algo grave, pero sí lo suficientemente malo como para lograr alterarme un poco, tal vez solo eran paranoias mías pues todo parecía normal, personas entraban y salían, los guardias de seguridad se mantenían quietos en sus respectivos puestos, la secretaria de recepción tecleaba con rapidez mirando fijamente la pantalla delante de ella, una mujer mantenía una acalorada discusión con el que creo es su marido mientras su hija pequeña los miraba con lágrimas en los ojos, uno de los guardias lo echó del interior de mi edificio y volvió a su posición inicial, los coches pasaban con gran velocidad a lado nuestro, los peatones caminaban con rapidez para llegar a tiempo a sus respectivos trabajos, me sorprendí cuando del interior del edificio salió Adam, bastante enfadado y con los puños apretados, oí que Axel me dijo algo, pero realmente estaba prestando atención a lo que sucedía allá fuera, por lo que no entendí lo que dijo, su hermano al vernos en el interior del coche, empezó a caminar como guiado con una fuerza mayor, esperé a que nos saludara o bien nos ignorara, no sucedió, en cambio con brusquedad abrió mi puerta, con furia me coge de mi cabello y tira de mi para después empotrarme contra el coche con su mano sobre mi cuello, aquello me sorprendió por lo que no fui capaz de reaccionar hasta que empezó a ejercer presión, limitando el acceso de oxígeno en mis pulmones pero aun así, no le dije nada, él nunca se había mostrado agresivo conmigo por lo que no sabía exactamente cómo reaccionar a ello.

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