Las horas pasaban con lentitud, el sol se alzaba por el horizonte pero Axel aún no despertaba, no pude pegar ojo en toda la noche, al menos lo que quedaba de la madrugada, no fueron más de tres horas, pero aun así me sentía exhausta, Nana se encargó de curarle sus heridas, no eran muchas, solo sus nudillos, su cuerpo tenía hematomas, quería que llamase a la ambulancia, pero no lo hice, simplemente la obligué a que le vendase sus costillas porque al parecer ellas se llevaron la peor parte.
– mierda – mascullo malhumorada.
No entiendo porqué estos cambios de actitud, un segundo me siento capaz de destruir a quien sea, después me siento vulnerable y herida al ver a Axel en ese estado, pero al segundo que se desmaya la idea de dejarlo abandonado en la calle me resulta preocupantemente atractiva, es como si realmente no me importase lo que pasara con el, en el fondo siento que es lo que merece, pero no entiendo qué pudo haberme hecho para que quiera hacer eso, encima Damon simplemente me dejó con Axel en medio de la calle, de no haber sido por el portero de mi edificio, probablemente lo habría dejado ahí, a su suerte.
– señorita Evans, su desayuno ya está listo.
Con un suspiro me levanto, miro por última vez antes de irme el cuerpo semi desnudo de Axel, acostado sobre mi cama, boca arriba, rostro girado a un lado, labios entreabiertos, su respiración es pausada, se le ve tan...en paz, por un momento siento envidia de la paz que transmite y que yo me veo incapaz de tener, demasiadas cosas en mi cabeza, lagunas en mis memorias.
– el señor Scott ya debe estar a punto de llegar – me informa Nana cuando entro a la cocina.
Mi desayuno ya está servido en la isla de mármol de la cocina, mi tío degusta de buena gana la tortilla francesa acompañado con café y un vaso de zumo de naranja, me lanza una mirada inquisitiva para después seguir comiendo, en silencio tomo asiento a su lado y miro el plato delante de mi sin ganas de probarlo, tengo el estómago cerrado, dudo que pueda probar bocado alguno.
– Adam dijo que vendría lo antes posible, lo que no entiendo es...después de lo que te hizo, ¿por qué lo trajiste a casa?– pregunta Kris una vez terminado su desayuno.
Esa misma pregunta me hizo cuando el portero lo subió y lo instaló en mi cama, quise preguntarle que es lo que me hizo como para que tenga el derecho de dejarlo tirado, sin embargo no lo hice, creo que el aún no entiende la gravedad de la situación, no recuerdo gran cosa de mi vida con el, cuando me casé, cuando me mudé con él o como era nuestro diario vivir, tal vez son cosas que no vale la pena recordar y conociendo como conozco a Kris, sé que aunque se lo pregunte, no me lo dirá por el simple hecho de ahorrarme el sufrimiento.
– siempre estaré aquí para ti, lo sabes ¿no?– murmura mirando fijamente su plato vacío – eres como la hija que nunca tuve, si te llega a pasar algo, yo...yo...
– lo sé, no te preocupes, mala hierba nunca muere – sonrío con cariño.
– eso no es gracioso Sam – se queja haciendo a un lado su plato – él no se merece tu compasión, nadie lo merece, tú no eres así, tu verdadero yo lo hubiera dejado tirado...no...la verdadera Sam lo hubiera golpeado hasta quedar satisfecha.
– pero...
– la verdadera Sam no le teme a nadie y cuando vuelvas a ser tu, espero que me digas que estás preparada para darle caza a David Miles – dice antes de levantarse e irse.
(...)
Al llegar a la empresa me sorprende un poco ver a Dana de pie frente a la puerta de mi despacho, con una carpeta negra en mano, viste con una mini falda de tubo negra demasiado corto y camisa blanca, su cabello recogido en un moño alto y unas elegantes gafas sobre el puente de su nariz, solo por simple moda, parece de esas actrices porno que hacen de secretaria en sus películas, recuerdo que mi madre me pidió que la contrate como asistente para sus prácticas en la universidad, pero al verla así me arrepiento de haberle dicho que si, ella y yo nunca nos llevamos bien pero cuando su mirada cae sobre mi, al aire se vuelve pensado y tenso, se puede sentir su incomodidad.
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Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...