Capitulo 41

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La búsqueda de la verdad no es un camino fácil, es uno lleno de decepciones, tristeza y actos que te llevan a la ruina, dejarse guiar por esa parte más oscura en tu interior solo te llevará a la destrucción, tienes enemigos y amigos, ambos son igual de traidores, la diferencia es que tus enemigos van de frente, te atacan en tu cara, pero esos que dicen ser tus amigos o incluso tu propia familia te apuñalan por la espalda, no voy a mentir y decir que me esperaba que Danna hiciera algo como esto, porque de las cosas que me imaginé que haría, esto nunca se me cruzó por la mente, por la cara que puso cuando el agente la delató, supuse que pretendía quedar en el anonimato, mamá no pudo hacer nada para que evitasen mi encierro, papá cuando lo intentó recibió un golpe, tenía que reconocer que mi tío me lo había advertido, pero en mi defensa diré que no sabía lo que mi hermana estaba haciendo.

Encerrada en este calabozo, aún con el vestido que Chris compró para mi, espero pacientemente a que decidan encerrarme en una de las tantas carceles, siento varias miradas puestas en mi pero yo mantengo la mía pegada en esos barrotes que limitan la libertad que tanto buscaba, me duele saber que Danna me odia lo suficiente como para delatarme de la forma más rastrera, busco en los lugares más recónditos de mi mente un motivo válido que justifique ese odio irracional, tal vez he sido un poco dura con ella, pero no es razón suficiente, siempre me he preocupado por ella, la defendí desde que éramos pequeñas, destruí el vídeo que haría de su vida un infierno, no lo entiendo, ella no es de mi agrado, pero en todo lo mala persona que puedo llegar a ser, no sería capaz de hacerle lo mismo que ella está haciendo conmigo.

– por qué estás aquí? Robaste un rímel en una tienda o que?

Escucho una burlesca voz masculina proveniente de una esquina de la estrecha celda o calabozo, la escasa luz me impide verle bien, sonreí al ver un tatuaje en su antebrazo, no uno cualquiera, uno bastante peculiar, en general lo tienen tatuado en el pecho, pero supongo que este quiere ser reconocido, consiste en una mano de hueso en un puño excepto por el dedo índice y el meñique que están elevados creando una forma de calavera con cuernos, debajo del dibujo hay dos letras escrita con letras góticas, "M. S" Mara salvatrucha ", tenían la fama de hacer ejecuciones en público para que la gente vea que tan crueles y malvados son, en lo personal, solo les gusta llamar la atención, los miembros de esa pandilla por lo general tienen el cuerpo totalmente tatuado, incluso la cara.

– que pasa, te comió la lengua el gato?– pregunta dando un paso – no suelo hacer este tipo de trabajos, pero tu cabeza es millo...

Antes de que pueda terminar la frase, de mi escote saco la última navaja sobrante y lo lanzo, el objeto se entierra en su cabeza, más concretamente en su frente, el hombre retrocede y cae sin vida volviendo a su posición inicial, se como actúa esa gente, te mata sin pensarlo dos veces, aunque he de admitir que su confesión no fue el detonante de mi reacción, al parecer alguien me quiere muerta, aunque eso no es una novedad, más bien fue escuchar esa voz irritante, ya estoy de bastante mal humor como para ahora aguantar las palabrerías de un pandillero de cuarta, los otros que nos acompañan deciden sabiamente hacer la vista gorda y optan por no hacer ningún comentario impertinente, siendo sinceros no sé porqué actué de aquella forma tan...no lo sé, impropia de mi, por lo general espero a que mi oponente ataque primero o que me de una razón válida para actuar de forma tan irracional, no sé si el lugar me hace actuar de esa forma tan a la defensiva o ese lado que intento ocultar empieza a dominar mi caracter "pasivo", sea como sea, no me gusta mi comportamiento, no me agrada la idea de implantar ese tipo de miedo en otras personas, aunque ciertamente me hace sentir poderosa.

– es tu día de suerte Evans, alguien pagó tu fianza.

Frunzo el ceño ante las palabras del agente que nos vigila, no se supone que tenga que salir de aquí antes del juicio que se llevará a cabo en tres días, por lo que extrañada y de alguna forma nerviosa, me levanto de ese sucio y oxidado banco de metal y aún con mis pies descalzos, salgo del calabozo aliviada de que no haya notado el cadaver de la esquina.

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