– Sam!! Adivina lo que...
Sus palabras se fueron apagando al visualizarnos, no se si mencione que mi escritorio está hecho completamente de cristal, trasparente cristal, si alguna vez se me ocurría ocultarme debajo del mismo, sería una tontería pues podían verme, había decidido cambiarlo por uno más normal, obviamente lo había olvidado. Drew palideció y la furia llameaba en esos ojos azules al vernos en el piso, yo debajo de Axel, sus manos estaban sobre mis costillas y el cierre de la chaqueta se había bajado mostrando más de lo debido, no había sido consciente de eso hasta ahora.
– no me lo puedo creer!– cerró la puerta con demasiada fuerza, haciendo que ese fuerte sonido llene el silencio incómodo – quítale las manos de encima a mi jodida hermana – rugió sin ocultar la furia en su potente voz.
Axel fue lo suficientemente listo como para levantarse al momento, yo solo ruedo los ojos, no me extraña su comportamiento en realidad. Recuerdo cuando nació y mamá lo llevó por primera vez a casa, sus ojos grandes miraban curiosos cada rincón, recuerdo que la primera vez que lo vi, no lo quise, tampoco llegué a odiarlo, pero lo rechazaba por el simple hecho de robarme la atención de mi madre, me resultaba irritante, lloraba por todo y por nada, era una pequeña criatura adorable, el azul de su mirada era un poco más oscuro e intenso que ahora, sus labios pequeños y rosados, recuerdo que no le gustaba ser cargado por Danna, yo solo lo observaba desde lejos, no sabía porque no podía quitarle la vista de encima, eventualmente lloraba con sus manitas alzadas en mi dirección, su llanto hacía que una corriente eléctrica escalofriante recorriera mi piel. La primera vez que me acerqué a él, tuve la sensación de estar haciendo algo mal, quería cogerlo en brazos, pero ese sentimiento nunca me abandonaba, me limité a extender mi mano en dirección a sus mofletes, quería saber si son tan suaves como la gente asegura.
«S-Sam»
Balbuceó con una voz casi angelical a la vez que cogio mi dedo índice y se lo llevó a la boca, esa había sido su primera palabra, mi nombre, sonreí dejando que chupara mi dedo, de vez en cuando mordía pero no dolía pues sus dientes (los únicos dos que tenía) no me hacían daño, desde ese momento nunca me separé de el, aguanté sus vómitos y sus llantos, porque al parecer, ni mi madre podía calmarlo cuando lloraba casi desesperado, solo yo, y eso que no tenía que hacer nada salvo meter mi dedo índice en su pequeña boquita, eso hasta que cumplió los cinco años, e incluso cuando tenía pesadillas venía a mi cama para chupar mi dedo, un tanto extraño, pero era mi hermano y siempre lo consentiría, y él no dejaba que nadie se acercase a mí cuando lo sostenía en brazos, si alguien se le ocurría acercarse, se ganaba arañazos y mordidas en las manos, todo un guerrero celoso.
– Sam, Sam, Sam.
La llamada de mi hermano me alejó de mis recuerdos, iba a levantarme pero Drew fue rápido y se puso en la posición que antes estaba Axel, subió el cierre de la chaqueta hasta mi cuello y fulminó al pelinegro con la mirada, esto debe ser una maldita broma, sé que mi hermano a veces se le sale esa vena infantil, pero sinceramente, no es momento para esas tonterías, él ni quiera debería estar aquí, debería estar en el colegio o yo qué sé, lo esperé antes, ahora sin embargo, ya es demasiado tarde.
– que haces aquí?
Me apoyo sobre mis codos para no estar completamente tumbada en el piso, por suerte había sido limpiado el día anterior, odio la suciedad, me traen malos recuerdos.
– eso, que haces aquí?– Axel frunció el ceño.
Sus palabras hicieron que nuevamente se ganara una fulminante mirada amenazadora de Drew, he de decir, que a pesar de tener cara de "Ángel" cuando se enfada, realmente cambia, el azul claro, se oscurece demasiado, baja un poco la cabeza haciendo que su cabello despeinado cree una sombra sobre su rostro de forma un tanto...no lo sé, solo sé que se parece mucho a la mirada de mama, peligroso, como si en cualquier momento fuese a atacar sin importarle las consecuencias, por suerte, a mí nunca me miraba así, y cuando lo hacía, no tenía el efecto "Freya " pero claro, es porque estoy segura que él nunca me haría nada, como yo no se lo haría a él.
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Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...