Prologo

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Sentía mi cabeza palpitar, el dolor era insoportable, pero me negaba a abrir los ojos, anoche fue...bueno, divertida en cualquier caso, solo que ahora no tenía ganas de conocer el rostro del chico con el que probablemente pasé la noche, pues no recordaba nada, lo cual era extraño porque no suelo beber tanto como para que se creasen estas lagunas en mi cerebro, por lo general sabía con quién me iba, y por supuesto hacía lo posible para que la noche no terminase como mi acompañante quisiese, no me importa que hablen en esos programas del corazón sobre la noche llena de lujuria y pasión desatada que nunca tuvimos, tampoco lo negaba pues me gustaba ver las caras de horror de mis padres, era divertido pero ahora, ahora no podía evitar sentir que debía escapar, maldita sea! No se lo que hice anoche, solo recuerdo los shots que siempre tomo en el mismo antro, mmm, no, después de eso decidí dar un viaje con una amiga o así se hacía llamar, el jet privado fue lo último que recuerdo, después, nada.

Gire mi cuerpo sobre el esponjoso colchón, abrí los ojos en plato cuando sentí como una mano rodeaba mi cintura y tiraba de mi pegándome al cuerpo de alguien, jadee cuando sentí el calor de su piel con la mía, estoy seguramente desnuda pero no me atreví a levantar la sabana para averiguarlo, sin embargo me distraje viendo el lugar, intentando no pensar quién es el que está a mi lado, ni porque demonios estoy en esta asquerosa habitación, las paredes, que antaño seguramente eran blancas, ahora tenía manchas de color marrón e incluso verde, da asco, al menos la cama se sentía cómoda, me sonroje al ver mi vestido negro de anoche colgado en el respaldo de aquella silla de acero oxidado en un rincón de la habitación, debía admitir que al menos olía bien, la habitación me refiero, a menta y ¿vainilla? Una combinación rara pero extrañamente excitante, o tal vez era el aroma del hombre que duerme abrazándome como si la vida le fuera en ello.

– estas despierta?

Una voz ronca y adormilada lleno el silencio en el que me encontraba, automáticamente cerré los ojos y controlé mi respiración que amenazaba con acelerarse. Maldicion!

– sé que lo estás – dijo esa voz dejando de abrazarme, por fin – tu cuerpo se tensó cuando abrí la boca – se burló soltando una gruesa carcajada.

Sentí como se levanto, más no escuche sus pasos, tal vez porque estaba descalzo, por seguridad no abrí los ojos pasados unos minutos, no sé cuántos exactamente pues había perdido la cuenta cuando llegue a los doscientos segundos, cuando abrí los ojos, supe que había cometido un grave error, está aquí, frente a mi, mirándome fijamente con esos ojos azules como el mar, no, eran más claros y más hipnotizantes, grandes, sus párpados medio caídos, tal vez aún tenía sueño o eran las secuelas de la noche anterior, cabello negro azabache despeinado, una gran sonrisa adornaba sus carnosos labios, mandíbula cuadrada, perfectamente afeitado, seguramente si tocaba su piel, sería tan suave como el culito de un bebé, o eso parecía.

– lo sabía!

Volvió a reír con fuerza, echando la cabeza hacia atrás, sin dejar por un segundo de reír, me mordí el labio para no reír con el, maldicion, su risa es malditamente contagiosa, volvió a mirarme y esta vez dejó de reír casi de inmediato, frunció el ceño y me cogio la mano, esa que sujetaba con fuerza la sabana cubriendo mi desnudez, en todo caso la ausencia de ropa en mi cuerpo.

– que es esto?– gruñó fulminado mi mano.

Sigo su mirada con curiosidad, pero no llego a mi destino, me detengo al ver esos six pack definidos, da la impresión de ser duro, tal vez pase demasiado tiempo en el gimnasio o simplemente el mundo lo doto con esos seis pequeños bultos es su definido abdomen, no puedo seguir mi recorrido hacia su seguramente bien marcada V  pues una piedra oscura llama totalmente mi atención.

– estas casada.

No era una pregunta, y yo no podía responder, no creo haber dicho una sola palabra desde que desperté, y ahora menos al ver ese anillo abrazar tan elegantemente mi dedo anular, todo el anillo en sí, negro, con pequeñas piedras de los que parece ser diamantes al rededor y una mucho más grande en centro, negro y brillante, dolorosamente hermoso y caro, solo esperaba no haberlo comprado yo, pues es un gasto ridículamente innecesario.

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