Capitulo 40

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MARATON 5/5

Para llegar aquí y asesinar a esos hombres, había decidido de alguna forma fusionarme con mis demonios, controlando de cierta forma mis acciones, había actuado por impulso, si, pero controlaba esos impulsos asesinos, ahora sin embargo mis demonios estaban desatados, sentía un dolor que sobrepasaba lo insoportable, siento lo mismo que sentí aquella vez en la que creí que Matt estaba muerto, no, este era más intenso. Cuando una persona se siente herida y rota, de alguna forma actúa de una forma nada agradable, pero es diferente cuando era guiado por el odio, tu objetivo se centra en una sola persona, tu capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, la familia y el enemigos, se ve brutalmente alterado, pasas por encima de cualquiera que se interpone en tu camino.

De un solo movimiento lancé el cuchillo hacia mi abuelo, el estaba demasiado alejado de mi, pero mi puntería siempre fue certera, la navaja de plata se clavo en la mano de el donde sujetaba la pistola haciendo que está misma caiga al piso y quede desarmado, Danna aprovechó y salió corriendo, mi madre supo valorar esos segundos donde el estaba solo, sin nadie obstruyendo su camino y apretó el gatillo, se sorprendió al notar que el arma no estaba cargada, pero no me detuve a observarla con detenimiento, sonreí al escuchar el alarido de dolor que lanzó mi abuelo, sin perder más tiempo, justo en el momento que Kris y Miguel aparecen, me quito mis tacones y corro hacia mi abuelo que mira adolorido su manos ensangrentadas.

– Sam!

Mi padre se para en el medio con las piernas y brazos abiertos creyendo erróneamente que así me detendrá, no voy a perder tiempo con el, me lanzo al piso y me deslizó por entre sus piernas, saco otro cuchillo y lo vuelvo a lanzar esta vez enterrándolo en su pierna, con un grito queda arrodillado en el piso, no se esperaba eso, escucho que mama me grita, pero en este punto, ya nadie puede acercarse, los hombres de Dom nos rodean impidiendo el acceso a nadie, de una patada terminó por tirarlo al piso, camino al rededor de el esperando pacientemente que se levante, no voy a matarlo clavando una navaja en su corazón ni mucho menos una bala, no se merece eso, aunque no dudo que vaya a hacer uso de eso en cualquier momento.

Con agilidad mi abuelo se levantó, retira el cuchillo y me lo lanza, sabía que haría eso por lo que no fue difícil esquivarlo como se esquiva una pelota, de un momento a otro ambos nos ensartamos en una pelea de cuerpo a cuerpo, donde no habían reglas, los puños y patadas volaban, he de reconocer que a pesar de sus sesenta y pico años de edad, se mueve bastante rápido y sus golpes son fuertes, teniendo el cuenta la herida que tiene el la mano y la pierna, su defensa es alta, pero sigue sin ser mejor que yo, quizás en sus tiempos fue la perfecta máquina de matar, sin embargo ahora, no me ganaría aunque hiciese un trato con el diablo.

El día que en teoría Matt había muerto, Miguel me llevó a casa, llore hasta que me quedé dormida, me desperté alterada creyendo que solo había sido un mal sueño, por lo que más tarde me vestí y salí al antro, tranquila pues lo vería en el instituto porque al parecer no era capaz de coger mis llamadas, soy buena creando realidades alternas, por lo que cuando llegó el lunes, perdí la cabeza, todos habían decidido pegar fotos de el en su taquilla con palabras declarando lo buena persona que era, dándole el pésame a la familia, me miraban con pena y lástima, desaparecí dos semanas y asesiné a esos cincuenta hombres, había oído hablar sobre un grupo que intentaba hacerse con la cuidad, sabía que el asesino estaría ahí pues los otros no son idiotas como para desatar verdaderamente la ira de mi madre, no recuerdo mucho de esas dos semanas, estaba en trance, de vez en cuando era consciente de lo que hacía, había masacres por doquier, hombres muertos uno tras otro.

– Sam, tú no eres así, no eres como él, detente antes de que sea demasiado tarde.

La voz de mi tío Kris me distrajo de mis recuerdo, tengo a mi abuelo debajo de mi, su cara está irreconocible, un cuchillo clavado en su hombro, la camisa de su traje esta roja por su sangre, yo me encuentro encima de el, con la pistola que el antes sujetaba apuntándole en la cabeza, Chris luce débil y acabado, su respiración es lenta, sus brazos están libres pero no hace el intento de alejarme de él, se rindió, pero ni siquiera verlo así me hace sentir compasión por el, nada, no siento nada excepto repulsión y odio, ira y desesperacion, realmente pensé que duraría más.

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