Capitulo 38

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MARATON 3/5

Lo malo de...no, lo bueno de convertirme en un monstruo, es que no hay rival para mí, matar es lo único que pasa por mi mente, no hay amor, no hay familia, no hay compasión, solo existe sed de sangre, solo tengo esa primitiva necesidad de eliminar a los que se interponen en mi camino, a los que amenazan mi existencia, una vez que empiezo, no paro hasta obtener mi objetivo final, en este caso, la cabeza de Christopher Evans.

– que haces aquí fuera, deberías estar dentro obedeciendo a Chris.

Bingo.

Fingiendo no haber escuchado, me acerco a él con una media sonrisa, el guardia es mucho más alto que yo, su complexión física es parecida a la de Miguel, musculoso, demasiado tal vez, lo que significa que sus movimientos serán lentos, ladeó la cabeza estudiándolo de arriba abajo, cabello rapado al cero, cara alargada con un tatuaje en forma de lágrima en el pómulo izquierdo, labios gruesos y oscuros, manos grandes y llenas de toda clases de anillos grandes, ojos oscuros, pestañas largas y rectas, nariz grande, cejas gruesas y espesas, sujeta con fuerza el arma entre sus manos.

– no me has oído o que!?– gruñe señalándome con el caño del fusible.

Doy una vuelta con mi cuerpo a la vez que elevo la pierna para coger impulso e impacto mi talón en su cara haciendo que caiga al piso como una bolsa de patata, retiro lo dicho, el vestido me da bastante margen de movimiento, no tanto como un pantalón, pero si el necesario, mi sonrisa se ensancha al ver la brecha que acabo de hacerle con el tacón, de una patada alejo el arma de su mano, con tranquilidad me pongo a horcajadas sobre el, inmovilizando sus brazos con mis piernas, meto mi mano en los bolsillos del interior de su chaqueta, sonrío al encontrar lo que buscaba, un cuchillo, me inclino hacia adelante colocando mi rostro cerca del suyo, me relamo los labios y empiezo a trazar curvas sobre su piel con el filo del cuchillo formando una perfecta "S" sobre su oscura piel, el muy dramático empieza a gritar y retorcerse como si lo estuviera matando, de momento me divertiré un poco con el.

Rumores corren sobre las cosas que mi madre les hace a sus hombres, eso que deciden traicionarla o bien lo que deliberadamente desobedecen su órdenes, desenfunda su glock y dispara, directo en el corazón o bien entre ceja y ceja, los observa disfrutando como la vida de aquellos hombres se esfuman frente a sus ojos, las personas dicen que yo soy igual a ella, se equivocan, es demasiado fácil disparar y ver cómo mueren, rápido y sin dolor, a mi personalmente no me gustan esas cosas, prefiero mis puños o bien un cuchillo o navaja, supongo que soy algo psicopata y sadica, no lo mencioné antes, pero los hombres que se atrevían a secuestrarme solo lo hacían una sola vez, me dejaba atrapar, dejaba que hiciesen conmigo lo que quisiesen, digamos que dejaba que en sus últimas horas de vida se divirtieran, pero cuando llegaba mi turno, sus muertes no eran rápidas ni mucho menos indoloras, más bien todo lo contrario, me tomaba mi tiempo flagelando y separando partes de sus cuerpos a mi antojo, disfrutaba demasiado oyendo sus llantos y súplicas para que parase, finalmente me deshacía de las evidencias, ocultando mi falta de humanidad.

– Sam?

Sin embargo ahora, no cuento con el tiempo suficiente para divertirme con su sufrimiento, debo recordarme a mi misma el porqué decidí fusionarme con mis demonios, las únicas súplicas que pretendo escuchar son los de Christopher Evans, ese bastardo sufrirá por haberme subestimado.

– que estás haciendo?

Por encima de mi hombro miro a mi hermano que se encuentra a unos metros de mi, con un esmoquin hecho a medida, cabello castaño oscuro peinado hacia atrás, sus ojos azules me miran con asombro y miedo a la vez, sin quitarle la vista de encima, clavo mi dedo índice y el pulgar en las mejillas del traidor obligándolo a abrir la boca, suelta quejidos y murmura palabras inentengibles, balbucea cosas que no alcanzo comprender.

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