Recuerdo el día que di a luz, doce horas metida en un maldito hospital, con contracciones, maldiciendo una y otra vez a la doctora que se encargaba de ver cuán dilatada estaba y que por algún motivo no le quitaba la vista a mi marido, había pasado seis meses de eso y aún recuerdo la mirada aterrorizada de la doctora cuando la amenazé con matarla con mis propias manos si volvía a mirar a mi marido como lo estaba haciendo, después de eso no volvió y cambió su turno con otra compañera pues luego vino una mujer de tal vez cincuenta años.
– es tu turno Sam...
Hace menos de un minuto que Max empezó a llorar, tan solo son las tres de la madrugada, llevo así, despertándome a las tres de la mañana porque Max tiene hambre, aunque tengo que reconocer que la mayoría de las veces es Axel quien se levanta a darle el biberón y en muchas ocasiones lo trae a dormir entre nosotros pues cree que así dejará de llorar y tiene razón, pero no quiero mimarlo tanto como Axel lo está haciendo.
– ya voy....
Perezosamente me levanto y camino hacia la habitación del bebé a lado de la nuestra, siempre me maravillo al verlo, sus ojos son azules como los de mi padre, su cabello es castaño oscuro, es hermoso y sonriente, le encanta llamar la atención, sabe que llorando lo consigue pues cuando me ve, se lleva la mano a la boca y lo chupa dejando de llorar, con la otra mano juega a sacarse los calcetines, me quedé un rato observándolo, sus regordetas manitas se extienden a en mi dirección, su mirada de cachorrito me pedía a gritos que lo cogiera en brazos, su amplia sonrisa mostrando sus encías sin rastro de dientes me derretía el corazón, con la yema de mi dedo índice toco suavemente su pequeña y respingona nariz y este suelta una pequeña risita que llena de dicha mi corazón.
– di mamá – le pido cogiéndolo en brazos.
Max sonríe y atrapa un mechón de mi cabello entre sus manos, frunce el ceño para después volver reír, me mira y ríe más fuerte, patalea y alarga los bracitos pidiendo algo, balbucea cosas inentengibles hasta que pronuncia su primera palabra, desde luego no es mi nombre.
– paaa-paaa- paaaa papá.
Empieza nuevamente a chillar como un desquiciado, lleno de emoción y alegría, me vuelve a coger del cabello y lo tira con fuerza desesperado de que obedezca cuya petición no entiendo, en momentos como este me estreso mucho pues no se lo que mi hijo quiere o necesita, pero al cabo de unos segundos todo cobra sentido.
– ven con papi.
Axel pasa cada brazo a lado de mi cuerpo, coge al bebe y se lo lleva pasándolo por encima de mi cabeza, mi corazón palpita desenfrenado y no precisamente por la cercanía del pelinegro, sino más bien por la capacidad que tiene de pasar desapercibido, siempre pensé que cuando Axel estuviera cerca, lo notaría, ya sea por ese peculiar olor o simplemente por el poder que impone su presencia, pero claramente estaba equivocada o Max nubló todos mis sentidos, sea como sea, no esperaba que estuviera detrás mío como si fuera mi sombra.
– no vuelvas hacer eso – suspiró llevándome la mano al pecho.
Axel suelta una carcajada que Max muy felizmente imita, aún recuerdo el día que rompí aguas, horas antes de entrar en el proceso del parto, el dolor no fue un impedimento para sentir una felicidad absoluta y genuina, nunca había querido abrazar a mi tío André y a la vez golpearlo como aquel día, lo recordaré siempre, el día más feliz de mi jodida existencia.
" miro a ambos lados sin saber muy bien que hacer, Axel ha tenido que viajar a Miami por unos negocios, me explicó de que se trataba pero realmente no me molesté en escucharlo, mi tío fue con el, mi hermano se quedó a hacerme compañía, por lo que al final decidimos ir a una heladería italiana cerca de Central Park, estaba bien, un poco de aburrimiento en mi vida nunca viene mal, pero cuando nos levantamos para irnos a otro lugar, líquidos de agua empezó a descender por mis piernas hasta formarse un charco bajo mis pies, la gente que pasaba se detuvo a observar lo que pasaba, únicamente por la carcajada que soltó mi hermano al verlo, el no tiene idea de lo que eso significa.
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Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...